domingo, 21 de diciembre de 2008

CARLOS MARTÍN. 1914– Diciembre 13, 2008.

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Portal-blog complementario a NTC ...
Cali, Colombia.
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Somos hambre, penumbra, testimonio de seres,
nada nos pertenece, somos rumor profundo
del prodigio que pasa. Escúchame, no esperes
nada más. Mira. Ama. Despídete del mundo.
Carlos Martín (De: OTOÑO)
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‘Este es un gran poeta’.
Le dice Carlos Martín a Jorge Rojas y Eduardo Carranza
refiriéndose a Gabriel García Márquez,
cuando éste tenía 16/17 años en Zipaquiráen 1944 .
(Vivir para contarla (1)
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"... Gabriel García Márquez lleva consigo un fantasma piedracielista. …"
¿García Márquez, el último piedracielista. Carlos Martín el penúltimo?
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CARLOS MARTÍN
Chiquinquirá, 1914 –
Tarragona, España, 13 Diciembre 2008. 94 años.
MEMORIA Y HOMENAJE
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Carlos Marín

Fuente: http://cvc.cervantes.es/actcult/garcia_marquez/imagen/mil_y_una.htm

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Carlos Martín
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POEMAS
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BREVE HISTORIA
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Vuelvo los ojos a la breve historia
que alimenta mi sueño todavía,
torre en la niebla de la lejanía
que contemplo entre ruinas ilusoria.

No es justo que sustente la memoria
tan débilmente lo que fuera un día
tanta furia de amor, tanta alegría
hoy convertida en polvo y en escoria.

A veces, sin embargo ... un latido
de amor recorre el mundo, si me empeño
vanamente en huir de aquel olvido.

A veces, lo sepulto en un pequeño
verso, pero regresa malherido
cayendo a tierra y tropezando en sueño.
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OTOÑO
Arregla los papeles. Es ya tiempo. No temas
al rigor del invierno. Aún hay fuego. Arde
un rescoldo de amor y al fulgor de la tarde
nacen aún los besos, los poemas.

Después de todo, mira, no importa, hemos vivido
al borde cotidiano del asombro,
una mirada basta, la voz con que te nombro
basta para olvidar la muerte y el olvido.
¿Para qué regresar en busca de la aldea
natal? El tiempo pasa. Si abres la ventana
de nuevo nace el mundo. Déjame que te vea
a la orilla del alma, real, mía, cercana.

Somos hambre, penumbra, testimonio de seres,
nada nos pertenece, somos rumor profundo
del prodigio que pasa. Escúchame, no esperes
nada más. Mira. Ama. Despídete del mundo.
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Fuente: Antología de la Poesía Colombiana. Rogelio Echavarría. Ancora, 1997. págs 367 y 368.
Escaneó NTC ...
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Armando Inútilmente las Palabras
La vida en horas el jornal me paga;
monedas hoy que en ilusiones sumo
y que el ayer va convirtiendo en humo
sobre el mañana que engañoso halaga.
Presuroso me abrazo a sombra vaga
y en lucha diaria y en cuidado sumo,
en amores y penas me consumo,
sabedor de que todo al fin naufraga.

Y sabiendo que el corto viaje encierra
tanta miseria en mundo tan pequeño,
con palabras de amor armado en guerra
me defiendo del tiempo en vano empeño
como quien se despeña hacia la tierra
del alto muro de su propio ensueño.
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La voz sobre el olvido

Soy la oscura mitad de tu existencia.
Fruto de llanto abierto en la penumbra,
alondra vegetal que se acostumbra
a la rama con sangre de tu ausencia.

Sombra de una memoria sin presencia
bajo la noche que tu llanto alumbra,
abierto corazón que no vislumbra
su cielo derrumbado a tu sentencia.

Colmena de ceniza, dispersado
palomar de la nostalgia, voz tardía
de nocturno rumor, atribulado

fuego de soledad y de agonía
donde la muerte con su musgo helado
cubre la rama de la ausencia fría.
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MARTÍN, CARLOS
(Bogotá, 1914 – … ).

DE: Quién es quién en la poesía colombiana. Rogelio Echavarría Edición original: Bogotá, Ministerio de Cultura; El Ancora Editores. 1998
El menor cronológicamente (y único sobreviviente) del grupo de Piedra y Cielo, fue el segundo en darse a conocer, después de Rojas, en los cuadernos quincenales que con el nombre del grupo se publicaron entre 1939 y 1940. Y sigue tan campante, después de los 80, escribiendo, amando, viajando y haciendo más y más amigos. Abogado, catedrático en Colombia y desde 1961 vitalicio por concurso y por decreto real en Utrecht, Holanda, académico de la lengua en Colombia y en Venezuela, país que le concedió la medalla «Lucila Palacios» del Círculo de Escritores. En 1935 y en 1936 ganó respectivamente los concursos de ensayo y poesía con motivo de los 300 años de la muerte de Lope de Vega y del centenario de Bécquer. En 1989 ganó el primer premio de poesía «Aurelio Arturo».
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Su obra en verso incluye, hasta el presente, los siguientes libros: Territorio amoroso (1939); Travesía terrestre (1943); Es la hora (1973); Epitafio de Piedra y Cielo y otros poemas (1984); El sonido del hombre (1986); Hacia el último asombro (1991); Perdurable fulgor (1992); Habitante de nuevo y viejo mundo (1995); Vida en amor y poesía (1995). Y en su obra crítica se destacan: La sombra de los días (1952); Piedra y Cielo en la poesía hispanoamericana (1962); América en Rubén Darío (1972); Hispanoamérica, mito y surrealismo (1986); Tomás Vargas Osorio (1990) y Otto Morales Benítez (1995). En 1993 publicó su traducción —y prólogo.— de El cementerio marino de Paul Valery. Y en 1995 Vida en amor y poesía —suma poética—.
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Entre sus mejores poemas iniciales —dice el poeta ecuatoriano Jorge Carrera Andrade— «se encuentran los de inspiración americana, en los que hay versos claves que contienen la verdad de nuestro continente, en sus más claros atributos: el viento universal, el hemisferio abierto sin color ni fronteras, la sed de libertad...»
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Y el poeta venezolano Vicente Gerbasi: «La poesía de Carlos Martín parte de lo humano y los elementos reales que emplea completan mágicamente los irreales, hundiéndose así en los ámbitos del misterio y del milagro. Logra la corporeidad de lo incorpóreo... Sangre, ojeras, amor: lo humano, son los tallos alimentando la corola, el color, la medida, el perfume, la creación. Estos elementos resuelven finalmente su mundo erótico. Ellos podrían constituir un peligro en una imaginación pobre, pero en Carlos Martín sirven de impulso y lo colocan en una profunda corriente cósmica, lo elevan y lo hacen tocar las diferentes zonas del misterio... Este poeta que sigue las más nuevas corrientes poéticas oye la voz del subconsciente y en su voluntad creadora, logra darle los más sorprendentes toques y matices».
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Carlos Martín (1914-2008)
Web de la HJCK , http://hjck.com/personaje.asp?id=732536 12/17/2008
Por Álvaro Castaño Castillo
Allí : Escuchar Audio
Soy la oscura mitad de tu existencia / Fruto de llanto abierto en la penumbra / alondra vegetal que se acostumbra / a la rama con sangre de tu ausencia. Este es un fragmento de “La voz sobre el olvido” del poeta colombiano Carlos Martín, “el viejito Martín”, como le decíamos familiarmente sus amigos, fallecido el martes pasado en Tarragona, España.
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Como todos sabemos hizo parte del inolvidable grupo poético “Piedra y Cielo”, acompañado por Eduardo Carranza, Arturo Camacho Ramírez, Jorge Rojas, Gerardo Valencia y Darío Samper. Carlos Martín alegró a este grupo con su ímpetu lírico y su excepcional simpatía que ponía un toque festivo en las reuniones de este nudo inolvidable de la cultura colombiana.
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De los componentes de este grupo, Martín se ausentó durante largos años para vivir en Holanda como profesor de español y divulgador de la literatura latinoamericana. Se vinculó a la famosa estación Radio Nederland y desde allí adelantó una fecunda labor de divulgación. Periódicamente visitaba a Colombia y su primera escala fue siempre esta emisora HJCK, tan cala a sus afectos.
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En los últimos años vivía en Tarragona, España, desde donde dialogaba frecuentemente con nosotros. La última de sus conversaciones tuvo por tema los homenajes que en el año 2007 hicimos en Cartagena a Gabriel García Márquez (1) de quien Carlos Martín fue profesor en el famoso colegio de Zipaquira que Gabo evoca minuciosamente en sus “Memorias”.
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La voz de Carlos Martín figura, desde luego, en nuestros Archivos y fue objeto de un disco correspondiente a nuestra “Colección Literaria”. En el homenaje que estamos haciendo en su memoria, apresurado pero cálido, vamos a escuchar su voz tomada de uno de los numerosos registros que la guardan en nuestros Archivos.
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Esta grabación recoge el momento en que Carlos Martín participó con ocasión de los 50 años de la publicación de “Los Cuadernos de Piedra y Cielo” en un acto organizado por el Instituto de Cultura en 1989 y en el cual habló en nombre de los poetas sobrevivientes del grupo “Piedra y Cielo”. En aquella ocasión fueron convocados Jorge Rojas, Gerardo Valencia y él. (Escuchar Audio.)
Por Álvaro Castaño Castillo
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El último piedracielista
Por: Gustavo Páez Escobar , gustavopaez@cable.net.co
EL ESPECTADOR, Opinión 19 Dic 2008 . http://www.elespectador.com/node%252F100651
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Con Carlos Martín, muerto en Tarragona (España) el 13 de este mes –a la edad de 94 años–, desaparece el último de los integrantes del grupo poético Piedra y Cielo, del cual hicieron parte Arturo Camacho Ramírez, Tomás Vargas Osorio, Gerardo Valencia, Darío Samper, Eduardo Carranza, Jorge Rojas, Antonio Llanos y Aurelio Arturo.
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El municipio de Chiquinquirá, de donde era oriundo, le rindió en septiembre pasado un cálido homenaje a través de la Fundación Jetón Ferro, dirigida por Raúl Ospina. Elaborado por el escultor chiquinquireño César Gustavo García, fue descubierto en el parque Julio Flórez el busto de Carlos Martín, que entró a enaltecer la galería de otros ilustres bardos de la ciudad: Julio Flórez, José Joaquín Casas, Pío Alberto Ferro, Antonio “Jetón” Ferro. Significativo homenaje que siquiera se le tributó en vida, si bien no le fue posible concurrir al acto en razón de su avanzada edad.
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En 1961, Carlos Martín se trasladó a Holanda al ganar mediante concurso la cátedra de literatura hispanoamericana en la Universidad de Utrecht. La reina Juliana dictó un decreto nombrándolo profesor vitalicio. Desde entonces se quedó viviendo en Europa, y siempre mantuvo el espíritu en Colombia, a donde viajaba con relativa frecuencia. Cada venida suya constituía motivo de especial júbilo tanto para él como para sus numerosos amigos.
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Estudió Derecho y Filosofía y Letras en la Universidad Javeriana. Fue profesor de literatura, y además secretario general, del Colegio de Boyacá. En esta ciudad dirigió la revista Altiplano. Se desempeñó como jefe de redacción de la revista Sábado. Durante largo tiempo trabajó como abogado del Ministerio de Educación. También fue abogado de la compañía Shell. Como rector del Colegio Nacional de Zipaquirá tuvo como alumno a Gabriel García Márquez, quien le hace un vivo reconocimiento en su libro de memorias (1). A la edad de 47 años, Martín interrumpe su vida laboral para dedicarse por completo a la cátedra universitaria y al ejercicio poético.
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En la Radio Nederland realizó una amplia difusión de las letras hispanoamericanas, materia en la que era un verdadero experto. Siempre vivió pendiente del desarrollo literario de Colombia y preocupado por enaltecer a sus escritores. Dice Pedro Gómez Valderrama: “Enseñó a Colombia, enseñó a América Latina a toda una expresión literaria que retrata un continente; y dejó una maravillosa huella, un camino poético que hoy conduce a su casa cercana a Madrid”.
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El piedracielismo tuvo alta figuración en la década de los años 30 y 40. Después, sus miembros tomaron diferentes caminos, pero siempre conservaron su esencia como líricos influidos por Juan Ramón Jiménez, autor del libro Piedra y Cielo, y por la generación española de 1927. Martín era el benjamín del grupo, aunque los demás lo llamaban “el viejo”, tal por su porte atlético. Sin embargo, su espíritu festivo y su exquisito trato le imprimían un aire fresco. En este sentido, Otto Morales Benítez lo define así: “Como persona era un hombre muy grato, tenía un humor suave y fino. Nunca incomodaba a la gente ni se refería con malos términos, sino que era viendo el lado amable de la vida”.
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Deja una obra de profundas resonancias, con énfasis en el amor, el dolor, el placer, el pecado, el misterio de la vida. Hay versos angustiados, a la vez que imbuidos de embrujo y ascetismo, y marcados por la donosura y la diafanidad de la expresión y la profundidad del pensamiento. La mujer es su norte permanente.

Entre su valiosa producción se destacan títulos como “Territorio amoroso”, “Travesía terrestre”, “Es la hora”, “La sombra de los días”, “Epitafio de Piedra y Cielo y otros poemas”, “Hacia el último asombro”, “El sonido del hombre”, “Vida en amor y poesía” (suma poética, publicada en 1995, en 614 páginas, por el Instituto Caro y Cuervo).
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En el poema “Me acerco a ti”, que hace notar su tránsito amoroso entre la patria colombiana y el Viejo Mundo, exclama: “Te amo entre nubes fugitivas. Rachas / de viento norte cruzan sobre arenas, / colinas, prados, pueblos y ciudades / del Viejo Mundo donde tú me esperas. / Vengo, no obstante, con la patria dentro, / rumorosa de bosques en la sangre / y aún las frutas de sus huertos saben / al sabor de tus labios y tus pechos”.
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Figura grande la de Carlos Martín. Boyacense de primera línea, colombiano destacado en los escenarios literarios del mundo. Muere en olor de poesía, de su perenne poesía que lo acompañó y lo vivificó hasta el último momento de su existencia, y con ella honró a Colombia.
gustavopaez@cable.net.co
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El último de los piedracielistas
El pasado 13 de diciembre falleció el poeta Carlos Martín, el último de los integrantes vivos del emblemático grupo Piedra y Cielo.
http://bogota.vive.in/libros/articulos/diciembre2008/ARTICULO-WEB-NOTA_INTERIOR_VIVEIN-4731509.html
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El pasado sábado falleció en Tarragona (España), a los 94 años, el poeta colombiano Carlos Martín, último de los integrantes del emblemático grupo Piedra y Cielo, conformado por Arturo Camacho Ramírez, Tomás Vargas Osorio, Gerardo Valencia, Darío Samper, Eduardo Carranza y Jorge Rojas.
Martín era oriundo de Chiquinquirá y se desempeñó como abogado, pero dedicó la mayor parte de su vida a la cátedra universitaria, en donde era un experto en literatura hispanoamericana.
"Como persona era un hombre muy grato, tenía un humor suave y fino. Nunca incomodaba a la gente ni se refería con malos términos, sino que era viendo el lado amable de la vida", lo recuerda su amigo y escritor Otto Morales Benítez, quien destaca que fue el benjamín del famoso grupo intelectual.
Al respecto, el poeta Juan Gustavo Cobo Borda agrega "que era muy gracioso porque los demás lo llamaban "el viejo" a pesar de ser el más joven de todos".
Martín, que fue miembro de las academias de la lengua de Colombia y Venezuela, ocupó durante un tiempo la rectoría del Colegio Nacional de Zipaquirá. "Gabriel García Márquez, en su libro de memorias 'Vivir para contarla', habla de la rectoría de Carlos como una revelación, donde daba mucha libertad y estimulaba mucho a los estudiantes", comenta Morales Benítez.
Rumbo a Europa
En 1961, luego de ganar un concurso de la Universidad Utrecht de Holanda para catedrático de literatura hispanoamericana, Martín se radica en Europa, en donde pasó los últimos días de su vida. "Fue tal su desempeño como profesor -recuerda Morales-, que la reina Juliana de Holanda lo designó por decreto como profesor vitalicio de esa institución".

De manera paralela, el poeta colombiano mantuvo durante 15 años su programa de análisis literario, que se transmitía por la conocida cadena Radio Netherlandts.

Además de su prolífica obra poética, entre los que se encuentran obras como 'Territorio amoroso' (1939), 'Es la hora' (Madrid, 1973), 'Epitafio de Piedra y Cielo y otros poemas' (1984) y 'Hacia el último asombro' (1991), Martín cultivó con gran pasión el género del ensayo.

Precisamente, Morales Benítez destaca sus tesis sobre el surrealismo que pasmó en 'Hispanoamérica, mito y surrealismo' (1986). "Él sostenía la tesis de que el surrealismo es un producto natural del que denominaba el mundo mágico de América Latina. Allí menciona más de 20 o 30 grandes escritores de la región que comparaba con Breton, Luis Aragón o los grandes de Europa".

Siempre estuvo preocupado por compartirles a sus amigos los últimos descubrimientos literarios. Así lo recuerda Morales, quien mantenía una constante correspondencia con él. "Eran cartas de análisis, en las que comentábamos un libro, un sistema literario, un autor, un criterio general sobre el continente. Siempre fue una persona muy preocupada por el continente americano".

POR QUÉ PIEDRA Y CIELO

Para el poeta Juan Gustavo Cobo Borda, "Piedra y Cielo fue un movimiento lírico que ponía el énfasis en la forma poética entregada a un renacer romántico. Se destaca la musicalidad de elementos que usan mucho la figura de lo evanescente, lo ligero, los ángeles y las doncellas". Cobo recuerda que el que los bautizó con ese nombre fue el crítico Juan Lozano, quien alguna vez les atribuyó una marcada influencia de Juan Ramón Jiménez, que había publicado su libro 'Piedra y Cielo'.
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Florida, explayada, frondosa palabra
Sobre: “Epitafio de Piedra y Cielo... y otros poemas”. De Carlos Martín
POR DARÍO JARAMILLO A.

Boletín Cultural y Bibliográfico. Número 2, Volumen XXI , 1984
http://www.lablaa.org/blaavirtual/publicacionesbanrep/boletin/boleti3/bol2/florida.htm
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Epitafio de Piedra y Cielo... y otros poemas. Carlos Martín. Serie La Granada Entreabierta, 35 .Instituto Caro yCuervo. Bogotá, 1984, 139 páginas
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Carlos Martín es uno de los poetas de Piedra y Cielo, esa generación que irrumpió en el país a mediados de los treinta. Y aquí, en este libro de elegías, enfrenta como temas a sus compañeros de generación y a algunos otros personajes -Bernardo Ferreira, Gaitán Durán, Cote Lamus, Alzate Avendaño- para colocarles unas "lápidas de afecto".
Los mejores poemas de la literatura colombiana han sido escritos por jóvenes; la mayoría de los libros y revistas de poesía que se publican en el país hoy en día son hechos por jóvenes; con la única excepción de Jaime Jaramillo Escobar, todos los premios nacionales de poesía han sido adjudicados a poetas menores de cuarenta años. Por todo esto, son raros los libros que se publican de poetas mayores, como este de Carlos Martín, poeta joven hace más de cuarenta años.
Escrito dentro de un esquema que hizo célebre Edgar Lee Masters -a quien rinde explícito homenaje en dos hermosos epígrafes, uno de los cuales le sirve de leitmotiv: "todos están durmiendo en la colina"-, este Epitafio de Piedra y Cielo sirve para confirmar el repertorio de virtudes y defectos de la poesía colombiana, de sus rupturas y avances, con el rasero de los poemas de un escritor maduro y culto.
Si se observa la poesía escrita en español como un todo, puede verse cómo el piedracielismo marca en Colombia el tránsito del reino de Rubén Darío al reino de Neruda. Ellos encarnan en Colombia lo que a otros niveles fueron Cernuda y Salinas, Lorca y León Felipe, Gil Albert y Hernández. Las vanguardias habían pasado por Colombia casi sin romperse ni mancharse; Valencia era el candidato a la presidencia y hacía treinta años había construido sus poemas. Piedra y Ciclo tenía por qué sentirse nuevo, y no es extraño ahora lo parece- que Eduardo Carranza proclame en el prólogo de este libro: "Debo decir, de paso, que yo, orgulloso capitán de Piedra y Cielo, profesé siempre, contra viento y marca, la ufanía de mi generación poética, a la que considero, como tal generación homogénea, la más importante en la historia de la poesía colombiana". Carranza hace la lista de piedracielistas como para demostrar lo indiscutible. Esas cosas no se discuten. A otro tampoco le discutiría que la más importante fue la generación de Charry, Gaitán, Cote, Mutis, Rogelio Echavarría, Arbeláez, Rojas Erazo. También indiscutible. Lo esencial de la afirmación de Carranza es ese esprit de corps, esa cohesión de grupo que sólo se repetirá después con los nadaístas y que para las circunstancias de hoy no parece ni útil ni posible a los poetas. En las elegías de Carlos Martín, esta solidaridad piedracielista se define como "aquel inmenso corazón unánime, en busca de una melodía coral".
Carranza, en la nota inicial, enuncia los nombres que componen la generación, comillas, más importante de la poesía colombiana. Ellos son "Tomás Vargas Osorio, Jorge Rojas, Gerardo Valencia, Antonio Llanos, Aurel o Arturo, Darío Samper, Eduardo Carranza y Carlos Martín". A cada uno dedica Martín su elegía en este libro.
De los nueve, para el lector de hoy tienen algún significado Eduardo Carranza y Aurelio Arturo (en caso de que se admita que éste era piedracielista). Los demás, Martín incluido, forman esa segunda línea, borrosa, que completa la escena con la comparsa. Esto no quiere decir nada con respecto, a su obra en sí, y apunta más al grado de difusión y conocimiento en la hora actual de la poesía colombiana. Además, el hecho tiene otra connotación: durante este siglo cada diez años se han ido relevando grupos generacionales de ocho o diez poetas de calidad muy digna. Nada grande, salvo cuatro o cinco momentos, cuatro o cinco nombres en total. Pero sí un número apreciable de buenos poetas, de hombres que poseen su pequeña isla de lenguaje más o menos conjugaba con las retóricas que tuvieron la (des)gracia de asimilar mientras fueron poetas jóvenes.
En este sentido, Carlos Martín, uno de los diez piedracielistas, es un caso típico, y su último libro un buen ejemplo. Como ocurre con diez o más poetas por generación, no hay en este libro torpezas ostensibles; hay oficio de poeta. Como ocurre con diez o más poetas por generación, en Martín también se hallan hermosos versos, incluso hermosos poemas.
Hermosos poemas como los primeros del libro, la primera parte, donde el tono elegíaco alcanza su mayor altura, sin los compromisos del coloquio o de la narración. Porque, aunque antes de Piedra y Cielo, Luis C. López y De Greiff lograron magnífica poesía narrativa, el relato dentro del poema nunca fue el fuerte de los piedracielistas. Cuando Martín siente el deber de la precisión biográfica, sus poemas decaen. Adicto a la enumeración, que hace excesiva su poesía, la narración se recarga por yuxtaposición de elementos, acumulando listas. Pero si la gracia narrativa no es la virtud principal de esta poesía, el tono lírico sí lo es:
Ahora te contemplo entre violetas
hermoso como el mar
¡oh! difunto con los cabellos verdes
llenos de golondrinas y los hombros inmóviles de piedra
donde encuentra el misterio su
perdurable apoyo y donde tiembla el
llanto como un poco de agua sobre
una escalinata derruida.
Si el tono elegíaco da sus mejores registros, si la enumeración y la precisión biográfica rompen la calidad lírica de estos poemas, en ellos se observa también -otra característica más o menos constante de la poesía colombiana- una enorme facilidad y gusto por la fulguración de la imagen poética. País de oradores, los tropos se acumulan como enorme arsenal para alimentar una retórica pública y formal. A su medida, los poetas contribuyen en el inocente y arriesgado oficio de indagar el lenguaje; a veces en su jactancioso virtuosismo de sacarles fulgores a las palabras. Lo cierto es que la imagen, la originalidad de la imagen, el brillo de la imagen, continúan hasta hoy como preocupación central de muchos poetas colombianos y, en este sentido, el piedracielismo en general, Carlos Martín en particular, forman parte de una tradición vigente. Acaso los poetas de hoy, por lo menos los que proclaman que la poesía es imagen o no será, inspiren sus imágenes en los demonios, en el miedo, en la noche, y no como Carlos Martín, en "los amigos celestes. La presencia del viento. El ala del crepúsculo". Pero, acaso, ésta sea la única diferencia, que reivindica cierta vigencia de las principales habilidades piedracielistas.
Además de las elegías, este libro contiene una última parte, con nota preliminar de Belisario Betancur en la que éste cuenta que conoció a Martín "como mi superiorjerárquico en una oficina jurídica de ministerio de Educación". Se trata de poemas de diferentes épocas, en los cuales se ponen de presente las calidades líricas, los tics enumerativos y -como dice Carranza- la "florida, explayada y, a menudo, frondosa palabra poética" de Carlos Martín.
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CARLOS MARTÍN y GABRIEL GARCÍA MARQUEZ
En "Vivir para contarla" GGM menciona 20 veces a Carlos Martín.
En la versión digital del libro completo que se publica en :
http://www.eltutordebangkok.com/music/books/contarla.pdf se pueden leer los textos completos en las páginas: 215 a 233, 270 y 271.
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De Las mil y una noches a Cien años de soledad (Fragmento)
Por Dasso Saldívar
http://cvc.cervantes.es/actcult/garcia_marquez/imagen/mil_y_una.htm
http://cvc.cervantes.es/actcult/garcia_marquez/imagen/imagenes/600_libro_espanol_poeta_carlos_martin.jpg
http://cvc.cervantes.es/actcult/garcia_marquez/imagen/imagenes/600_libro_aleman_11.jpg

En enero de 1943, la situación económica de su familia lo obligó a buscar otros horizontes, y se embarcó por el río Magdalena hasta llegar a Bogotá, para presentarse al concurso nacional de becas del Ministerio de Educación. Gracias a la beca obtenida pudo continuar el bachillerato, como interno, en el Liceo Nacional de Varones de la vecina Zipaquirá ( 1 ), donde llegó a empaparse de la diversidad cultural del país. La soledad y el frío de los Andes lo empujaron al encierro y a la lectura. Fue entonces cuando empezó a consolidarse su vocación de escritor. En ello jugaron un papel destacado su profesor de literatura Carlos Julio Calderón Hermida y el poeta Carlos Martín, el miembro más joven de la generación llamada de Piedra y Cielo.
Carlos Martín
, rector del Liceo Nacional de Varones durante 1944, aportó un aire de renovación y le otorgó a la literatura un lugar de preferencia frente a las otras materias. Impuso la lectura de las grandes novelas (Madame Bovary, Los tres mosqueteros, El conde de Montecristo, La montaña mágica) en las horas previas al sueño y les habló a sus alumnos de la importancia de los modernistas americanos y de los piedracielistas colombianos. Hizo hincapié, sobre todo, en la vida y en la obra de Rubén Darío, que tendría una influencia notable en García Márquez, e invitó a los jefes de Piedra y Cielo a que lo visitaran en Zipaquirá.
Con motivo de esta visita, el joven García Márquez no sólo tuvo ocasión de conocer a Eduardo Carranza y a Jorge Rojas, sino que escribió a cuatro manos el primer reportaje de su vida, publicado en la Gaceta Literaria, órgano de expresión del grupo de «Los Trece», al cual pertenecía él mismo. Eduardo Carranza, que dirigía entonces el suplemento literario de El Tiempo de Bogotá, le publicó, a finales de aquel año, un poema piedracielista titulado «Canción», que, aunque firmado con el pseudónimo de Javier Garcés, puede considerare la primera publicación literaria de García Márquez. Durante ese mismo año, apareció en la misma Gaceta Literaria el primer texto lírico con cierta intención creativa que se conoce del escritor: «El instante de un río».
Por entonces escribió también, de la mano de su profesor de literatura Carlos Julio Calderón Hermida, su primer cuento. Lector y hacedor de poemas modernistas y piedracielistas, Calderón Hermida se encargó, sin embargo, de encaminar a su alumno por el rumbo de la prosa. Fue así como, hacia finales de cuarto de bachillerato, García Márquez leyó en clase su primer cuento, «Sicosis obsesiva», título que refleja la influencia de las lecturas de Freud de esa época. Con un gran acerbo de lecturas, una buena cosecha de poemas piedracielistas («La espiga», «La muerte de la rosa», «Soneto a una colegiala ingrávida», «Si alguien llama a tu puerta», «Tercera presencia del amor»); un excelente dominio del dibujo y la convicción de que algún día sería poeta, García Márquez terminó el bachillerato en Zipaquirá a finales de 1946 como el número uno de su promoción.
…”
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CARLOS MARTÍN. Un personaje en las memorias del Nobel
Fecha Martes, 10 de Diciembre del 2002 (10:45:20)
por Rosa M. Bosh
http://laventana.casa.cult.cu/modules.php?name=News&file=print&sid=707
http://laventana.casa.cult.cu/images/articles/martin.jpg
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GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ Y LA POESÍA (Frag.)
JUAN DOMINGO ARGÜELLES
http://www.jornada.unam.mx/2006/06/04/sem-jorpoesia.html
A los quince años de edad ingresó al Liceo Nacional de Zipaquirá, para estudiar el bachillerato, y ahí conoció a un profesor, el poeta Carlos Martín, que fue decisivo en su formación. En 1982, en una conversación con el también poeta colombiano Juan Gustavo Cobo Borda, García Márquez dirá: "Para mí la literatura es la poesía, y ya entonces, cuando llegué al colegio de Zipaquirá, me sabía de memoria todos los poetas clásicos españoles. No sólo me los sabía y los recitaba, sino que los cantaba." Exactamente como lo haría, con Garcilaso de la Vega, su personaje Cayetano Delaura en Del amor y otros demonios.
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Gabriel García Márquez . El aprendiz de poeta (Fragmentos)
Gabriel García Márquez en un aspecto poco estudiado de su biografía.
Por Juan Gustavo Cobo
El Colombiano, Medellín, Colombia
http://www.elcolombiano.com/proyectos/gabrielgarciamarquez/celebracion/aprendizpoeta.htm
“…
García Márquez es apenas un muchacho de provincia que ha conocido la poesía en el andino municipio de Zipaquira, Cundinamarca, de la mano de Carlos Martín, profesor y poeta del movimiento Piedra y Cielo.

Si Borges ya viejo todavía bromeaba con el fantasma ultraísta que lo habitaba, también Gabriel García Márquez lleva consigo un fantasma piedracielista. …

(Los piedracielistas ) Amaban la música, la gracia y el ingenio, y dos de sus figuras mayores, Carlos Martín, rector del Liceo Nacional de Zipaquira donde estudiaba interno un García Márquez de 17 años, y Eduardo Carranza, profesor de literatura en el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario donde ya Álvaro Mutis combinaba los libros de historia con el billar y la poesía, marcaron con su devoción militante por la tradición clásica española y la figura de Rubén Darío a estos aprendices de escritor. Al García Márquez que con el seudónimo de Javier Garcés, y en 1945, no vacilara en redactar sonetos perfectos en la tónica de Piedra y Cielo, conservados por su profesor de literatura y sus condiscípulos.

"El pasmo inexorable ante el misterio sin fondo de la poesía" es lo que García Márquez aprendió desde niño, nutrió con el piedracielismo y aun mantiene vivo. Una sola prueba de ello, este párrafo de Cien años de soledad. Párrafo de poeta piedracielista:
"La casa se llenó de amor. Aureliano lo expresó en versos que no tenían principio ni fin. Los escribía en los ásperos pergaminos que le regalaba Melquiades, en las paredes del baño, en la piel de sus brazos, y en todos aparecía Remedios en el aire soporífero de las dos de la tarde, Remedios en la callada respiración de las rosas, Remedios en la clepsidra secreta de las polillas, Remedios en el vapor del pan al amanecer" (p.63)
…”
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El patio de atrás
Juan Gustavo Cobo Borda
Fuentes
http://mcarts.com/cobo/ensayos/GarciaMarquez-2.html
La prehistoria poética de García Márquez ha sido rescatada por el pedriodista German Santamaría en dos ocasiones reproduciendo los manuscritos de los poemas. "3 poemas de amor de García Márquez" El Tiempo, Bogotá, 12 de diciembre de 1982, página 1B. "Nueve poemas de amor de García Márquez" Revista Diners, Bogotá, Octubre de 2002, páginas 18 a 22. "23 de abril", Revista de poesia del Taller Literario dirigido por Alvaro Miranda, No.1 Bogotá, abril del 2002, página 7 a 9.
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Actualizó : NTC … / gra. dic. 21, 2008, 9:37 AM