domingo, 28 de junio de 2015

Lo que piensa y siente Roca sobre la poesía. Entrevista. Papel Salmón, La patria, Junio 28. 2015. / NTC ... Registro

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Lo que piensa y siente Roca sobre la poesía  

Entrevista

Por Gloria Luz Ángel Echeverri*

Papel Salmón, La Patria, Manizales, 
Junio 28. 2015. Páginas 4 y 5

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No. 4
No. 5

Lo que piensa y siente Roca sobre la poesía  

Entrevista

Se puede crear una teoría general de las artes a partir de lo poético para decir que donde no hay poesía, no hay arte. 
Hay poetas que hacen pintura con la palabra. Donde se encuentra la gran libertad es en las artes. Reflexiones.

El más reciente libro de Manuel Roca, Asedios  a la palabra (Siglo del  Hombre Editores),  aunque en su segunda  parte trae varios poemas del  autor, no necesariamente es un  libro de poesía, pero sí dedicado  a ésta. En sus 304 páginas el  lector encontrará una pluralidad  de conceptos sobre la lírica: comentarios, anécdotas, descripciones...  Se puede decir que  es una obra de consulta, donde  hay “puertas para tocar y asomarse”,  sin embargo esta no fue  la intención del poeta antioqueño  al escribirlo. Él comenta que  existe otro con características  similares, Libro de las poéticas del  autor venezolano Juan Calzadilla,  quien lo animó a realizar  esta obra que contiene “muchas  visiones, inclusive encontradas,  de las poéticas”.  

El libro Asedios a la palabra  tiene en la primera parte  comentarios, anécdotas, descripciones  de la poesía…  

Quise hacer un libro que  tuviera un tono reposado, casi  conversado, a pesar de que haya  dentro de él algunas teorías  y reflexiones, además de una  serie de pesquisas por autores y  poéticas. Poéticas de Aristóteles  y Paul Valéry hasta llegar a los  expresionistas alemanes, pues  siempre me interesó estudiarlas  porque me parece impensable  que alguien que intente escribir poesía no haya reflexionado  sobre el lenguaje, sobre la  palabra y fundamentalmente,  sobre la poética. Creo que se  puede crear una teoría general  de las artes a partir de lo  poético para decir que donde  no hay poesía, no hay arte. Por  una lírica conversacional, de la  imagen, metafórica, hermética,  por muchos caminos se puede  llegar a hacer buena poesía y se  me ocurrió recoger reflexiones  que tuvieran ese carácter,  narrativas involucradas a  una historia, a un momento  específico de la vida de un  poeta o de un grupo de poetas.  El resultado fue Asedios a la  palabra que la mitad son esas  reflexiones y la otra mitad son  poemas míos que también se  preguntan por la poesía.  

En el libro relaciona la poesía  con las artes, pero sobre  todo con la pintura, ¿por qué?  

Lo que más me ha gustado,  claro que no es el único camino  que me agrada, es la poesía de  la imagen. De todas las formas  del pensar en la poesía la que  más me seduce es la que crea  imágenes, atmósferas, y eso  por supuesto está muy ligado a  la pintura. Creo que hay vasos  comunicantes fortísimos entre  todas las artes y casi  siempre es a partir de  lo poético, pero    algunas son inherentes a la poesía,  como la música. Cuando a  Mallarmé le fueron a decir que  le habían puesto música a un  poema suyo, dijo que creía que  ya tenía, que el lenguaje es música,  que la eufonía de las palabras  para el poema son música.  En el caso de la pintura yo sí  he hecho un seguimiento. Quizá  hay pintores que me han influenciado  más en mi escritura  que muchos escritores y poetas.  Por ejemplo, Marc Chagal quien  escribe poesía con la paleta y  cumple con muchos de los preceptos  de Italo Calvino como la  levedad. Y así hay poetas que  hacen pintura con la palabra  como Georg Trakl y los expresionistas  alemanes, uno lee sus  poemas y son llenos de color,  de cromatismo, de atmósferas.  Entonces, son como si fueran  pintores del habla, así como hay  poetas del color. Siempre me    pareció que había un camino  muy interesante en esos nexos  de la pintura y la poesía. De hecho,  grandes pintores escribieron  muy, pero muy buena poesía.  Cuando se lee a Gauguin y  sus poemas de Escritos de un salvaje  o Noanoa, uno dice, bueno  a lo mejor si uno hubiera hecho  pintura ya era suficiente con la  poesía. Chagal hizo grandes y  hermosos poemas en un libro  que se llama Mi vida que es escrito  en verso y es realmente  conmovedor. Muchos otros poetas  oscilaron su trabajo entre la  poesía y la pintura. Siempre me  llamó la atención esa cercanía y  hermandad tan grande que ha  habido entre pintores y poetas.

  POESÍA EN TIEMPOS DE PENURIA  Hay una palabra que se repite  mucho en el libro y es libertad.  ¿La poesía es libertad?  

Sí, yo creo que sí y entre más  vemos el mundo oprimido,  convulso, en una encrucijada  histórica, que crea tantos desalientos  sobre todo para las artes  que lo lleva a preguntarse para  qué escribir y en medio de un  mundo casi sin esperanza, en el  reducto donde uno encuentra  la gran libertad es en las artes.  Ahí se puede ejercer la libertad  de pensamiento, la libertad en    el más sentido libertario de la  palabra, de imaginar, de crear  imágenes. Sobre todo, de oponerse  a las fuerzas tan nefastas  que manejan el mundo, sin  necesidad de ser ideología, sin  necesidad de casarse con un  partido, de tener una voluntad  privativamente ideológica.  Pienso que la poesía se vuelve  como una resistencia espiritual  frente al horror, y lo que  más me seduce de eso es que se  puede hacer con plena libertad,  tal vez como la mayoría de las  artes que atienden al hombre  como centro de su interés. Para  mí en la palabra libertad de los  poetas de ahora en libertario  que son insumisos, que no son  cortesanos, que de alguna manera  tienen una actitud de arena  y no aceite en la maquinaria  del establecimiento, ahí hay un  segmento muy importante. Por  supuesto que hay los poetas  populistas, los de puño cerrado,  la poesía panfletaria que  generalmente ha sido nefasta.  Pero también están los que han  bordeado ese abismo y no han  caído en el fondo, como Yannis  Ritsos en Grecia o Nazim Hikmet  quien habló tantos años  de la libertad desde una cárcel,  como René Char el poeta de la  resistencia francesa o César Vallejo.  Y cito estos poetas porque  generalmente se ha satanizado  la poesía que toca lo social y lo  político. Satanizan la mala y se  olvidan de la buena que es quizás  la mejor del siglo XX. 

¿Por eso la poesía nace casi  siempre en tiempos de penuria?  

Creo que sí, que siempre ha  sido proporcional a eso. Al dolor  y a la miseria humana se le  ha opuesto siempre, de una manera  que no creo que sea programática,  la poesía. Tanto que  termino por preguntarme al revés:  ¿para qué poesía en tiempo  que no sea de penuria? En tiempos  que no lo son se vuelve un  adorno, una forma esteticista  y manierista de hacer un arte.  Paul Celan y otros poetas como  muchos de los expresionistas  previeron, con anterioridad a  los sociólogos y a los historiadores,  la llegada de la barbarie  nazi. Ellos lo intuyeron porque  el poeta está conectado con la  esencia del hombre. Creo que  en tiempos de penuria como  contrapartida paradójica se ha  hecho un gran arte en todas  las esferas, pero en la poesía es  muy rasteable.  

¿En este libro se refleja lo  que piensa, lo que sabe y lo  que exige de la poesía?  

Creo que lo que pienso, fundamentalmente,  y lo que sé o  más bien lo que creo saber, también.  Esas dos cosas se parecen  mucho. Yo le pido al poeta, al escritor  y al artista que coteje todo  con su adentro, con su corazón  más que con lo exterior como  las modas, y en esa medida se  da un grado de sinceridad, que  aunque no sea una categoría estética  es primordial.  Lo que siento y lo que pienso,  sí sin duda. Lo que le exijo  no tanto, aunque hay momentos  en que sí quisiera, sin ser  demandante ni ponerme en un  nivel superior para exigirle a  nadie nada porque no es esa mi  función, sí le pido: misterio, eufonía,  musicalidad y que haya  una palabra que corresponda  exactamente a lo que se quiere  decir. Cada vez me parece que  debe ser más sencilla, aunque no  directa, y que el deber del poeta  es encontrar en el inmenso pajar  del lenguaje la palabra justa.  Hablando de la palabra, el  otro día me preguntaban qué  palabras me gustaban. Del árabe  está algarabía, que me parece    hermosa, más allá de lo que  significa. Del vasco también  está aquelarre, tan sonora, la  palabra de la reunión de brujas.  Pero, la que más me entusiasma  y es por otro motivo diferente a  la belleza formal, es canoa. Fue  la primera palabra nuestra que  entró de la lengua taina al español  y quien la usó fue Colón en  los diarios. Me parece tan bello,  más que la palabra misma  que también es bonita, el hecho  histórico de que le hayamos devuelto  a España junto con las  carabelas que se fueron, una  palabra que se desliza por los  ríos del lenguaje, que es canoa.  Llegué a la conclusión de que si  me ponen a elegir una, me quedo  con canoa.  

MISTERIO  La mayoría de los poetas  que menciona en el libro ya no  están con nosotros, ¿por qué?  

Eso de estar en conversación  con los muertos, como decía  Quevedo, es una experiencia  muy singular, bien rara, porque  uno tiene familias electivas de  las que hacen parte fantasmas  de personas que ya se han ido.  Por decir algo, César Vallejo,  a quien acudo, lo leo, me ayuda,  es como una prótesis para  andar por el mundo. Pasa algo  maravilloso con las miles de  estrellas que están en el firmamento  y es que aunque están  muertas desde hace miles de  años, siguen brillando. Con  los poetas y los artistas pasa lo  mismo, hay miles de artistas  que ya murieron y sin embargo,  siguen alumbrando. Entonces,  es un diálogo con ese pasado.    Pero, por supuesto, hay muchos  poetas vivos que me emocionan  y algunos que conocí y ya  no existen como Gonzalo Rojas,  Héctor Rojas Erazo, Antonio  Cisneros, con los que hay una  hermandad en la palabra.

 ¿Qué cualidad debe tener  un poeta para tener esa imaginación  de ver cosas donde los  demás seres humanos no ven?  

Creo que varias cosas. Una  que es importantísima, como  para diferenciar un poquito de  la imaginación relacionada con  la narrativa, aunque la poesía y  ésta se hayan hermanado cada  vez más, es oído. El poeta sordo,  sin oído, hará textos que son de  prosa en forma versicular, pero  la poesía no aparece ahí. Otro es  dudar de la realidad inmediata,  saber o intentar ver lo que se  oculta, cómo cuando pasamos  frente a un árbol y la sabia está  subiendo por él, pero nosotros  no vemos sino el perro que lo  ronda o el niño que rompe una  rama, por eso el misterio es tan  importante en la poesía. El poeta  que no tenga el don del carácter  misterioso para crear lenguaje,  generalmente es muy pobre.  Otra cosa que debe tener un  poeta y eso se lo digo mucho a  los jóvenes, es terquedad, porque  nadie en la esfera de las  artes recibe más voces de desaliento  que el poeta: que se va  a morir de hambre, esa es la  primera, que no le van a publicar...  Por último, muchas lecturas,  hay poetas que piensan que  como el lenguaje nos pertenece  a todos y que como se aprende  a leer y escribir, juran entonces  que saben escribir pero no leen.  Hay jóvenes que dicen que les  basta con lo que ellos imaginan  porque no quieren ser influenciados.  Quien no tiene influencias  es un primitivo, hay que  tenerlas, pero hay que decantarlas  en beneficio de una voz  personal. 

 ***  Definitivamente Asedios a la  palabra es un libro que deben  tener las personas a las que les  interese la poesía, conocer sobre  ella, escribir y quien mejor  calificado para indicarlo que el  poeta antioqueño Juan Manuel  Roca.

domingo, 14 de junio de 2015

CARTA AL SEÑOR DE TRANSILVANIA. POEMA SIN FECHA DE VENCIMIENTO. Por Juan Manuel Roca

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POEMA SIN FECHA DE VENCIMIENTO

Juan Manuel Roca


Acaba de fallecer Christopher Lee *. En mi adolescencia de cinéfilo febril en el teatro América de Medellín y luego en el Olimpia de Bogotá, su figura dracúlea aterró algunas de mis noches. Escribí, ya cuarentón una “Carta al señor de Transilvania”, pero en realidad lo hice con la imagen de Lee en la cabeza. Ahora, tras el entierro del actor británico, a muchos de su corte de seguidores con Hugo Chaparro a la cabeza, nos asalta la duda de si no está simulándose muerto y que de pronto reaparezca en un coche negro en un camino de Transilvania. La primera película en la que hizo el papel de Drácula data de 1958. Tenía un acervo familiar propicio para hacer de vampiro, pues era hijo de una condesa y de un militar. Traigo a cuento el poema porque luego de más de dos décadas de escrito, la tinta de nuestros diarios no se coagula. Y que valga como un divertimento.



CARTA AL SEÑOR DE TRANSILVANIA

Salud, lejano, melancólico conde de vuelo enamorado, por acá cruzan doncellas de largo cuello, y yo sueño con entrar en la noches por sus blancos ventanales de estas damas, a su vieja usanza, a su inconfundible estilo.

Confieso que más que temido, siempre lo he envidiado.

Le doy cuenta de mi envidia: siempre quise ser espigado caballero envuelto en una capa cultivando rosas en un castillo de Rumania, fingido Rilke abonando la flor de mis silencios.

Los profesores, estoy seguro, los acuciosos profesores dirían de mis versos: la capa simboliza la noche, la rosa, la sangre derramada en Transilvania.

Pero no, vivo en un país carente de misterio donde no hay coches sin cochero en el pescante, esos coches que conducen a Nadie por el bosque, mientras se oye el resollar de los corceles.

En cambio, a usted le gustaría este lado de la tierra: todo es sombrío, estamos a punto de enterrar la risa y decretar la abolición de los cristales, porque acá la realidad es un vampiro: nunca se refleja en los espejos.

Y algo más: no tenemos un mercado de estacas para clavar en el pecho de los muertos, pues ellos gobiernan a su antojo.


Venga a nuestra ronda nocturna, venga antes de que la tinta de los diarios se coagule. 


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martes, 2 de junio de 2015

“La poesía es una resistencia espiritual”. ENTREVISTA. Asedios de la palabra (Para un arte poético). Juan Manuel Roca. ARCADIA, Junio 1, 2015

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ENTREVISTA  
“La poesía es una resistencia espiritual” 

Asedios de la palabra (Para un arte poético) Juan Manuel Roca 

ARCADIA, Junio 1, 2015

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ENTREVISTA

“La poesía es una resistencia espiritual”

El poeta, cuentista y ensayista Juan Manuel Roca ha publicado más de veinte títulos. Este año, durante la Feria Internacional del Libro de Bogotá, presentó ‘Asedios a la palabra’, un libro de poesía sobre poesía.

POR MARÍA CAMILA PÉREZ B.

En un pequeño café cerca de la Universidad Nacional, lugar donde se desempeña como maestro y donde en 2014 recibió un doctorado Honoris Causa, Juan Manuel Roca parece un verdadero bohemio: con su gabán color crema, una bufanda roja y su pelo blanco y crespo. 
Desde 1973 ha publicado poemarios, ensayos y cuentos, incluido el libro para niños Genaro Manoblanca, fabricante de marimbas (2013). En 2004 recibió el Premio Nacional de Poesía del Ministerio de Cultura. Tras la presentación deAsedios a la palabra (para un arte poético) durante la Feria Internacional del Libro de Bogotá, el escritor conversó conArcadia sobre el arte que más le apasiona: la poesía.


¿Qué tiene la poesía que no tienen géneros como la novela o el cuento?

Fundamentalmente tiene cosas que no tiene la novela, pero que sí comparte con el cuento. Me parece que el cuento y la poesía son dos hermanas siamesas en muchos aspectos porque hay una mayor contención del lenguaje, un ascetismo de la palabra, siempre tiene que estar pasando algo. En la novela se permiten tiempos muertos. Hay novelas extraordinarias en las que en la mitad del libro no pasa nada y sin embargo no son malas. El Ulises de James Joyce es una prueba de eso.

La poesía requiere de una contención que también le es común al cuento. Así haya una poesía narrativa, que la hay y es magnífica, ya que esos dos géneros se han unificado y complementado desde Baudelaire y el poema en prosa, que puede oscilar entre en cantar y el contar. Una novela no se puede permitir esa contención porque intenta explayarse de una manera mucho más vertiginosa, inclusive porque hay más variedad de sucesos y personajes.

Yo creo que se puede crear una teoría general de las artes a partir de lo poético para decir que donde no hay poesía no hay arte. La narrativa, el cine, las artes plásticas…lo que no contempla una poética para mí es dudoso. La poesía para mí es una forma de pensar que a veces se dan imágenes o ritmos o atmósferas, pero siempre hay un pensamiento alrededor de eso.


¿Con qué género literario se identifica mejor?Para mí, la mayor de las artes escritas es la poesía. Y me parece tal vez la más riesgosa y la aventura más auténtica, que no se busca por la luminaria, ni el micrófono, ni el aplauso. Muy pocos sellos comerciales publican poesía y aunque eso podría parecer un detrimento, hace que la poesía tenga una digestión lenta y varios estómagos. No como pasa con la novela que se les exige a los novelistas una anual y no se media el reposo ni la reflexión y por eso muchas de ellas hacen el tránsito de la edición al olvido.

A mí hay tres géneros que me gustan: el cuento, el ensayo y la poesía. Me parece que además son los tres géneros de las letras colombianas que para mí tienen un rango estético más alto que la novela. Uno puede hacer una gran antología de ensayistas colombianos, lo mismo con los poetas y cuentistas. Es más sincopado y dudoso el carácter de la novela.


¿Cómo cree que ha evolucionado su poética desde la publicación de su primer libro Memoria del agua (1973)?
Yo creo que Memoria del agua es un balbuceo de lo que después he intentado hacer. Digamos que hay una manera más consciente. Digo que es un balbuceo porque ahí está todo lo que después he intentado, no sé si bien o mal, desarrollar en los otros libros: un carácter elusivo del lenguaje, una preocupación por la imagen, una idea también de ascetismo del lenguaje, porque yo creo que la poesía demanda eso cada vez más. Cómo encontrar la aguja perdida en el pajar del lenguaje, encontrar la palabra justa, y yo creo que cada vez más soy menos barroco y más minimalista. Parece vanidoso pero alguien decía que uno cuando empieza a escribir escribe lo que puede y cuando avanza escribe lo que quiere. Eso suena muy prepotente, y no creo que sea así, pero sí creo que hay un manejo instrumental del lenguaje que te permite decir más cosas en menos palabras.


¿Qué escritores han influenciado su producción literaria?

Sin duda el que más me ha marcado en su visión del mundo es César Vallejo. Cuando yo empecé a escribir poesía era excesivamente vallejiano. Mi primer libro no lo publiqué porque yo quería ser César Vallejo y descubrí que eso era un imposible y me tocaba conformarme con ser Juan Manuel Roca y escribir lo que yo pudiera. César Vallejo para mí es la piedra angular de la poesía en nuestra lengua. Por supuesto un poeta como Arthur Rimbaud, que lo noté en la adolescencia y que logró tumbarme del caballo. Poetas como los expresionistas alemanes.


¿Cuál cree que debería ser la labor del poeta?

El poeta fundamentalmente es un traductor de sí mismo que, en la medida que logra hacerlo, logra traducir a los demás. Como esa frase de Rimbaud que dice “yo es otro”. Una idea que va en contravía de ese yo romántico y autorreferencial. Sobre eso me ha enseñado mucho Fernando Pessoa: la posibilidad de ser uno y ser varios. Considero que la poesía se basa en eso: recorrerse. En un explorarse como una forma de pensar.


En la Feria del Libro presentó Asedios a la poesía. ¿Por qué utilizar la palabra “asedio” en el título?  

Es un poco belicoso. Los asedios a alguien o a algo tienen también un carácter como guerrerista. Pero lo cierto es que un poeta es asediado por la palabra, pero también asedia a la palabra. Hay palabras que nos abren puertas y caminos y que nos están asediando, y de pronto aparece una palabra desconocida y se abre un territorio inmenso. Pero el poeta también asedia la palabra: quiere exprimirla y buscar sus esencias. Hay un lenguaje más allá del de todos los días que uno busca.


En el libro escribe que  “la noche es amplio recinto de la poesía”, ¿a qué se refiere con esto?

Me refiero a que la noche es un tiempo dubitativo donde las cosas están a punto de dejar de serlo temporalmente. Cuando cae la noche el perro deja de ser perro, el umbral deja de ser umbral, la mesa deja de ser mesa y se integran a un todo como la poesía. Porque la poesía también ama el desdibujo, entonces la poesía que no cuenta exactamente lo que ve sino lo que intuye, porque se mueve mucho en los caminos de intuición, está muy afincada en la nocturnidad. Yo siempre digo que el día está hecho para la desmemoria, para el ajetreo y para las pequeñas cosas grandes y mezquinas. Pero la noche está hecha para la reflexión, la intuición y para ese reino dudoso que propicia la poesía. Un poeta es siempre alguien que duda de la realidad y que quiere incluso modificarla a través del lenguaje.


¿Qué le hace falta a la poesía colombiana?
Creo que le hace falta un poco de desenfado. Un poco, por ejemplo, desde el ámbito político, le sobra hierro y rudeza y le hace falta humor e ironía. La poesía colombiana, que durante muchos años ha sido muy solemne, siempre se agradece cuando aparece un sesgo auto-irónico y cuando no hay temas preconcebidamente poéticos con palabras preconcebidamente poéticas. Por ejemplo, hay gente que piensa que la rosa es poética porque ya tiene un carácter emblemático de belleza. Luis Tejada decía que hay que otorgarle el mismo rango estético a la rosa como a la zanahoria. Es muy fácil llevarle un mal poema a su amada en un ramo de rosas y, a pesar de que el poema sea muy malo, parezca poético porque lo que le entrega son rosas. Lo difícil es llevarle un ramo de zanahorias y que eso tenga un rango estético. Yo creo que eso le falta a la poesía colombiana y más a la poesía reciente, que toda parece igual y cortada por el mismo molde, con un gran deseo de ser mirados.


¿Por qué es importante leer poesía en un país como Colombia?

Yo creo que es importante leer poesía como es importante respirar. Yo creo que es importante leer poesía porque es una forma de entenderse a uno y a uno en los demás. Yo creo que es importante porque en una encrucijada histórica de barbarie como la que vivimos hace tanto tiempo, la poesía siempre busque a través de una mirada mesiánica un mejor mundo está a contramarcha de toda esa barbarie: es una resistencia espiritual.

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