jueves, 28 de abril de 2011

El último adiós a Gonzalo Rojas. Por Juan Manuel Roca. El Tiempo, Abril 28, 2011.


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'LOS DÍAS VAN TAN RÁPIDOS', SOLÍA DECIR

Juan Manuel Roca fue invitado por los hijos del poeta chileno a las exequias de su padre.

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Juan Manuel Roca fue invitado por los hijos del poeta chileno a las exequias de su padre.

'LOS DÍAS VAN TAN RÁPIDOS', SOLÍA DECIR

Y bien, a partir de ayer, se nos escondió la figura de Gonzalo Rojas Pizarro, como en uno de los juegos de su niñez, pero se nos aparecerá a cada tanto, cuando nos tropecemos ocasionalmente con un hombre libre y callejero, con la dureza de un rostro de minero, con un caballo montado por un fantasma, con la mirada socarrona de Quevedo, con una tarde fugaz y sonora como un relámpago, esa palabra que iluminaba sus sentidos con solo escucharla.

El recinto de Bellas Artes donde lo velamos es imponente, casi contrastante con su lenguaje, solo le quita solemnidad la gorra de marinero o de ferroviario, ustedes dirán, que al final del acto ha puesto momentáneamente sobre el féretro su hijo Gonzalo Rojas May.

Antes de llevarse su cuerpo hacia la morada final en Chillán, ese cuerpo que anduvo el mundo entero a sus anchas, el cuarteto Andrés Bello tocó una dulce pieza musical, el poeta Jaime Quezada proyectó unas palabras sentidas y profundas en nombre de los escritores chilenos, el también poeta y amigo de Rojas Óscar Hann leyó el bello poema Carbón, homenaje al padre que viene de la mina tras la lluvia, con "olor a caballo mojado", y el poeta mapuche Jaime Huenún convocó el poema Sebastián Acevedo, uno de esos libertarios poemas muy suyos, que a veces son como palabras inmoladas.

A partir de hoy, buscaremos en vano la figura de Gonzalo, su rotundo paso sin pausa por las letras. Pero muchos de sus paisanos no olvidarán los encuentros que propició en la década de los setenta en Concepción, donde trabajó febrilmente trayendo a escritores como Carpentier, Cortázar, Fuentes, Sábato, a dialogar con Neruda,Teitelboim y Parra, entre otros escritores chilenos.

Otros lo recuerdan como al poeta de un erotismo frutal, como el actor desprevenido del documental Al fondo de todo esto duerme un caballo, realizado por Soledad Cortés, o como el acumulador de premios, el de su colega de Lepanto entre ellos, o como amigo y partícipe del legendario grupo Mandrágora, surrealismo en ristre, o "como el más amigo de nuestros maestros", al decir de Floridor Pérez, uno de los poetas encarcelados por el tiranosaurio Pinochet, que ahora mismo lee otro poema de Gonzalo.

Cruzan frente a su féretro académicos, escolares, poetas, pintores, músicos, arquitectos, todos amigos de Gonzalo o de su poesía, que es otra forma de la amistad. Todo un pueblo numeroso y conmovido acude al recinto de Bellas Artes.

A partir de hoy se nos esconderá la figura de Gonzalo Rojas. Se esconderá en el parque de los Artistas, donde mora Claudio Arrau, luego del responso de rigor. Se esconderá él, de puro caprichoso que es, pero no su palabra, esa palabra que asaltó un buen discurso escrito y leído por el ex presidente Ricardo Lagos, de estirpe gonzaliana, y otro que escribió el actual presidente, Sebastián Piñera, que, antes que mandatario, ha sido un reconocido editor.

Otro de los legados de Rojas, aparte de su lección de humanismo y vitalidad, de su poesía y su terquedad de piedra, reposa por un breve tiempo en los anaqueles de su vivienda, veinte mil libros que la familia Rojas May, con tino y sobriedad entregará por deseo expreso de su padre, para que, como toda biblioteca, salga a la calle, sea "un organismo vivo" en varios lugares, para que sus páginas den su vuelta al mundo en algo más que ochenta días. Algunos, incunables; otros, acunados y acuñados de vieja data, testigos de 93 años de ejercer la libertad y el humor, el amor y el rigor, a un mismo tiempo.

Me resulta emotivo y honroso que sus hijos hayan querido que viniera desde Colombia a decir unas palabras en su velación, tal vez por el afecto que nos unió, pero sobre todo por venir de un país que siempre lo consideró un compatriota en el mapa de la poesía, uno de los más grandes renovadores de la lírica hispanoamericana. Este fue mi puñado de palabras, antes de su viaje de regreso a Chillán:

Manojo de silencios

Para Gonzalo Rojas

Si hay algo a lo que siempre se opuso Gonzalo Rojas Pizarro fue a convertirse, como tantos otros peregrinos de la poesía, en un novio de la muerte. Para ello, no se blindó con la coraza del miedo, sino con la razón de quien sabe sacar del socavón de los días, como lo hacía su padre minero, trozos de luz para ayudarnos a habitar, por un tiempo más, el oscuro laberinto.

Creo que Gonzalo sigue ejerciendo su carácter libertario, ese que lo llevaba a festejar la infancia del relámpago, su fugacidad atronadora. "Los días van tan rápidos", solía decir, devorado por un hambre de lejanía y una sed de mañanas.

Volvemos a su poesía como se vuelve a un pozo de amor y libertad. Ahora mismo esconde, tras su sonora risa, un par de alas, la voz de quien oficia la religión sin feligreses, que es la verdad, una verdad pulsada y diseminada sin otro beneficio que agitarla, una verdad inventada a riesgo de ser declarado reo ausente de la más mísera realidad.

Por esa vocación de habitar y ser habitado por la verdad y por los otros es por lo que pudo expresar con llaneza su "Paul Celan soy yo", como poniéndose en la piel de uno de los amenazados por las manos sucias y necrosadas del nazismo. Por esa misma vocación, siempre sostuvo un pulso con los que se abrogan el derecho a matar o a desaparecer, decisiones que toman mientras miran con impaciencia su necrómetro.

Nunca, antes de que me tropezara con Gonzalo Rojas, me encontré con alguien tan indiviso entre decir y hacer, entre el hablar y la escritura, entre el pecho bien habitado y el ademán fraterno y generoso que tenía para sus congéneres poetas.

En uno de sus tantos espléndidos poemas, Cuerdas inmóviles, nos conmina ante el ausente a no llorar: "¿qué sacan con llorar?, / con ser, qué sacan?, el resurrecto es otra cosa/ y ahí va remando despacito". ¿Por qué no pensar que Gonzalo rema, ahora, despacito, como un barquero de sí mismo? Yo lo veo al remo de sus versos, de esa gran barca de imágenes espléndidas con las que nos dotó para el camino.

Gonzalo, aunque usted nunca entendió la poesía como un ejercicio de mesianismo, bueno es decirle que más que como una prótesis, que más que como un remedio de un viejo terapeuta de los caminos, su palabra y sus sonoros silencios viven en nosotros, hasta nueva orden.

Sobre Juan Manuel Roca

Poeta y cronista nacido en Medellín, en 1946. Doctorado Honoris Causa en Literatura, de la Universidad del Valle. Ha publicado más de una veintena de libros.

JUAN MANUEL ROCA

Especial para EL TIEMPO

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De navegaciones-e en nuestro "potrillo a vela" ( 1 ),

martes, 12 de abril de 2011

Juan Manuel Roca en Cosmopoética. Entrevista en EL DIA DE CORDOBA, España. Abril 10, 2011.

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Juan Manuel Roca



"El poeta es un pastor de abismos, alguien decidido a correr riesgos de todo tipo"



El autor de 'Testamentos' y 'Temporada de estatuas', una de las figuras mayores de la literatura colombiana actual, destaca la buena salud de que goza la poesía hoy en día en América Latina



Alfredo Asensi / Córdoba http://www.eldiadecordoba.es/ Actualizado 10.04.2011 - 09:39 http://www.eldiadecordoba.es/article/ocio/947694/poeta/es/pastor/abismos/alguien/decidido/correr/riesgos/todo/tipo.html . . Imágenes relacioandas, click AQUÍ.


El poeta Roca en COSMOPOÉTICA 8 , http://www.cosmopoetica.es/ , 6 al 10 de Abril 2011, Córdoba España. http://www.cosmopoetica.es/invitados/221-juan-manuel-roca (Esta foto y la tercera se toman de la web de Cosmopoética, http://www.flickr.com/photos/cosmopoetica/with/5613079376/ , con carácter de difusión cultural. La segunda del periódico)


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-¿Qué papel representa en su poesía el escepticismo?



-La poesía es más que una forma de la certeza, una de las máscaras de la duda. Todo pasa por el meridiano de la duda, que es hermana siamesa del escepticismo. Quien cree cerreramente en una verdad, de equivocarse lo hace también de manera contundente. No es del rigor de la poesía la búsqueda de verdades inamovibles. Así como una verdad mal dicha se vuelve mentira (dígalo si no el realismo socialista), una ficción bien expresada puede convertirse en un arquetipo de realidad, como lo sabía bien el buen mentiroso de Lepanto. La poesía, me parece, podría inclusive fingirse escéptica, desconfiada de lo que pomposa y presumidamente llamamos la realidad, con el fin de desanudar dogmas. Lo asertivo es más propio del aforismo que del poema. Cuando alguna vez le preguntaran a Bertrand Russell si sería tan consecuente de morir por sus creencias, con una mirada de escéptico irredento exclamó: "No, podría estar equivocado". Personalmente, me nutro tanto de la savia del escepticismo que lo primero que pongo en duda es que lo que escribo pueda llamarse un poema. En cuanto a la verdad verdadera, me seduce más una verdad que por su rango estético se haga creíble. "También la verdad se inventa", decía don Antonio Machado.


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. -¿Y la paradoja?



-Todo lo que me atrae encierra paradojas. Yo creo que a un poeta habría que dotarlo desde sus inicios, más que de un buen repertorio de palabras, más que de una carga profunda de lecturas, de viajes o del manejo de otras lenguas, de un catalejo para mirar el reverso de las cosas. Un poeta de mi país, Luis Vidales, dice que por medio de los microscopios los insectos miran a los sabios. Si para algunos es clara la paradoja de que la arquitectura es música congelada, para mí lo es que el poema, estando construido con palabras, aspire al silencio.



-¿Concibe la poesía sin riesgo?



-Yo creo que el poeta es un pastor de abismos, alguien decidido a correr riesgos de todo tipo y no solamente ideológicos, por supuesto. Cuando digo el poeta digo el artista en general. Si el hombre fuera en esencia un ser satisfecho, sencillamente no habría existido el arte. La insatisfacción es de la misma materia de la poesía y en esto, a contravía del aturdimiento general que se ha ido instaurando en un mundo gregario, el riesgo es inevitable. El mayor de los riesgos no está en sentirse en el inxilio, esto es, en el exilio interior, ni en que la búsqueda lo conduzca al vacío, ni en la posibilidad permanente de ser declarado escapista, un reo ausente de la realidad. Es peor el riesgo social de ser sacralizado como alguien que debería salvar el mundo, darle luces, como esos guías a los que se sigue con entusiasmo al precipicio.



-¿La poesía ofrece alguna fórmula para comprender el mundo actual?



-El filósofo intenta comprender el mundo. Sin que sea totalmente antinómico, ya que la poesía es una forma del pensar, no es el deber del poeta. El mesianismo no es lo suyo ni lo asiste un deber ser. Quizá, como el fabricante de espejos, sólo termine por agregar más horror al horror y más belleza a la belleza. Pero cuando es grande la poesía y grande su creador, la palabra poética se vuelve compañía, una especie de prótesis para andar por el mundo, sin necesidad de fórmulas para entenderlo.




-Es usted un poeta de imágenes. ¿Cómo surgen? ¿Qué porcentaje de ellas nace de la contradicción?



-Casi siempre nacen de una atmósfera, mucho más que de una idea, aunque a veces se conjuguen esas dos estancias. Las atmósferas son para mí estimulantes: una tonalidad, lo que rodea a las cosas sin definirlas, una niebla, un claroscuro, un desdibujo, lo que para los pintores habita más en la paleta o en el tubo que en la realidad objetiva, me estimulan. Así como hay pintores del habla, como los expresionistas alemanes, Trakl entre ellos, como quien dice poetas que pintan con palabras, hay poetas del color y de la levedad, como Chagall, que hacen poesía con sus trazos y analogías. Blaise Cendrars decía que, al despertarse, Marc Chagall tomaba una iglesia y pintaba con ella, tomaba una vaca y pintaba con la vaca, que pintaba con todas las pasiones. Lo hacía por ser un gran hacedor de metáforas pintadas. Imaginar es crear imágenes. Como no sé pintar, intento hacerlo con palabras. Y sí, muchas de ellas nacen de las contradicciones, del choque del adentro y el afuera.



-¿Cómo se combinan en su poesía lo real y lo imaginario?



-En verdad no soy muy consciente de cómo ópera esto. Pero sí creo, con Nabokov, que cada vez que se mencione la palabra realidad, ésta debería ir entre comillas. La poesía es el entrecomillado de la realidad, una manera de dudar de ella que paradójicamente la confirma, como le ocurre al pobre Gregorio Samsa. Ahora, creo que el desprestigio de la realidad y la exaltación casi religiosa de lo imaginario no son categorías estéticas sino ideológicas. Vivimos en un mundo y soñamos en otro, así que estos dos planos, aun de manera inconsciente, asaltan la literatura y también la poesía, que muchos consideran, no sin buenos argumentos, una obra de ficción. Lo que sí se es que me guía en cualquier caso un deseo profundo de claridad.



-¿En qué tradición poética se reconoce?



-A lo mejor estoy pensando con el deseo, pero me gustaría estar en la tradición de los poetas insumisos, y si no cito nombres es por no querer ni remotamente ponerme a su altura. Tengo un corazón libertario y es, sobre todo, a esos poetas de estirpe ácrata, que a veces aparecen hasta en bandos insospechados, a los que vuelvo con mayor entusiasmo. De esta tradición, y para contradecirme a mí mismo en eso de no dar nombres, hay uno muy grande en América Latina: un resabiado chileno llamado Gonzalo Rojas.



-¿En qué momento se encuentra la poesía en Colombia y en América Latina?



-Goza, tanto en Colombia, como en buena parte de América Latina, de muy buena salud. Son diversos sus caminos, no es una coral cantando la misma tonada, pero sobre todo es una poesía renovadora que hace mucho dio la vuelta a la esquina de la ceguera histórica, que no es otra cosa que la ceguera impuesta.



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NTC ... ENLACES:






*** BIBLIA DE POBRES, Canto a los propios despojos. Por Santiago Espinosa. , http://ntc-libros-de-poesia.blogspot.com/2010_10_03_archive.html





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