domingo, 21 de noviembre de 2010

Roca y sus parceros. (Roca et ses potes). “Libération” Francia, 11 Nov. 2010.

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Roca y sus parceros
Los versos interiores de un nativo de Medellín, ciudad de ganado y poetas

JUAN MANUEL ROCA Los ladrones nocturnos
Traducido del español (Colombia) por François-Michel Durazzo. Myriam Solal, 79 páginas, 19€

De la madurez, Juan Manuel Roca, 63 años, escribió: “Palabra que se enuncia con cierto énfasis y mucha solemnidad, cuando se tiene más amigos en las tumbas que en los bares.” Ensombrerado, amante de compartir una copa entre conversaciones, dotado de una cabeza de hombre orlada por la experiencia y y un humor cáustico, uno de los poetas más interiores de Colombia resulta radicalmente desprovisto de solemnidad. Algo de astuto evoca Ulises, siempre encontrando su isla y sus viejos parceros: “Es notable la gloria de Nadie: no tuvo antepasados bajo el sol, bajo la lluvia, no tiene raigambre en Oriente ni Occidente. Ni hijo de Nadie, ni nieto de Nadie, ni padre de Nadie, pequeño cónsul del olvido.”

Nació en Medellín, que era un lugar más rural que urbano. Aun había ladrones de ganado, el río no había muerto por contaminacion, los pájaros migratorios aterrizaban en su valle. Un tío, Luis Vidales, muy marcado por la poesía francesa, dio inicio a la vanguardia escribiendo un libro, Suenan Timbres, cuando apenas se iniciaba el surrealismo europeo. A su sobrino, le leía a François Villon, a Rimbaud y sobre todo al peruano César Vallejo. Los dos últimos se convirtieron en los robles a la sombra de los cuales escribió su galope mental: “Yo tuve un caballo. Era su crin espesa./ Sus ojos diurnos en la noche./ Yo tuve un caballo antes de nombrar espejo en casa de ciego.”

Luego anduvo por Cuba. Escribió dos crónicas sobre el cementerio de la Habana y el de Père-Lachaise. Luego de abandonar sus estudios de filosofía, manejó una librería en Medellín y dirigió una galería de arte en Bogotá. Tiene algo de bohemio sin postura. Empezó por escribir cuentos, pero rápidamente “entendí que quería más cantar que contar”. Sus poemas son austeros, también marcados por el sentido aforístico de René Char y los fantasmas de Juan Rulfo, “el contador con el voltaje más poético de nuestro continente, que sinembargo nunca abandonó el lenguaje hablado”: “yo me siento, literariamente, más nativo de Comala que de Macondo.” Leer a Vallejo le enseñó “que la poesía no es una acumulación de sentimientos sino una traducción de uno hacia los otros. Es la posibilidad de crear máscaras, de tomar distancia de una poesía confesional”.
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Vallejo escribió maravillosos poemas sobre la guerra de España. El anarquismo español es para Roca “uno de los momentos gloriosos de la historia humana”. La poesía perpetúa la esencia de este momento. Como éste, actúa en tiempos de penuria, “porque si la poesia no tuviera razon de existir durante los tiempos miserables, entonces jamas hubiera existido, ya que todos los tiempos de la historia han sido de penuria”. Sobre su país, recuerda una cita del colombiano José Eustasio Rivera, autor de La Vorágine: “jugué mi corazón al azar y se me lo ganó la violencia.” Comentario: “En Colombia, la guerra siempre viene después de la postguerra. Nuestros poetas nacen como hijos de la violencia, aún si no la mencionan. Los colombianos estamos divididos entre la realidad y el deseo. Se trata de un país duro pero dionisíaco, donde podemos encontrar en una esquina el beso o el cuchillo. Los mejores chistes se cuentan en los velorios.”
Ph.L.
Periódico “Libération” Francia, edición del 11 de noviembre del 2010.

Traducción: Gregory Tricoire.
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Livres 11/11/2010 à 00h00
Roca et ses potes
Critique
Les vers intérieurs d’un natif de Medellín, ville de bétail et de poètes
Réagir
Par PHILIPPE LANÇON
Juan Manuel Roca Voleur de nuit
Traduit de l’espagnol (Colombie) par François-Michel Durazzo. Myriam Solal, 79 pp., 14 €.
http://www.liberation.fr/livres/01012301556-roca-et-ses-potes
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De la maturité, Juan Manuel Roca, 64 ans, a écrit un jour : «Parole qui s’énonce, avec une certaine emphase et beaucoup de solennité, quand on a plus d’amis dans la tombe que dans les bars.» Coiffé d’un chapeau, amateur d’eau-de-vie et de conversations, doué d’une tête d’homme ourlée par l’expérience et comme encaustiquée d’humour, l’un des poètes les plus intérieurs de Colombie semble radicalement dépourvu de solennité. Quelque chose de rusé évoque Ulysse retrouvant toujours son île et ses vieux potes : «La gloire de Personne est remarquable: il n’a pas eu/ d’ancêtre sous le soleil, sous la pluie, il n’a de racines ni en/ Orient ni en Occident. N’est ni fils de Personne, ni petit-fils/ de Personne, ni père de Personne, petit consul de l’oubli.»
Il est né à Medellín, un lieu alors plus rural qu’urbain. Il y avait des voleurs de bétail, la rivière n’était pas morte d’être polluée, des oiseaux migrateurs se déposaient sur la vallée. Un oncle, Luis Vidales, très marqué par la poésie française, lança ici l’avant-garde en écrivant son livre-manifeste quatre ans avant celui du surréalisme. A son neveu, il lisait François Villon, Rimbaud et César Vallejo. Les deux derniers restent les chênes à l’ombre desquels il a écrit son galop mental : «J’avais un cheval. Il avait le crin dru./ Des yeux diurnes dans la nuit./ J’avais un cheval avant de dire miroir.»
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Son père était diplomate. Ils vécurent à Paris, à Madrid. Plus tard, on l’a vu à Cuba. Il a écrit des textes sur les cimetières de La Havane, du Père-Lachaise. Après des études de philosophie, il a tenu une librairie à Medellín, ouvert une galerie d’art à Bogotá. Il a quelque chose de la bohème sans la posture. Il commence par écrire des nouvelles, mais, assez vite, «j’ai compris que je voulais plus chanter que conter». Ses poèmes sont austères, également marqués par le sens aphoristique de René Char et les revenants de Juan Rulfo, «le conteur le plus poétique de notre continent, parce qu’il n’abandonne jamais le langage parlé» : «Je me sens beaucoup plus citoyen de Comala que de Macondo.» Lire Vallejo lui a appris «que la poésie n’est pas une accumulation de sentiments, mais une traduction de soi vers les autres. C’est la possibilité de créer des masques, une distance».
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Vallejo a écrit sur la guerre d’Espagne de merveilleux poèmes. L’anarchisme espagnol est pour Roca «l’un des moments glorieux de l’histoire humaine». La poésie perpétue l’essence de ce moment. Comme lui, elle agit par temps de pénurie, «car si elle n’existe pas dans ce temps-là, alors elle n’existe pas, puisque la pénurie est au cœur de la vie». Sur son pays, il rappelle une phrase du colombien José Eustachio Rivera, l’auteur de la Voragine : «J’ai joué mon cœur au hasard, et j’ai récolté la violence.» Commentaire : «En Colombie, la guerre vient toujours après l’après-guerre. Les meilleurs poètes naissent comme enfants de la violence, même s’ils n’en parlent pas. Les Colombiens sont très divisés entre la réalité, cruelle, épouvantable, et le désir éperdu d’aimer. C’est le pays sauvage, dionysiaque, où l’on peut rencontrer au coin de la rue le baiser, la farce critique et le coup de couteau. Les meilleures blagues s’y racontent dans les funérariums.»

sábado, 13 de noviembre de 2010

LA POESÍA ES LA LIBERTAD. PREMIACIÓN DEL CONCURSO NACIONAL. Casa de Poesía Silva.

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Portal-blog complementario a NTC ... Nos Topamos Con ... .
http://ntcblog.blogspot.com/ , ntcgra@gmail.com Cali, Colombia.

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LA POESÍA ES LA LIBERTAD
Concurso Nacional de Poesía
CASA DE POESÍA SILVA
PREMIACIÓN
, http://www.casadepoesiasilva.com/ganadoresconcurso.htm
BOGOTÁ, Noviembre 11 de 2010.
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La Casa de Poesía Silva adoptó como su logotipo institucional el monograma con las iniciales de José Asuncion Silva, diseñado por el propio poeta. http://www.casadepoesiasilva.com/monograma.htm

http://www.casadepoesiasilva.com/ (Nov. 12, 2010) (Click sobre la imagen para ampliarla y hacerla legible. Click en "Atrás" en la barra para regresar al aquí)


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ACTA DE PREMIACIÓN.
Jurados: Maruja Vieira, Jotamario Arbeláez y Miguel Méndez Camacho
Fuente: http://www.casadepoesiasilva.com/ganadoresconcurso.htm
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(Click sobre la imagen para ampliarla y hacerla legible. Click en "Atrás" en la barra para regresar al aquí)
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ACTA
LA POESÍA ES LA LIBERTAD
Concurso Nacional de Poesía

http://www.casadepoesiasilva.com/ganadoresconcurso.htm
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El 4 de noviembre de 2010, los poetas Maruja Vieira, Jotamario Arbeláez y Miguel Méndez Camacho, jurados del Concurso Nacional LA POESÍA ES LA LIBERTAD, luego de haber analizado los poemas seleccionados por un pre-jurado que leyó los 1.474 trabajos provenientes de las diferentes regiones del país y del exterior, decidió entregar los seis (6) premios, los cuales se relacionan al azar por cuanto no hay distingo de categorías:

• La historia negra de la cumbia , escrito por Alejandro, registro # 1135
• Soldado de fortuna , escrito por Pseudo John Donne, registro # 830
• Un corazón , escrito por Tristan Trilce, registro # 281
• El viaje de regreso , escrito por Mac Gyvez, registro #63
• Un breve espacio para la insurrección , escrito por Erwin, registro # 1006
• Expediente , escrito por Camilo Dias-Bar, registro # 758

Y el jurado elige tres (3) menciones en orden numérico, para que puedan hacerse acreedores a los premios que no hayan sido reclamados dentro de los plazos previstos por el Concurso.

1.- Los hombres que recién…, escrito por Tuny Sanitario, registro # 518
2.- Leyenda , escrito por Majomi Viarme, registro # 442
3.- A orillas de un árbol de caucho , escrito por Inconcluso Referó, registro # 323

Para constancia, firmamos en la ciudad de Bogotá, a los
4 días del mes de noviembre de 2010,

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CUADROS y DETALLES
(Click sobre la imagen para ampliarla y hacerla legible. Click en "Atrás" en la barra para regresar al aquí)
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GANADORES:

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MENCIONES:
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BOLETÍN DE PRENSA DE LA CASA.
De: casadepoesiasilva@casadepoesiasilva.com
Fecha: 12 de noviembre de 2010 15:09
Asunto: PREMIACIÓN DEL CONCURSO NACIONAL LA POESÍA ES LA LIBERTAD

Para: NTC … Nos Topamos Con … http://ntcblog.blogspot.com/ ,

Boletín de prensa

PREMIACIÓN DEL CONCURSO NACIONAL
LA POESÍA ES LA LIBERTAD


Voces interpretando poemas de Paul Eluard y Miguel Hernández sobre la libertad, fue el preámbulo para la entrega de los seis (6) premios de dos millones de pesos cada uno, del concurso nacional que sobre la libertad propuesto por la Casa de Poesía Silva para festejar el bicentenario.
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El jurado del Concurso de Poesía, conformado por los poetas Maruja Vieira, Jotamario Arbeláez y Miguel Méndez Camacho, luego de haber analizado los poemas seleccionados por un prejurado que leyó los 1.474 poemas, decidió otorgar a los premios así:

NOMBRE Y APELLIDOS
SEUDÓNIMO

POEMA
Diego Hernández
Alejandro
La historia negra de la cumbia
Enrique Serrano López
Pseudo John Donne
Soldado de fortuna
Andrés Camilo Torres Estrada
Tristan Trilce
Un corazón
Larry Guillermo Mejía
Mac Gyver
El viaje de Regreso
Erwin Daniel Suaréz Rodríguez
Erwin
Un breve espacio para la insurrección
Hernando Enrique Sánchez G.
Camilo Dias-Bar
Expediente
Así mismo el jurado eligió tres menciones de reconocimiento, para que puedan hacerse acreedores a los premios que no hayan sido reclamados dentro de los plazos previstos por el concurso.
NOMBRE
SEUDÓNIMO
POEMA
Luis Fernando Castaño Arcila
Tony Sanitario
Los hombres que recien han salido de ese lugar
Manuel Pachón
Majomi Viarme
Leyenda
Hellman Giovanni Pardo López
Inconcluso Referó
A orillas de un árbol de caucho


Por considerarlo de interés como difusión de la nueva producción poética del país, transcribimos los poemas ganadores:
VER: http://www.casadepoesiasilva.com/ganadoresconcurso.htm

La historia negra de la cumbia


El gozo hirviente del baile
negro rompió las cadenas de
sus piernas con el éxtasis
clandestino de la elegancia de
las manos. Adornó con sus
curvas el blanco colorido de
las faldas y sonó su voz con
la profundidad india de las
gaitas largas. Colmó su
libertad de atarrayas
extendidas y sus tiempos de
alegría de cumbiamba y
garabato. En un mayo de
aguacero y de machetes
afilados sus antorchas fueron
faros de mar a candela viva.

Diego Hernández
(Alejandro)






Soldado fortuna

Troya ha caído. Aquiles está muerto.
La copa de la gloria esta deshecha.
Mi espada es hoy bastión del enemigo.
Las monedas que obtuve se han perdido,
Yacen bajo las piedras del desierto.
Entretanto,
Deambulo por los campos
Esperando beber el vino nuevo.
Mi capa, ya raída, ha quedado rendida
Bajo el peso del tiempo.
Soy libre. Voy desnudo. Veo el sol en el cielo.
Descubro que estoy vivo,
Y pago el alto precio.
Soldado de fortuna, descarriado,
Ignoro el bando al que he pertenecido.
Mi sombra me persigue. Estoy cansado.
La sangre coagulada
Me ha formado una costra sobre el cuerpo.
Pero a mí no me asquea.
Apenas, por las noches,
Aterido, perdido, con un gesto
Revuelvo mis recuerdos en la tierra.
Su faz oscura, tenebrosa, tétrica
Me lava de mis cuitas y mido.
Mis heridas se curan lentamente
Mis lágrimas se secan. Las lacras no me pesan en el pecho.
Duermo inquieto en el suelo, con mis muertos,
Que hablan y se quejan de mis sueños
Con gemidos amargos.
Pero al volver el día hallo consuelo
Y la luz me bendice con su hielo,
Contemplo las encinas y las hayas
Que fueron pasto del fuego
Las hormigas me corren por el cuerpo.
No sé por dónde iré, si acaso vengo.
Qué importa, ya sabré;
Vendrá otro tiempo.

Enrique Serrano López
(Pseudo John Donne)




Un corazón
Libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguien
Luis Cernuda

En cualquier momento será de noche, pero no dejaré de moverme.
Y yo arrastraba una guitarra que no sabía tocar por la carretera 61 que se dibujaba sobre la arena. Y también quería una trompeta para gritar contra el mar y el silencio corriéndome entre las piernas como una ola. Y pensaron y pensaste que encontrarte era el fin del camino, la compañía del camino, una mano para atravesar el desierto. Dijeron: acá creerá tener la eternidad.
Entonces por qué no dejaba de moverme.
Dijeron y pensaste: porque no es ella. Pero yo no buscaba compañía, yo quería un camino. Yo vuelo y odio esta ciudad. Yo estoy entre las aguas, cantando con la garganta llena de sal, danzando de tu nombre a tu nombre. Estoy corriendo tu cuerpo entre lo erigido y lo arruinado, a punto de decir algo. Yo estoy entre el universo y tú, en la contracción y dilatación del fuego incurable. Estoy arrastrando este poema, estoy al borde tuyo, no me hagas bajar de la noche.
Yo estoy ahogando el mar de lo posible.
Alguien que no sabe pensó que el destino era el lugar donde mueren los trenes.


Si llego a parar, la noche va a detenerse: Ícaro todavía está volando hacia el sol. Por eso el silencio es rasga aunque nunca supe de bailes.
Y sigo bailando.
Contigo ya nada quedará por hacer pero el viaje nunca habrá terminado.

Andrés Camilo Torres Estrada
(Tristan Trilce)

El viaje de regreso

ven
siéntate a la sombra de mi canto
susúrrame en parsi la lengua de mis padres
cuéntame del buey almizclero
que reta el invierno en Canadá y Noruega
dame la voz del oso gris y el lobo blanco
que en la noche de plata declama su alma a los Cárpatos
háblame del límite en el horizonte
que has encontrado al regresar
y de ese viaje que hacemos contra la muerte
todo el tiempo
háblame del éxodo divino
que alimenta nuestra sangre
cuéntame de los ritos donde el hambre caza hombres
mientras el sol cómplice se esconde
bronceando las islas sanguinarias en Grecia
al otro lado del mundo
dime de los sellos en tu pasaporte y corazón
dame los ritos de los hombres a los dioses politeístas
háblame de Mindo donde las mariposas abanican sueños
y la realidad parece parpadear en el aleteo de su danza
dime cuántas naves tiene tu nombre
y en cuántos puertos naciste de nuevo
abrígame con tus manos que ampollaron pájaros rabilargos
en las costas del Caribe
describe sobre el pentagrama de mis palmas
la melodía de esos dinosaurios sublimes
dime de los planetas que escuchaste en la Suecia azul
y del amarillo Estocolmo
donde un hombre de apellido Forsberg
sostiene para siempre en su mano su destino
dime de esas minas al sur de América
que entierran esperanzas y ambiciones
dame la voz del carbón padre del diamante
háblame de ese renunciamiento vano en los cristales
canta sobre la preciosa piedra que olvida su raíz materna
canta tranquila de las rutas del desierto
dime sobre esos seres que semejan estatuas
y sobre esas criaturas que parecen de viento
dame el último coro de los cisnes en Finlandia
dame el silencio de las jirafas en Zimbabwe
tú flor uniforme vestida de madre
flor amable donde encierras libertades
dame el grito de Extremadura en la voz de la guitarra
dame la castañuela en la voz de la mirada
dame el susurro nabateo del Al Deir
el susurro cansado del Nilo y el Mar Rojo
Turquía Chipre Líbano Siria Israel Jordania
y el látigo ciego de la libertad humana
cuéntame de los millones de indios
enterrados en las montañas
cuya entraña catacumba
ahoga el grito de los sueños
dame el mapa del laberinto en el cuello de la luna
dame los ojos de Dios
en las cataratas del guagua esfinge de Riobamba
baja del Pichincha la voz de hierro
que azotó legiones para ser libre
devuélveme el calor
y la alucinación de la hoja masticada
y la ceniza viva
quemando por dentro
como infierno propio
al cruzar Los Andes
en caminos de piedra y piel de nativo
dame las carnes en que el sol y la luna
tallan la historia cruel del tiempo
dame las dos cuerdas de mi padre quechua
que cantó en silencio la amenaza del Runtún
háblame de esa imagen que asustó a mi hermano
háblame en arameo de esa imagen de cruz y ficción
dame el grito ronco de los trenes que llevan oro
dejan muerte y traen vacío
qué hermosos sueños al calor de una sílaba de té
dame entonces la voz del tambor navajo
ahora que nacer ha sido un exilio de la muerte
ahora que duermen los enemigos del alma
dame un deseo de viaje
o una mano tuya de finos dedos
como manecillas de juventud
dame la voz del verde amor
y dime que nos vamos a volver
en una playa a la entrada del Perú
tomando vida y pisco
en los arrecifes de Máncora
en los cráneos del señor de Sipán
dame la rosa nueva de la amistad eterna
dame la voz de todos tus viajes
creo que ambos necesitamos un amor
que trabaje preferiblemente para National Geographic.

Larry Guillermo Mejía
(Mac Gyver)


Un breve espacio para la insurrección

Mis movimientos son limitados en el poco espacio que dejan mis ataduras.
Derrotado.
Voy de nuevo tras líneas enemigas.

Hace un tiempo declaré la independencia de mis actos.
Renuncié a los opresores de un empleo y unas deudas.
En un modesto acto decreté mi libertad.
No tengo estampa de caudillo,
ni había terminado de redactar la constitución
cuando la guerra comenzó.

Sitiado y a falta de lo más elemental:
un poco de agua y un refugio;
me batí en retirada hasta tener que claudicar…

En la celda donde pago mi insurrección
solo me queda un espacio entre las letras.
Solo en mis escritos queda libertad.


Erwin Daniel Suárez Rodríguez
(Erwin)


Expediente

Doña Javiera Londoño en 1757 estaba loca,
atada a una silla con su rosario en la mano,
mirando con ojos vacíos el valle de Arbí,
cuando la vio cruzar.
Dicen que sonrió por vez primera en muchos años.

Pedro Romero, “El Matancero”,
en 1812 se topó con ella
cuando vagaba por las miserables calles amuralladas de Cartagena de Indias.
En 1874 doña Soledad Román
caminaría por las mismas calles,
sintiendo como dardos la maledicencia de la gente.
Dicen que en las arcadas, el “Tuerto” López escribió en su honor un
/poema a Satán,
y un organillero en la plaza de Bazurto le compuso una canción
que hablaba de una jaula al revés.

El 20 de julio de 1810 José María Carbonell,
-dicen-,
después de soliviantar la chusma de las chicherías de Las Cruces,
la encontró en un corrillo de artesanos,
antes de emprender el camino hacia la horca
y el olvido en el “Huerto de Jaime”,
sin saber que sobre una estatua suya abandonada y sin nombre
se arrullarían las palomas.

Cuando la suerte estaba echada,
el 28 de octubre de 1816 Francisco José de Caldas,
al que llamaron “El Sabio”,
encerrado en el panóptico,
desde el ventanuco de su celda
la vio cruzar como una estrella fugaz.
“Más vale tarde que nunca” dizque dijo.
Años después una bola de fuego bajaría del valle
hasta su natal Popayán,
y un loco al que llamaban “Chancaca”,
bajo el Puente del Humilladero,
tocaría para ella un bambuco
con su flauta de carrizo.

El delirante de ojos como fuego cruzó al galope frente a ella
y pudo más la corona de laurel
que la amante que solo pedía que la amaran.

El abogado la confundió con el orden
el 17 de octubre de 1829
tres golpes de sable en la cabeza
fueron suficientes para dejar sin vida al joven Córdova,
el héroe de Ayacucho,
sin que nadie después se acordase
por qué fue que lo mataron.

La suerte le fue adversa dicen unos,
y los que invocaron su nombre en un escudo
no sabían quién era
-nunca lo supieron-
y acuñaron monedas con su rostro
que imaginaron
coronado por un gorro encarnado.

Otros en su ambición
levantaron alambradas en la manigua
anunciando con sus fusiles en alto
su nombre,
el de ella,
la vilipendiada del frente de mi casa
que ama y sueña la paz para ella y para todos
como el mayor de los bienes…

Hernando Enrique Sánchez G.
(Camilo Dias-Bar)

martes, 2 de noviembre de 2010

SER POETA. Por Eduardo Escobar. /// Q.E.P.D. Por Jotamario Arbeláez

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Ser poeta es...
Por:
Eduardo Escobar

El Tiempo .com 12:09 a.m. 02 de Noviembre del 2010
http://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/eduardoescobar/ser-poeta-es_8255506-4
. Impreso Nov. 2.

Hace años, en tiempos del primer nadaísmo, un poeta (se llamaba Federico) escribió en un folleto, uno de esos folletos austeros que publicaba por su cuenta para sentirse vivo: "ser poeta es estar armado en la requisa". La definición nos gustó tanto, que Gonzalo Arango la incluyó en la revista del nadaísmo más tarde.

De algún modo, las palabras de Federico Villegas casaban bien con los textos primerizos de la alegre pandilla. Con el Terrible Manifiesto Trece, por ejemplo, que Gonzalo acababa de editar en un papel amarillento de la peor clase. En los comienzos de la cándida revuelta, allí se reivindicaba para el poeta, en un mundo no sé si más inocente o en una vida más fácil de cargar, el derecho al desorden, a la crápula, a la impaciencia y el deber de no dejar una fe intacta ni un ídolo en su sitio. Gonzalo se autonombró entonces profeta de una nueva oscuridad.

El Terrible trece manifiesto recordaba que los nadaístas asaltábamos a los transeúntes en las altas noches de la ciudad de la eterna primavera por el gusto de verles el espanto y de avergonzarlos mientras se hacían en los pantalones. Y otro montón de bestialidades inspiradas en Maldoror de Lautremont quizás. Entonces nos preciábamos de locos, geniales y peligrosos. Y gozamos con la apreciación.

Convencidos a pie juntillas con la fe de los desesperados de que la poesía puede mejorar el mundo y de que íbamos en efecto a cambiarlo con la Plegaria nuclear de un cocacolo, el poema emblemático de la fraternidad, escrito por Amílcar Osorio cuando todavía firmaba Amílcar U. O con la Sonata metafísica para que bailen los muertos, los versos de ascendencia romántica que Gonzalo leyó en el todavía Museo de Zea en la primera lectura pública de los nadaístas. Somos una revolución al servicio de la barbarie. Decíamos.

Pronto el mundo nos mostró su carácter irredimible y la poesía nos impuso un papel más modesto. Ahora, en un mundo enloquecido, bárbaro de veras, sin evangelio, donde todos andan armados, ser poeta es más bien andar limpio en la requisa. Cuando todos se afanan, obnubilados, por la codicia y las ganas de brillar, cuando el éxito de un hombre se mide por el ruido que hace y su prosperidad por la cantidad de cosas que posee y cuando todos tienen algo sucio que esconder entre el último cuchillero de los bajos fondos y los alcaldes mayores y los menores y sus contratistas y el párroco y el cardenal del Banco Vaticano lo mismo que el pequeño usurero de barrio. Cuando perfectamente enloquecidos por los impulsos del viejo animal de presa unos muchachos son capaces de asesinar tres niños como si fueran chuchas, ser poeta es estar limpio en la redada. O aún mejor, volverse invisible. Ahora creo que eso llevó a Gonzalo a renunciar al nadaísmo en un momento crítico de su vida. Y a escribir los textos póstumos de Providencia, minimalistas, despojados de adornos y de falsas retóricas, que sus amigos condenamos como una traición al movimiento.

Quizás debemos volver a los viejos valores que combatimos, incluso irrespetando la poesía y poniendo patasarriba el lenguaje y la lógica. Al sermón de la montaña y no al Zaratustra de Nietszche. A una feliz opacidad cuando todos aspiran a fulgurar, a una cierta mansedumbre cuando todos se pisotean y a una incierta sensatez por descubrir cuando todos quieren dominar pero desconocen el orgullo de servir.

Pero quizás ya es imposible. Y solo queda esperar en el milagro. O en la catástrofe apocalíptica que venga a purificar el planeta de los desmanes del rey de la creación. Eso le decía yo a Gonzalo que pasaría. Aunque él pensaba el terror no podía salvarnos, sino el amor. Porque el amor une, me decía, mientras el terror tan solo amontona.
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Intermedio

(Q.E.P.D.)

Jotamario Arbeláez
Columna de mañana, Nov. 2, 2010, en El País, Cali. Agradecemos al poeta la primicia enviada ayer. "...por su conducto a mis más queridos amigos ...", nos dice.

En 1968, décimo aniversario de la constitución del movimiento más inmóvil y más eterno que diera el siglo que ya murió, en los baños turcos del hotel San Francisco de Bogotá, donde disfrutaba de las carencias de la vida conspirando con margaritas por cortesía de su propietario el ‘negro’ Manuel Corrales (q.e.p.d.), Jorge Child (q.e.p.d.), mientras trataba de quitarle la toalla al senador Nacho Vives (q.e.p.d.), se burlaba de mí porque a los nadaístas ningún conmilitón se nos había muerto.

La vida era por entonces demasiado muchacha para traernos más desgracias que las propias del existir. Alzados en contra de todo, hasta del sistema solar, inverecundos tragalibros, tumbalocas y acabarropas, éramos considerados reos de impunidad perpetua en virtud de nuestro extravío, y ahí estaba la poesía para impedir que alguien nos hiciera el cajón. El cura guerrillero Camilo Torres había caído, qué dolor que dolor qué pena, pero nuestro aliado Diego León Giraldo (q.e.p.d.) se había encargado de inmortalizar su sueño en una película.

Por esos mismos días del año de las revueltas juveniles universales tuvimos nuestra primera baja en el poeta más joven del mundo, Luis Ernesto Valencia, teenager, arrollado por un carro de carreras (q.e.p.d.), y Gonzalo Arango (q.e.p.d.) hizo una colecta entre los amigos para que pudiéramos enterrarlo en algo apenas más grande que una caja de fósforos. Ocho años después la muerte en ruedas frenó la carrera de taxi del profeta, quien acababa de reconciliarse con su carnal Amílcar Osorio (q.e.p.d.), luego de una enemistad que habría durado milenios. En el interregno Amílcar volcó el tocador de sus afectos en la artista de la chatarra Feliza Burnsztyn (q.e.p.d.). Para evadir esta suerte macabra se habían marginado del movimiento ‘el nadaísta de Cartago’ (q.e.p.d.) y Guillermo Trujillo (q.e.p.d.). Y a Taganga fue a parar Kat (q.e.p.d.) a encender el último toque sin regreso a la realidad. Pero antes de que se desatara la mortandad Dariolemos (q.e.p.d.) le enviaba sus poemas a Alfredo Sánchez (q.e.p.d.) para que se los publicara en Esquirla (q.e.p.d.). Porque hasta los periódicos terminan por morir como sus fundadores, cuando se les agota el papel asignado.

En los últimos tiempos, contemplando cómo se desangra el país, habíamos descansado de asomarnos al hueco donde caen los poetas cuando resbalan. Pero recibimos la esquela del exilio terrestre del colega José Manuel Arango, Aquel que esperaba y esperaba / pero no sabía lo que esperaba / y era la muerte, autor de los cantos más decantados de la actual poesía colombiana. Y de carambola nos enteramos de la suspensión de la partida que apostaba con la existencia Saturnino Ramírez, quien manejaba el taco con la misma perfección que el pincel, artista con la más asombrosa capacidad amatoria en las estancias que lo vieron agigantarse, y con una desenfrenada vitalidad que regurgita en su obra soberbia. Fin de fiesta: en los postreros años se les cortaron la luz y el aire al pintor de las islas Samuel Ceballos, al novelista de “El amor en grupo” Humberto Navarro, al poeta de “Golpe de dados” Mario Rivero, al de los “Sinónimos de la angustia” Alberto Escobar, y al cuentista de “Cándido réquiem” Jaime Espinel . (Notica de NTC ...: Ver texto siguiente*).

No digo como ese poeta que a pesar de haber sido mi amigo lo ha vuelto a ser, que ”ahora tengo más amigos en los cementerios que en los bares”. Ya le conté mientras bebíamos que dije que lo decía porque sus amigos preferían morirse antes que tener que beber con él.

Con la desaparición de los amigos uno se va quedando en los puros huesos. Y cuando se vaya el último el planeta habrá perdido su razón de seguir contigo. E irá siendo la hora de pedir la cuenta definitiva en los bares. Así que no nos apresuremos a llenar el baloto, perennes nadaístas que continuamos cantando en la edad tercera -Elmo Valencia, Jaime Jaramillo Escobar, Eduardo Escobar, Pablus Gallinazo, Armando Romero, Jan Arb-, que vivir en la tierra es la mejor estación del cielo, que queda mucho rayo de sol para calentarnos, nuestras últimas armas por entregar así sean unos besos calamitosos, y que en algún lugar del mundo se nos está preparando una cena inconmensurable.
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* 'Agua de luto', antología de Jaime Espinel
Un oprobio inmarcesible

Por: EL ESPECTADOR . (en la edición impresa aparece Francisco Velásquez Gallego como autor)

EL ESPECTADOR .com , Cultura 1 Nov 2010 - 10:00 pm http://www.elespectador.com/impreso/articuloimpreso-232634-un-oprobio-inmarcesible , Impreso Nov. 2
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Texto de Francisco Velásquez Gallego, publicado en http://neonadaismo-victorbustamante.blogspot.com/2010/10/francisco-velasquez-y-nota-sobre-jaime.html . Incluye video. (No entendemos lo de la autoría asignada a El Espectador)

Una mirada crítica a la publicación del libro del último de los nadaístas, recién fallecido.

Jaime Espinel, conocido como Barquillo, desentrañó la jerga de los bandidos y los sitios vedados por el hampa.

El último de los nadaístas en conservar el espíritu generacional libertario y literario de los poetas y narradores vinculados a ese movimiento, Jaime Espinel, -mi grande amigo, recién muerto-, fue objeto de un oprobio inmarcesible. Los editores del libro que le publicaron y que fue una antología personal de cuentos, introdujeron una nota previa al texto completo de su prosa, diciendo, -palabra más, palabra menos-, que el escritor que irían a leer a continuación no sabía escribir.

Jaime tuvo poca suerte con la publicación de sus cuentos. Todos difundidos por las universidades, porque como marginal que fue siempre, no tuvo proximidad con las editoriales comerciales, que no ven en el libro sino el producto o resultado del interés mercantilista. Pero jamás le había ocurrido lo que le pasó con esta impresión de su cuentística esencial.

Imagínense una nota previa del editor hablando de legibilidad o de uso de mayúsculas, signos de interrogación o de exclamación, o peor aún de paréntesis no cerrados en una novela de William Faulkner, Malcolm Lowry, James Joyce, Samuel Beckett diciendo que había inconsistencias literarias y formales de la construcción lingüística en tales maestros, porque utilizaban sus propias herramientas para escribir.

Fernando González se lo puntualizó a su hermano cuando quiso suprimirle frases a la edición de su libro acerca de los pantaloncitos de Tony en El remordimiento: "El libro tiene que quedar tal como me nació, sin cambios, sin supresiones, porque si no, tendríamos sermonario para señoritas histéricas... Todo es esencial en mi libro. Si suprimiste, renuncio a la publicación". (Marzo 19 de 1935)

Un libro es un todo. No meramente el proceso de elaboración digital, de corrección de su ortografía y de recomendaciones gramaticales, sino que supera la mera reproducción técnica. Hay que ser un editor que cavile con la propia expresión del autor y sepa dónde dirigir sus pasos ante las inquietudes que le sugiera el texto. Que haya leído al autor, que lo conozca, en una palabra. Con Barquillo, -así conocido popularmente-, no se consideró algo al respecto. El academicismo hirsuto (cercado de púas y rejas) de los editores de una universidad tan prestante como la Eafit no hizo posible desentrañar el estilo de Espinel y se le descartó la posibilidad de entender que esa es la escritura de quizás el mejor de los cuentistas que escribió sobre Medellín y el país en los años finales del siglo 20. Jaime fue el creador literario que mejor desenvolvió la jerga de los pandilleros y bandidos que tanto despertaban su interés literario y vital.

No es entonces gratuito lo que afirma el poeta Juan Manuel Roca cuando destaca precisamente esos logros de Barquillo con el lenguaje:

"En Agua de luto nos encontramos con un escritor cuya raigambre parte directamente de su entorno, de la exaltación de la cultura popular, pero que sabe cuidarse de dosificar su argot, pues la temporalidad de la jerga marginal, a cada momento renovándose, también acecha volviendo transitorios lenguajes que se consideraban vigentes".

Y consigue desentrañar el ambiente donde transcurren los relatos: "Como en una galería de espejos deformes, una legión de seres y de sombras chinescas deambula por la ciudad de Medellín, por sitios vedados donde el hampa canta una canción de olvidos. Barroco, poblado de alusiones que podrían ahogar el texto, Espinel salva sus cuentos de la asfixia gracias al hilo secreto con que teje sus historias, un hilo fuerte como el cáñamo. La gran virtud narrativa de Espinel está acaso en esa manera de encarar la realidad, con un sesgo burlón y a la vez amoroso. Textos que proceden acaso de una tradición oral de barrio, de la crónica roja, de esos héroes marginales que alternan fútbol y bar con bandoneón de fondo, hombres fronterizos que oscilan entre sueños de gloria, cuchillos o disparos. (Boletín Cultural y Bibliográfico, Banco de la República, Número 1, Volumen XXI, 1984)

Pero los correctores del libro recién editado no tenían elementos para descubrir y describir lo anterior sino que se ciñeron a los tradicionalismos de la facilidad en aras a entregar otro nuevo producto comercial que entregar al catálogo de publicaciones del prestigioso fondo editorial.

Hoy nuestro Barco debe revolcarse en sus cenizas porque, como marginal que fue, toda su intensa vida cayó en manos de personas que ni siquiera lo habían leído antes para saber de quién se trataba y así darle expresión debida a su actuar creativo en la producción de sus elaboraciones y decires.

Dicen los editores que "no se unificó el uso de los signos de exclamación e interrogación, que en muchas ocasiones no son utilizados con el rigor que exige el idioma español. Tampoco el uso de los guiones cortos y medianos dentro del texto, que no obedece a una lógica que se pueda establecer a posteriori... lo leemos, dentro de su intención de unir las frases, como una corta huida hacia lo inconcluso. Se conservó la ausencia de comas en lo que puede considerarse enumeraciones simples y entre oraciones yuxtapuestas, y también el trocamiento de palabras que posee un efecto de interacción y complementación del sentido, que permite apreciar que se trata de una intención y no de un descuido".

¿Qué dirían sobre esa nota autores como nuestro premio Nobel de literatura al escribir El otoño del patriarca, porque podrían darle igual tratamiento, o Julio Cortázar, o el Jorge Luis Borges de Hombre de la esquina rosada?.
Bendita seas academia aunque así nos mates...

Editar es conocer todos los dispositivos disponibles para elaborar un libro, en este caso. No es saber corregir ortografía, algo de gramática y vulnerar el estilo del escritor que es en última instancia el que define su particularidad y su modo de ser y de narrar en la escritura.

Y es impensable que un editor desconozca la obra de quien es el objeto de su pesquisa necesaria en el adecuado proceder para su cabal y digna publicación.

Y para agravar la cuestión tampoco la portada se compadece con el contenido del libro. ¡Pero si apenas lo leyeron en pruebas para aceptar su impresión, qué iban a encontrar tema de los ámbitos trabajados por este auténtico narrador antioqueño¡

El academicismo quita vida a la realidad. Y si es ejercido con ortodoxia se convierte en ramplonería de la peor especie. Lástima tanta gente aprendida que no aplica a la existencia el sentido común que parece ser el menos común de los sentidos.
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Actualizó : NTC … / gra, Nov. 2, 2010. 9:05 AM
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