sábado, 4 de noviembre de 2017

El cuerpo de ella. Le corps d´elle. Jotamario Arbeláez

.
Publica y difunde: NTC …Nos Topamos Con … http://ntcblog.blogspot.com * ntcgra@gmail.com . Cali, Colombia
​....
.



El cuerpo de ella

                                                          Jotamario Arbeláez

                 Dibujos de Diana Mar,  para una futura edición




Cuando la vi me dije, viene en mi busca. Debo actuar rápido. A mis ojos, le sobra toda esa ropa.
Debía contar 20 años por sus ojeras, los mismos míos. Cabellos rubios lacios cayéndole hasta la mitad de la espalda y cubriéndole medias mejillas.
Buzo negro que era su solo sostén, falda amplia llena de aire.   
Era una especie de Brigitte Bardot al alcance, ya no de mis manos, cansas de usarlas, de mis abrazos a un cuerpo físico nada francés, antioqueño con ascendencia italiana.
Hola Jota, me llamo Dina, Dina Merlini, venimos por ti para llevarte a la isla de nuestros sueños, Islanada, Helenita es la dueña pero es de todos, te la presento.
En efecto, venían cuatro mujeres, Dina, Patricia Ariza, Helenita y Herlinda, joven también preciosa, su compañera.
Y tres hombres, Gustavo, una especie de James Dean, venezolano, Carlos Balén, Fernando X e Iván Rodríguez.
Llegaban de Medellín a picarnos arrastre a Elmo Valencia y a mí, nadaístas de Cali, hacia una isla sita en la bahía de Tumaco,
que había adquirido Helena a cambio de un diamante que le había regalado María Félix en un viaje a Colombia, cuando ella era azafata de Avianca, como presea por una relación lésbica en el Hotel Tequendama.


  
La velocidad del pensamiento supera la del deseo. Pero como el deseo arranca primero se encuentran en el camino. Le dije que tenía el fastuoso proyecto de pintar a una modelo que no podía ser otra que ella, pero no con pinceles sino con mi máquina de escribir.
Que debía posarme despojada de vestimenta en tanto yo la tecleaba, describiéndola ojo por ojo y diente por diente,
con un estilo que no se estilaba en Colombia pues tenía sus antecedentes en la vanguardia francesa de Apollinaire,
que el libro se llamaría El cuerpo de ella, un poema orgánico,
y que percibía noticias futuras ultrasensibles y paranormales de que algún día sería un detonante éxito de taquilla.
Que compartiría con ella, que por algo era “la elegida, la intuida, la señalada”. Si aceptaba posarme. Aceptó.

Era la semana santa del 61 y pasamos en mi estudio el jueves y viernes santos sin comer ni dormir y ni siquiera bañarnos, dándole a las teclas erectas.
Una vez puse el punto final sobre el último poema que comienza por c[i], nos vestimos, y guardé los borradores en una carpeta.
La que volví a encontrar en 1999, y llevé a la oficina para ver si el tal cuerpo requería de retoques. Negativo.
Esa tarde me hicieron el “paseo millonario”. Dos malandrines se metieron al taxi que me conducía a casa.
De viejo h.p. me trataron y me obligaron a acostarme en el piso, con la punta de un bisturí en la yugular. Algo más de un millón extrajeron de mis tarjetas.
Cuando abrieron mi rutilante Samsonite y encontraron el legajo me preguntaron qué era. “Soy un poeta —les confesé—, y ese es mi legado”.
“Poeta, valiente mierda”, dijeron, y arrojaron las hojas a una cuneta, se guardaron el maletín, me alargaron diez mil (“Para el taxi”, válgame Cristo) y me dejaron en lo más alto del barrio La Perseverancia.   
Al otro día mandé el poema al concurso del Instituto Distrital de Cultura y me llené de millones.
Como uno de los jurados era el compañero nadaísta Eduardo Escobar los enemigos de entonces trataron de montarme una celada pero les salió el tiro por la culata.

Acusaban que se me había otorgado el premio por complicidad nadaísta pero mi amigo jurado confesó que por esos tiempos había estado enamorado de la modelo y votado por ver al hombre odiado por él
“que conocía cada codo y recodo de mi Dina, por dentro, por fuera y por detrás, decúbito dorsal, de espaldas, ambos senos, las dos orejas, las diez uñas, los treintaidos dientes, la vulva, la estalactita.”  
Hubo edición previa de lujo de SIC editorial, con pomposas ilustraciones de Máximo Flórez y la propia del Instituto, las que presenté en 2001 en París, en La Vaca Azul, en recital acompañado por el poeta francés Emanuel Lesqueux,
quien como además dirigía Le Veilleur Éditions, lo mandó traducir por la actriz de cine Marie Daguerre
y al año siguiente estábamos lanzando la nueva edición bilingüe Le corps d’elle en La Conciergerie, donde decapitaron a la reina María Antonieta, y en el Salón de Los pasos Perdidos, en la Unesco, gracias a Alfredo Rey.
Por su parte Zacarias Payne la tradujo al inglés, vertió a la modelo en sus fotos e hizo la publicación  bilingüe Her body.
Hoy Icono presenta una edición facsimilar de la publicada en París y está en las principales librerías.
La musa del poema, Dina Merlini, posa de cuerpo entero frente al mar en silla de ruedas en el ancianato de San Andrés.  Mientras que yo me preocupo por buscar quien me pose, o quien me despose.

“Como te prometí hace 56 años en Cali, mañana, tarde y noche, Dina querida, y ya que por la posada de tu cuerpo no te di un peso, los derechos de este anunciado bestseller son para ti”.
--------------


[i]Culo
Complemento geni(t)al / Urano reducido al ojo erótico / Lujoso lulo para la lujuria / Oscura inclinación // Territorio extensísimo / Moneda / De a centavo de cobre / Paraíso / Sumersión de gaviotas extraviadas // En ella se dilata y está vivo / Violento y vivo y dúctil y agresivo





.

De: oscar dominguez
Enviado: jueves, 02 de noviembre de 2017 6:33 a. m.
Para: Jotamario 
Asunto: Columna Desvertebrada, El Colombiano, Tardía declaracion de amor
 Con un saludo grande, como las gotas del mar de San Andrés tomadas de la mano,od

Tardía declaración de amor

Óscar Domínguez

El Colombiano, Md., Noviembre 2, 2017

Óscar Domínguez
Poeta Jotamario Arbeláez, salud.
Leí tu crónica sobre Dina Merlini, italo-paisa, primera nadaista, estudiante del tradicional Colegio María Auxiliadora.
De ella escribió tu colega Eduardo Escobar que “era bellísima, con todo el aire de las existencialistas francesas; siempre vestía de negro. Y era bravísima”. El varón domado la veía y caía electrocutado.
Ha ejercido como poetisa, teatrera, pintora, actriz, tropelera, beligerante activista de redes sociales. ¿Su credo?: “Fuimos bellos, vagos e irreverentes, sumidos en esa búsqueda interminable del hombre”.
Nos cuentas que vive en San Andrés. Mirando al mar, envejece bella, sonriente, vital, eterna, en el hogar San Pedro Claver. El diario El Isleño le preguntó por el nadaísmo. Su respuesta: “No se ha acabado y no se puede acabar porque es una concepción de la vida. Es una búsqueda fuerte de la vida donde no hay que pedirle permiso a nadie, ni sentirse con freno para nada”.
Felicitaciones, poeta, por el gesto de desprendimiento que anuncias en tu nota de El Tiempo: las regalías de tu reeditado libro, El cuerpo de ella, serán para Dina en su ocaso sanandresano.
Claro que como más vale pájaro en mano, lo mejor sería endosarle alguno de los obesos premios que te has ganado. Pero bueno, el pintor manda en su paleta, las bellas en su punto G.  y el poeta en sus versos.
Y vamos al grano:  Resulta que un amigo también leyó tu crónica. El hombre, Hugo Álvarez, sonsoneño, fue vecino de Dina, la Bardot paisa, en sus mocedades en el barrio La América, de Medellín, donde muchos hicimos la tímida primaria en el amor.
Vivían en la carrera 75, casa de por medio. Dina nunca supo que Hugo la amaba perdidamente.  Practicó la moda de amar y consumirse desde el silencio.
Y ahora, la lagarteada: Álvarez, arquitecto de UPB al que no se le ha caído un solo edificio, desea comunicarse con Dina 67 años después para darle un tímido beso por wasap, y confesarle su amor con estrepitosa retroactividad.
Si le regalaste eslogan a “nuestro” candidato Humberto de la Calle (“De la calle a Palacio”) espero que le facilites al decimero y coleccionista de música antigua el teléfono de su septuagenario amor.
(Entrados en gastos, dada tu condición de futuro ministro de Cultura de De la Calle, si el poeta Eduardo Escobar no te madruga, pídele a tu colega nadaista Humberto que la candidatura liberal se defina al cara y sello.
Sería obsceno gastar 40.000 millones es en un asunto baladí como definir una candidatura. El resultado lo adivina hasta una gitana de primer semestre. Por culpa de la tal consulta, estoy que adhiero a Vargas Lleras sin coscorrones. O al exprocurador Ordóñez, si renuncia a su condición de pirómano de libros). od.
Jota, el hijo de Chucho, el sastre, respondió al rompe: “Dale al sufrido Hugo el numerito de la musa esquiva”.
Hugo habló por teléfono con su primero y eterno amor. De la charla salió un escueto parte:
“Después de 67 años tuve la dicha de hablar con Dina, mi novia de niñez. Mil gracias”.
Misión cumplida, digo yo.




 (En las fotos, Dina solita, en los años sesenta en Medellín, y en con Patricia Ariza, otra histórica entre las mujeres nadaistas que también tienen su historia extensa)
------------------
Publica y difunde: NTC …Nos Topamos Con … http://ntcblog.blogspot.com * ntcgra@gmail.com . Cali, Colombia
​....