miércoles, 15 de enero de 2014

LA PARTIDA DE AMIRI BARAKA Y LEROI JONES. Por Juan Manuel Roca. La despedida de esa alta torre de vigía, de humanidad, llamado Juan Gelman.

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LA PARTIDA DE AMIRI BARAKA Y LEROI JONES

En los últimos años la impaciente ha segado a notables poetas, voces grandes que  acompañan en medio de nuestras cotidianas miserias. Héctor Rojas Herazo, Gonzalo Rojas, Antonio Cisneros y hace unos cuantos días Amiri Baraka.

No acababa de escribir, a petición del Movimiento Poético Mundial, esta nota a propósito del fallecimiento de Baraka, cuando se nos vino la despedida de esa alta torre de vigía, de humanidad, llamado Juan Gelman.

Un mazazo, sin duda duro de asimilar, uno de esos “golpes tan fuertes en la vida” como diría César Vallejo, que instalan en la garganta una súbita mudez, un involuntario tartamudeo.

Comparto estas palabras y evocaciones sobre el poeta Amiri Baraka.

LA PARTIDA DE AMIRI BARAKA Y LEROI JONES

Juan Manuel Roca

Texto publicado en la página del Movimiento Poético Mundial,
http://www.wpm2011.org/es/node/422


Fue en los ruidosos años sesentas cuando Leroi Jones, el poeta negro americano, “el mejor de todos” según Margaret Randall, empezó a dejar oir su inequívoca voz desde una parte de su país que recibía los aires revolucionarios del “Black Power”, las revueltas ya míticas de hombres y mujeres como George Jackson y Ángela Davis. Y, por supuesto, años turbulentos cuya banda sonora era la palabra soñadora y vigorosa de Malcolm X.

El “Black Arts Moviment” y también la generación “Beat”, renovaban las costumbres y ponían un acento libertario en cada una de sus aventuras estéticas y políticas, a las que aunaban un tono de canción.

Muchos años después de que Leroi Jones ya fuera un poeta decisivo en el escenario poético de Estados Unidos, optó por dar de baja su nombre de pila para trocarse en Amiri Baraka, continuador y profundizador de una poética insumisa, cuando ya empezaba a languidecer y acartonarse, entre otras, la figura impulsora de  la corriente “beat”, Allen Ginsberg.

Lo conocí, o sería mejor decir los reconocí, a Jones en su poesía traducida a nuestra lengua en decenas de antologías, y a Baraka en su casa de Newark una noche del verano de 1992, tras un viaje en tren con el traductor Tim Pratt. Fue como sentarse con el poeta y su antifaz, y esto me hizo recordar unos versos suyos de “Un poema para Willie Best”, de su etapa primera: “Un renegado/ detrás de una máscara./ E incluso/ la máscara, un renegado encubre”.

Esa poesía vertiginosa, humana y desamortajada, nos llegaba a Colombia a ramalazos desde el corazón del Village en un gran fresco verbal que entremezclada las imágenes de Ferlinghetti y Gregory Corso y a veces nos subíamos a una novela de Kerouac (“En el camino”, “Los vagabundos del Dharma”), como a un tren donde esperábamos encontrar a un paria tocando en su armónica una suave canción de Bob Dylan.

Muestra del talante libertario de Amiri Baraka, y esto me lo dijo mientras sonreía y mostraba el amplio teclado de su dentadura, se remite entre otros hechos memorables a su expulsión del ejército norteamericano, “por indeseable”.

Que el ejército más indeseable del planeta expulse a un hombre por remolón y por no entrarle con ganas a las órdenes siempre ligadas a “la banalidad del mal”, ya hablaba muy bien de mister Jones, una suerte de Bartleby con gorra de soldado.

Entre 1963 y 1965 radicaliza su quehacer poético, al abandonar la música blanca de las palabras para volcarse en la musicalidad negra de ellas, buscando en sus raíces y empieza a acompañar sus lecturas con músicos negros, variopintos intérpretes y creadores del jazz y del blues.

Lo entrevisté en 1992.

Recuerdo de mi visita y entrevista a Baraka su casa solariega en Newark, ese poblado con fama de loco y vocinglero, la calidez de su saludo y su voz pedregosa, la tonalidad melódica de su esposa, una bella mujer descendiente de negros e indígenas cherrokee, las bellas máscaras africanas colgadas en muchas de sus paredes, la chimena llena de libros en el espacio para la leña, como si se tratara de una metáfora sobre el fuego de la poesía y, en un sitio de privilegio del salón, una mola diseñada por las manos de alguna indígena cuna.

A mi pregunta sobre el significado del blues en su poesía, Amiri Baraka me dijo que se trata de una continuación histórica, que el blues es la memoria musical de los negros y que su nombre proviene del color azul de Guinea que usaban los esclavos.

Cuando le menciono a Malcolm X y le pido una palabra que lo designe, me mira con fijeza y de la misma manera responde. “Fuerte. Pero aún así lo mataron”.

Todas sus respuestas son rotundas, asertivas pero nunca carentes de humor, negro, naturalmente. “Los norteamericanos aman la poesía. No la poesía de la academia derechista, hecha para estupidizar a la gente. Están interesados por la muerte, porque la muerte es predecible. En cada época, cuando ha habido un levantamiento político, éste ha estado siempre apoyado en los artistas, y en esos momentos la poesía es la vanguardia. Por ejemplo, el rap es la continuación de los años 60. El rap es la poesía popular”.

Luego me hablaba del descubrimiento que hizo muy joven de un continente, así lo calificaba, llamado Federico García Lorca, leído en las traducciones que hiciera el poeta Langston Hugues. Esas lecturas del poeta andaluz las acompañaba a ratos de música gitana. También leyó a Neruda. Me cuenta emocionado de su primer viaje a Cuba seis meses después del triunfo de la Revolución, de su interés en dos poetas latinoamericanos: Roque Dalton y Otto René Castillo.

Entre otras cosas, le cuento que el día anterior tuve una reunión con un grupo de muchachos latinos, objetores de conciencia que se niegan a enrolarse en los respectivos ejércitos de sus países, y aprovecho para preguntarle, precisamente, cómo fue esa célebre expulsión suya del ejército norteamericano.

Vuelvo a reproducir sus palabras: “Fui meterólogo y bibliotecario en ese servicio militar. Me mantenía como librero nocturno, pero con mi arma siempre a discreción. Con un grupo al que llamábamos “la gallada”, cerrábamos la biblioteca, poníamos música y nos emborrachábamos. ¡Ah!, eramos todos “unos grandes intelectuales”. Después de escuchar a los clásicos también escuchábamos absortos a Charlie Parker, para desquitarnos. Nada de música militar. Las óperas de Stravinsky y luego, blues y más blues. Nunca nos pillaron porque yo tenía la llave. Era como tener mi propia Academia: música, trago, libros. Por el licor era por lo que esto podría llamarse en verdad una Universidad: no hay nadie más serio que un borracho. Me expulsaron después de la Academia  y luego de la fuerza aérea. Dijeron que yo era comunista, pero en esa época yo era budista. Alguien mandó una carta acusándome de marxista. Entraron a mi habitación, me encontraron “El Capital”... y adiós. Pero yo leía de todo: budismo, poesía, de todo. Me echaron: yo estaba rematadamente feliz. Me sacaron del grupo de aviadores y me pusieron a tender las camas de los oficiales”.

Y bien, acaba de morir a sus 79 años Amiri Baraka, sucesor de Leroi Jones, su alma siamesa. Aún lo veo en su casa de Newark entre músicos, o en las calles de Medellín, entre muchachas y poetas. Uno de los grandes insumisos se suma al coro de ausentes.

Emociona saber que así como hay miles de estrellas muertas en el cielo que siguen alumbrando, también hay miles de poetas muertos que nos siguen, de la misma manera, alumbrando.

Así ocurre con la palabra luminosa del poeta Amiri Baraka.

Bogotá, enero 13 de 2014

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Subido el 23/04/2007
Memoria audiovisual del Festival Internacional de Poesía de Medellín

Alguien voló en pedazos a América (Amiri Baraka, EE.UU.)

http://www.youtube.com/watch?v=k5mBGE--MtQ
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Amiri Baraka "Un Poco Loco". Video

http://www.youtube.com/watch?v=mekNy7o3-JE

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Murió Juan Gelman, el hombre que escribió la revolución, el dolor y el amor
AZUL. La mirada reflexiva y melancólica de Gelman en noviembre de 2011. /DPA
Fue uno de los poetas más importantes del país. Ganó el Cervantes en 2007. Visitó la Argentina por última vez en agosto, 
cuando presentó su libro "Hoy" en la Biblioteca Nacional. 
Supo hacer alta poesía con palabras comunes, como casi nadie, y llegar al corazón de millones.
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A manera de NTC ... HOMENAJE y MEMORIA. EVENTO MUY RECIENTE: 

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*** 8 de enero, 2014, Cartagena, 7:00 P.M.
--- "Del amor", del gran Juan Gelman. Lectura de los poemas por Juan Manuel Rocacon el bandoneón de Rodolfo Mederos, director del montaje, con el contrabajo de Sergio Rivas y la guitarra de Armando de la Vega. En el ciclo "Música del Nuevo Mundo" del  VIII Festival de Música de CartagenaLugar: Auditorio Getsemaní del Centro de Convenciones. Las entradas son a precios populares. Es un gran homenaje al extraordinario poeta argentino