martes, 23 de octubre de 2012

Rescatado por la poesía. Por Jotamario Arbeláez. La sociedad de los poetas muertos. Por: Piedad Bonnett

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Rescatado por la poesía
 Jotamario Arbeláez ( 1 )
Intermedio. El País, Cali, Octubre 24, 2012 


Sigifredo López y Jotamario Arbeláez en la presentación del libro “El poder de la esperanza”

La poesía sana. Qué más poema que el dinámico "levántate y anda". La poesía salva.  Qué más poema que el condicionante "El que esté libre de pecado tírele la primera piedra a la pecadora". La poesía crea. Qué más poema que el creacionista "Hágase la luz". La poesía libera. Qué más poema que el imperioso "Retírate, Satanás." La poesía redime. Qué más poema que el glorioso "Hoy estarás conmigo en el Paraíso."
          He conocido poetas que hacían llover -como el "brujo" Simón González cuando era Gobernador de las Isla-s, para disolver una protesta pública. Y poetas que impiden que llueva, como el contratista del Festival de Teatro de Fanny Mikey. Poetas que con sus versos le han dado vueltas al mundo, amado y esposado princesas y amasado fortunas. Poetas noveles que terminaron de Nóbeles. Un poeta exclamó a la muerte de un tirano "Mi pluma lo mató".
          Otro amigo, Sigifredo López, sufrió lo indecible por parte de la guerrilla, que lo secuestró por 7 años con once compañeros de la Asamblea, y por parte de la Justicia, que lo encalabozó tan pronto lo soltó la otra, acusándolo de autosecuestro, secuestro y asesinato de sus amigos, como quien diría el peor criminal de la historia, a la faz del mundo y de su familia. De lo prijmero y de lo segundo lo han salvado sucesivos milagros, manifiestos en Dios y la poesía. Al extremo de poner al Fiscal general, y a los investigadores policiales que lo acusaron sin suficiente prueba, a presentarle rendidas excusas públicas.
       Él me cuenta que en su inicial circunstancia desventurada la poesía cumplió una labor de sanación, porque un secuestrado es como un muerto en vida. En una vida lamentable, de encadenado. La poesía le sirvió para vivir -según sus propias palabras- para sanar heridas, ya que todo lo de afuera, tanto pasado como futuro, era doloroso. Doloroso era pensar, recordar, escudriñar el futuro, anhelar, soñar. En cambio la poesía le servía para conjurar el dolor. 
          Se le daba un cuaderno para un año, y un esfero. Pero él, que a pesar de no fumar recibía su ración periódica de cigarrillos, los iba cambiando con los guardianes por nuevos cuadernos para llenar con sus poesías. Donde se reiteran los temas de la lejanía, el olvido, la nostalgia, la tristeza, la desesperanza, el suicidio, la muerte, la añoranza, el regreso, pero siempre el amor por sobre todas las cosas, a su esposa, a su madres, a sus hijos.
          En varias ocasiones le decomisaron sus cuadernos y se los quemaron. Por lo que decidió memorizarlos. Cada día dedicaba horas a repetirlos mentalmente del 1 al 10, del 11 al 20, hasta lograr salvar cien, que son los que publicará en próximo libro, titulado "Rescatado por la poesía".
           Continúa diciéndome que la calidad de sus versos la juzgará el futuro -que es el único fiscal confiable-, pero que la función que esos poemas cumplieron fue mantenerlo con vida. Y con fortaleza para enfrentarla. Ya que es la labor del poeta escribir para enfrentar al mundo que le duele. Y que en esa medida el hombre es poeta cuando sueña, cuando vive, cuando añora, cuando refleja su dolor. Esa actividad con la pluma le dio dignidad a su cautiverio. 
          Pero además de ocupar su tiempo con la poesía lo ocupaba orando, pues la oración es el poema cuando va a Dios. Porque en circunstancias difíciles el hombre se aferra a Dios. En la única opción de creer o no, él decidió creer y orar con la mayor intensidad y hasta tuvo experiencias místicas. La Virgen le habló y le dijo "El milagro está hecho". Acababa de ocurrir la "operación Jaque". Cinco meses después llegaba la noticia de su liberación, que para él no fue una sorpresa porque ya lo sabía. Durante esos cinco meses se había estado preparando para su liberación, "porque la Virgen me lo había soplado".
          A otros la poesía les sirve para promoverse en la tierra. Pero se necesita ser un poeta muy bien templado para lograr conmover el cielo, y gracias a la poesía regresar sano y salvo de su paso por dos infiernos.
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La columna se publicó en EL PAÍS, Cali, el 24 de Octubre de 2012. 
 Jotamario Arbelaez
http://www.elpais.com.co/elpais/opinion/columna/jotamario-arbelaez/rescatado-por-poesia
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La sociedad de los poetas muertos

Por: Piedad Bonnett ( 1 * )

El Espectador .com Opinión |20 Oct 2012 - 11:00 pm
http://www.elespectador.com/opinion/columna-382289-sociedad-de-los-poetas-muertos . Impreso, 22 Oct. 

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La muerte de los poetas, por importantes que éstos sean, apenas si son registradas por la prensa colombiana. Acaba de suceder con Antonio Cisneros, una de las voces más originales e imprescindibles de la poesía peruana: sólo dos periódicos nacionales dieron cuenta de ella en notas muy breves.

Afortunadamente su amigo Ricardo Bada se ocupó de hacerle un homenaje ocho días después en este diario —uno de los pocos que le abre un espacio a la poesía—. Pero si hacemos recuento de los poetas latinoamericanos desaparecidos en los últimos años —José Watanabe, Blanca Varela, Eugenio Montejo—, todos de primer orden, vemos lo mismo: su obra no existe para los medios y a menudo tampoco para las revistas o suplementos culturales. Pero, además, no es frecuente que se recuerde a nuestros poetas a partir de las fechas de nacimiento y muerte, y las reseñas de poesía son casi inexistentes. Tengo la impresión de que no sucede lo mismo cuando se trata de narradores, historiadores o artistas plásticos con obras relevantes.
Es verdad que los poetas, una vez consolidada en nuestras sociedades la mentalidad burguesa —pragmática y acumuladora—, perdimos el aura: eso ya lo dijo hace más de un siglo Baudelaire, haciendo ver también que, paradójicamente y por fortuna, esa pérdida nos ha permitido ser más independientes. Pero, ¿y la poesía? ¿Podría interpretarse ese desinterés de los medios como un indicio de que no ocupa sino un pobre rincón en nuestra cultura? El panorama no parecería, a simple vista, tan desolado: en Colombia hay festivales, una colección como la del Externado de Colombia, gestores culturales que, de forma casi milagrosa, crean grupos de lectores de poesía en regiones apartadas, pequeños editores que se arriesgan a editarla, casas de poesía y una que otra revista especializada… Pero esas manifestaciones, casi todas debidas a esfuerzos de individuos o pequeños grupos, son tan sólo prueba de que la poesía ni ha muerto ni morirá, de que siempre habrá un pequeño ejército de cultivadores de este género y de seres que sienten la necesidad de expresarse en su particular lenguaje.
Si vamos un poco más lejos, sin embargo, vemos que las cosas no son tan halagüeñas: la editorial Norma, que tuvo una espléndida colección bellamente editada, la terminó abruptamente hace ya mucho. También cerró la suya la Universidad Nacional. Y lamentablemente el Estado no publica, desde hace años, una colección con la obra más importante de los poetas muertos. Un sondeo rápido nos revela, además, que en la escuela una mayoría de maestros sólo acerca a sus estudiantes a la poesía haciéndoles contar sílabas y nombrar figuras; que muchos padres creen que leer poemas es perder el tiempo; que una cantidad enorme de narradores, de historiadores, de psicólogos, nunca transitan por sus territorios; y que un montón de gente cree que hacer poesía es escribir palabras bonitas, y no lo que en verdad es: una manera de acercarnos al mundo por los caminos del pensamiento simbólico, haciéndonos sentir y ver realidades que otros lenguajes no permiten. “La poesía de un pueblo toma vida del habla y a su vez le da vida: representa su expresión más acabada de conciencia, poder y sensibilidad”, dijo acertadamente T. S. Eliot.
Y no se crea que ingenuamente yo espero que a todo el mundo le guste la poesía, porque tampoco a todo el mundo le gusta el fútbol o el cine o el sushi. Sólo me duele —tal vez, ahí sí, ingenuamente— que desde los escenarios que debieran propiciar su descubrimiento y su aprecio se haga tan poco por ella. Por fortuna, internet aparece cada vez más como opción divulgadora de la poesía. Mientras los medios tradicionales se desentienden de ella, y la escuela le teme, allí, al alcance de un clic, podemos encontrar tanto a Quevedo como a Wistawa Szymborska.