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Portal-blog complementario a NTC ... Nos Topamos Con ...
http://ntcblog.blogspot.com/ , ntcgra@gmail.com Cali, Colombia.
Y a los relacionados en: http://ntcblog.blogspot.com/2009_10_11_archive.html
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se publicará y lanzará en India.
Fernando Denis, viajará a presentarla.
El Espectador .com , 2 Dic 2010 - 10:00 pm ,
El Espectador .com , 2 Dic 2010 - 10:00 pm ,
Por: Angélica Gallón Salazar
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Fernando Denis
"La geometría del agua"
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Editorial: Norma . Fecha de publicación: 11/10/2009. Formato: 13.7 X 22 No páginas: 208
Editorial: Norma . Fecha de publicación: 11/10/2009. Formato: 13.7 X 22 No páginas: 208
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Fuente: http://picasaweb.google.com/ntcgra/FernandoDenisPoeta# Album NTC ... sobre el poeta. Allí otras fotografías e imágenes.
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EN ARCADIA
Revista ARCADIA No. 51. Dic. 15, 2009 a En. 22, 2010. Pag.
(Click sobre las imágenes para ampliarlas y hacerlas legibles. Click en "Atrás" en la barra para regresar al aquí)
Fernando Denis . Geometría del agua . Norma
LIBRO DEL AÑO EN POESÍA
LISTA ARCADIA 2009, LIBROS
Revista ARCADIA No. 51. Dic. 15, 2009 a En. 22, 2010. Pag. 4. (Imagen arriba.) Escaneó NTC ...
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El cuarto libro de poesía del hasta hace poco empedernido bohemio Fernando Denis debería ser un suceso literario en un país que lleva más de un siglo jactándose de ser tierra de poetas. Pero si bien La geometría del agua gozó de un lanzamiento* digno (unos ochenta asistentes permanecieron absortos durante el recital a cargo del autor) y ha contado con la generosa venia de Juan Gustavo Cobo Borda, Jotamario Arbeláez y Enrique Serrano -quien en el prólogo lo califica como un libro "excepcional" y "extraño"-, sabemos que es difícil que venda muchos ejemplares.
Con un verso sin corsés, con la musicalidad antigua que envuelve sus poemas y con la pintura prerrafaelita que los inspira y los tiñe de colores del trópico y de hermosas fulguraciones de otros tiempos y lugares, Geometría del agua es una obra que resistirá la prueba de fuego de la posteridad. Los más de cien poemas de este libro ("fruto de una esquizofrenia feliz", como escribió Cobo Borda en la contraportada) tienen el don del embrujo. Parte de su singularidad radica en el uso, por fortuna descabellado, de metáforas en absoluto ligeras o facilistas. Y para la muestra de la belleza contenida en sus versos, este poema breve y contundente titulado Circe: "Había llamas hermosas brotando de los labios: eran canciones". Con este libro corremos el riesgo de sentirnos frente a una creación milagrosa, de esas que sólo se dan pocas, poquísimas veces en la poesía.
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* Lanzamiento. Tarjeta.
(Click sobre las imágenes para ampliarlas y hacerlas legibles. Click en "Atrás" en la barra para regresar al aquí)El cuarto libro de poesía del hasta hace poco empedernido bohemio Fernando Denis debería ser un suceso literario en un país que lleva más de un siglo jactándose de ser tierra de poetas. Pero si bien La geometría del agua gozó de un lanzamiento* digno (unos ochenta asistentes permanecieron absortos durante el recital a cargo del autor) y ha contado con la generosa venia de Juan Gustavo Cobo Borda, Jotamario Arbeláez y Enrique Serrano -quien en el prólogo lo califica como un libro "excepcional" y "extraño"-, sabemos que es difícil que venda muchos ejemplares.
Con un verso sin corsés, con la musicalidad antigua que envuelve sus poemas y con la pintura prerrafaelita que los inspira y los tiñe de colores del trópico y de hermosas fulguraciones de otros tiempos y lugares, Geometría del agua es una obra que resistirá la prueba de fuego de la posteridad. Los más de cien poemas de este libro ("fruto de una esquizofrenia feliz", como escribió Cobo Borda en la contraportada) tienen el don del embrujo. Parte de su singularidad radica en el uso, por fortuna descabellado, de metáforas en absoluto ligeras o facilistas. Y para la muestra de la belleza contenida en sus versos, este poema breve y contundente titulado Circe: "Había llamas hermosas brotando de los labios: eran canciones". Con este libro corremos el riesgo de sentirnos frente a una creación milagrosa, de esas que sólo se dan pocas, poquísimas veces en la poesía.
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* Lanzamiento. Tarjeta.
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FERNANDO DENIS
Por William Ospina
El Espectador Diciembre 20*, 2009, pág. 42 (Escaneo - dic. 19, 2009- y enlaces NTC ... )
* http://www.elespectador.com/columna178248-fernando-denis
TIENE 40 AÑOS PERO SIGUE SIENDO lo que son todos los poetas: un niño que juega con las palabras, que inventa sonoridades desconocidas, rebeliones contra el hábito, incandescencias inesperadas con el apacible metal del lenguaje.
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"Acerca tu cuerpo, claro como un fruto bajo la lluvia, / y deja que tus labios se vuelvan de oro, / ostenta este sol que hiere los párpados del otoño, / besa esta eternidad que bebe con sus labios / todas las orillas del mundo. / No dejes que vuelvan a apagarse las antorchas, / que siempre haya un ciervo encendido en los espejos, / una pupila radiante del color de los pájaros / en las islas de Homero. / Ya casi es de noche en los rostros amargos de las estatuas / y bajo las pasiones mortales tu nombre arde / y se cierne sobre el mar como el musgo sobre la roca / y salpica el ceniciento corazón de la primera estrella."
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Ya muchos han hablado de su vida en las calles, quince años de Temporada en el lnfierno, pero Denis insiste en recordamos que en esos años de noches crueles, donde el lecho era piedras y el techo era estrellas él también se divirtió conociendo la gran ciudad, y sobre todo leyó día tras día, en la Biblioteca Luis Ángel Arango, la literatura universal, sus muchos poetas favoritos.
Lleno de referencias eruditas, conocedor apasionado de Rossetti y de Swinburne, de Dickens y de Andersen, de Coleridge y de William Morris, ha reconocido en ellos su pasión por las atmósferas góticas, por los claroscuros siniestros, por los frescos oníricos que mezclan la heráldica de las mitologías con el capricho de los sueños.
Recuerdo que el poeta Gerardo Rivera, quien hace años recorría Europa a pie, como Rimbaud, y se desplomaba de cansancio en los prados de los parques, abrió los ojos una noche en una ciudad española, y vio sobre él, perfilada contra el cielo estrellado, la estatua de piedra de un rey antiguo. ¿”Quién eres?" le dijo el rey, amenazante, con una voz de piedra. "Señor, no soy más que un mendigo", -respondió el poeta, ''vine cansado de Italia y me tendí a dormir en estos prados hasta que tu voz vino a despertarme".
Hay quienes se asombran de que el contacto desamparado con las calles produzca en un alma inspirada tan alta poesía Pero yo creo más en la poesía de la intemperie que en la de los salones tibios y forrados de libros o de lienzos donde los demás intentábamos en vano escribir, mientras Denis garrapateaba su escritura sagrada en papeles casuales que después iba borrando la lluvia, en hojas que cubrí a veces la sangre tibia, en cuadernos dejaba olvidados en las bancas de los parques.
Mucho tiempo la vida fue avara con él, pero la poesía llenaba de brillo su lenguaje. Ahora a los críticos les tocará descubrir cuál es el misterio de esas ciénagas en cuyas orillas nacieron García Márquez y Fernando Denis, qué cantan las sirenas de la Mojana, cómo convergen sobre seres de origen humilde los mitos y las músicas.
En una de sus páginas de Vivir para contarla, García Márquez recuerda aquel día en que cruzaron con su madre frente a la Estación de Ciénaga, y cómo Luisa Santiaga Márquez le señaló la plaza y le dijo: ''Mira: ahí fue donde se acabó el mundo". Cuarenta años después de aquella historia de las bananeras, en ese mismo lugar de postrimerías nació Fernando Denis, un año después de que apareciera en Buenos Aires la primera edición de Cien años de soledad. Paisano del demiurgo, Denis representa ya definitivamente a otra generación. Ha bebido a grandes sorbos la libertad y la universalidad que trajeron a nuestra lengua Darío, Alfonso Reyes, Rulfo, Neruda, Borges y García Márquez.
Denis les debe poco a sus contemporáneos y mucho a Borges, a Aurelio Arturo, a Antonio Colinas, y sobre todo a sus ingleses. A los oros de William Túrner, a las estrellas de Van Gogh, a las penumbras grandes de Piranesi, y hasta a las doncellas de John William Waterhouse o a los tapices de centauros de Morris. Hay en sus versos destellos de Chesterton, al que pocos saben apreciar como poeta, cadencias de Rossetti, y urdimbres de T. S. Eliot, pero lo que mueve su estilo es un ritmo poderoso y una desconcertante libertad.
Como en Browning, como en Apollinaire, como en Ezra Pound, en sus poemas uno nunca puede adivinar lo que sigue, porque la voz que dicta trae palabras e imágenes de todos los confines de la lengua, y los dispone en los versos con gran sabiduría melódica. Nunca sabemos del todo lo que significan, pero leerlos es visitar un mundo distinto, donde todo obedece a otras lógicas. Yo diría que leerlo es verdaderamente soñar, con todo lo que de extrañeza, fantasía y capricho tienen los sueños, pero también con toda su capacidad de condensación y pensamiento.
Editorial Norma acaba de publicar La Geometría del agua de Fernando Denis . Ha puesto así al alcance de todos los lectores de lengua castellana una de las obras poéticas más notables de nuestro tiempo. Todo el que ame las magias del lenguaje se deleitará con estos poemas, que Juan Gustavo Cobo ha descrito bellamente como "la generosa casa del lenguaje que Denis ha edificado para todos nosotros".
En este planeta siempre a punto de colapsar y de renacer, Colombia es uno de los países donde está más viva la poesía. Y Denis es uno de los más altos poetas de la Colombia contemporánea.
FERNANDO DENIS
Por William Ospina
El Espectador Diciembre 20*, 2009, pág. 42 (Escaneo - dic. 19, 2009- y enlaces NTC ... )
* http://www.elespectador.com/columna178248-fernando-denis
TIENE 40 AÑOS PERO SIGUE SIENDO lo que son todos los poetas: un niño que juega con las palabras, que inventa sonoridades desconocidas, rebeliones contra el hábito, incandescencias inesperadas con el apacible metal del lenguaje.
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"Acerca tu cuerpo, claro como un fruto bajo la lluvia, / y deja que tus labios se vuelvan de oro, / ostenta este sol que hiere los párpados del otoño, / besa esta eternidad que bebe con sus labios / todas las orillas del mundo. / No dejes que vuelvan a apagarse las antorchas, / que siempre haya un ciervo encendido en los espejos, / una pupila radiante del color de los pájaros / en las islas de Homero. / Ya casi es de noche en los rostros amargos de las estatuas / y bajo las pasiones mortales tu nombre arde / y se cierne sobre el mar como el musgo sobre la roca / y salpica el ceniciento corazón de la primera estrella."
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Ya muchos han hablado de su vida en las calles, quince años de Temporada en el lnfierno, pero Denis insiste en recordamos que en esos años de noches crueles, donde el lecho era piedras y el techo era estrellas él también se divirtió conociendo la gran ciudad, y sobre todo leyó día tras día, en la Biblioteca Luis Ángel Arango, la literatura universal, sus muchos poetas favoritos.
Lleno de referencias eruditas, conocedor apasionado de Rossetti y de Swinburne, de Dickens y de Andersen, de Coleridge y de William Morris, ha reconocido en ellos su pasión por las atmósferas góticas, por los claroscuros siniestros, por los frescos oníricos que mezclan la heráldica de las mitologías con el capricho de los sueños.
Recuerdo que el poeta Gerardo Rivera, quien hace años recorría Europa a pie, como Rimbaud, y se desplomaba de cansancio en los prados de los parques, abrió los ojos una noche en una ciudad española, y vio sobre él, perfilada contra el cielo estrellado, la estatua de piedra de un rey antiguo. ¿”Quién eres?" le dijo el rey, amenazante, con una voz de piedra. "Señor, no soy más que un mendigo", -respondió el poeta, ''vine cansado de Italia y me tendí a dormir en estos prados hasta que tu voz vino a despertarme".
Hay quienes se asombran de que el contacto desamparado con las calles produzca en un alma inspirada tan alta poesía Pero yo creo más en la poesía de la intemperie que en la de los salones tibios y forrados de libros o de lienzos donde los demás intentábamos en vano escribir, mientras Denis garrapateaba su escritura sagrada en papeles casuales que después iba borrando la lluvia, en hojas que cubrí a veces la sangre tibia, en cuadernos dejaba olvidados en las bancas de los parques.
Mucho tiempo la vida fue avara con él, pero la poesía llenaba de brillo su lenguaje. Ahora a los críticos les tocará descubrir cuál es el misterio de esas ciénagas en cuyas orillas nacieron García Márquez y Fernando Denis, qué cantan las sirenas de la Mojana, cómo convergen sobre seres de origen humilde los mitos y las músicas.
En una de sus páginas de Vivir para contarla, García Márquez recuerda aquel día en que cruzaron con su madre frente a la Estación de Ciénaga, y cómo Luisa Santiaga Márquez le señaló la plaza y le dijo: ''Mira: ahí fue donde se acabó el mundo". Cuarenta años después de aquella historia de las bananeras, en ese mismo lugar de postrimerías nació Fernando Denis, un año después de que apareciera en Buenos Aires la primera edición de Cien años de soledad. Paisano del demiurgo, Denis representa ya definitivamente a otra generación. Ha bebido a grandes sorbos la libertad y la universalidad que trajeron a nuestra lengua Darío, Alfonso Reyes, Rulfo, Neruda, Borges y García Márquez.
Denis les debe poco a sus contemporáneos y mucho a Borges, a Aurelio Arturo, a Antonio Colinas, y sobre todo a sus ingleses. A los oros de William Túrner, a las estrellas de Van Gogh, a las penumbras grandes de Piranesi, y hasta a las doncellas de John William Waterhouse o a los tapices de centauros de Morris. Hay en sus versos destellos de Chesterton, al que pocos saben apreciar como poeta, cadencias de Rossetti, y urdimbres de T. S. Eliot, pero lo que mueve su estilo es un ritmo poderoso y una desconcertante libertad.
Como en Browning, como en Apollinaire, como en Ezra Pound, en sus poemas uno nunca puede adivinar lo que sigue, porque la voz que dicta trae palabras e imágenes de todos los confines de la lengua, y los dispone en los versos con gran sabiduría melódica. Nunca sabemos del todo lo que significan, pero leerlos es visitar un mundo distinto, donde todo obedece a otras lógicas. Yo diría que leerlo es verdaderamente soñar, con todo lo que de extrañeza, fantasía y capricho tienen los sueños, pero también con toda su capacidad de condensación y pensamiento.
Editorial Norma acaba de publicar La Geometría del agua de Fernando Denis . Ha puesto así al alcance de todos los lectores de lengua castellana una de las obras poéticas más notables de nuestro tiempo. Todo el que ame las magias del lenguaje se deleitará con estos poemas, que Juan Gustavo Cobo ha descrito bellamente como "la generosa casa del lenguaje que Denis ha edificado para todos nosotros".
En este planeta siempre a punto de colapsar y de renacer, Colombia es uno de los países donde está más viva la poesía. Y Denis es uno de los más altos poetas de la Colombia contemporánea.
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Otro texto de William Ospina sobre el poeta y su obra, ver: Fernando Denis. Textos sobre él y su obra. , http://ntcpoesia.blogspot.com/2009_12_16_archive.html . Allí, además, un texto de José Ramón Ripoll
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REGISTROS DE NTC ... sobre el Poeta y su obra:
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*** WILLIAM BLAKE. Canciones de inocencia y de experiencia. (Songs of Innocence and of Experience). Que muestran los dos estados contrarios del alma humana. Edición bilingüe . Introducción y traducción de Nicolás Suescún . Prólogo de Fernando Denis . UNIEDlCIONES www.cronicon.net/uniediciones/index.html Zenócrate • Libros de Poesía
http://ntcblog.blogspot.com/2007_07_22_archive.html
http://ntcblog.blogspot.com/2007_07_22_archive.html
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*** ALBUM DE FOTOGRAFÍAS E IMAGENES:
http://picasaweb.google.com/ntcgra/FernandoDenisPoeta# Allí una a una o en diapositivas.
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Textos completos más adelante.
Textos (columnas):
*** Denis . Gracias, Denis, por allegarme el poema perfecto ... Por Jotamario Arbeláez EL TIEMPO, Dic. 1, 2009 .
http://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/jotamarioarbelez/denis_6716467-1
http://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/jotamarioarbelez/denis_6716467-1
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*** Lisandro Duque Naranjo, El poeta Fernando Denis , EL ESPECTADOR, Dic. 6, 2009. http://www.elespectador.com/columna175914-el-poeta-fernando-denis
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ENLACES:
Poetry International Web - Fernando Denis
http://colombia.poetryinternationalweb.org/piw_cms/cms/cms_module/index.php?obj_id=12113&x=1
http://colombia.poetryinternationalweb.org/piw_cms/cms/cms_module/index.php?obj_id=12113&x=1
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Las visiones de Fernando Denis. Por Nicolás Suescún
http://www.ucentral.edu.co/humanidades/hojas-uni/HOJAS%20U%2058/LAS%20VISIONES%20DE%20FERNANDO%20DENIS.pdf
http://www.ucentral.edu.co/humanidades/hojas-uni/HOJAS%20U%2058/LAS%20VISIONES%20DE%20FERNANDO%20DENIS.pdf
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Denis .
Gracias, Denis, por allegarme el poema perfecto ...
Por Jotamario Arbeláez
eltiempo.com / opinión / columnistas EL TIEMPO, Dic. 1, 2009 .Denis
http://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/jotamarioarbelez/denis_6716467-1
Gracias, Denis, por allegarme el poema perfecto ...
Por Jotamario Arbeláez
eltiempo.com / opinión / columnistas EL TIEMPO, Dic. 1, 2009 .Denis
http://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/jotamarioarbelez/denis_6716467-1
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Unos nacen para encontrar en la vida una olla llena de oro, otros una verdad incontrovertible, otros unas piernas inalienables. Mi papá me inculcó, si no hacer, por lo menos encontrar el poema perfecto, así no llevara un peso para la casa. Una vez que lo hallara, bien podría cerrar los ojos. Él lo había buscado a través de la sastrería, que era el complemento de la obra de Dios, porque el hombre no tenía presentación empeloto. Se sentía feliz al hacer un hombre con pantalones a la medida. En esa búsqueda inculcada me he empeñado por medio siglo, y hasta ahora había plantado mi encuentro en Lubicz Milosz, quien me ha sacado las lágrimas que no pudieron tantas veleidosas amantes ni empañado tantas gafas de marca. Y ha sido la poesía, esa elección del fracaso, como la llamaba Sartre, la que me ha mimado las cuentas bancarias, me ha hecho pacifista así cargue una navaja con la efigie de Gandhi, me puso a marchar con los más borrascosos poetas que integraron mi movimiento y la que me ha propiciado un ciempiés de piernas de las cuales solo me queda una por coronar. Ella sabe.
Tal como el maestro Fernando González exclamó, cuando leyó el poema de Amílcar Osorio, Plegaria nuclear de un cocacolo, que al fin había llegado la poesía a Colombia, a su intimidad, igual puedo en este momento exclamar al abrir el tomo editado por Norma de Geometría del agua, de Fernando Denis, a quien hasta el momento tantos empingorotados intelectuales habían considerado poco menos que un arrastrado.
Me he pasado la vida leyendo a los grandes poetas del mundo. Entre ellos se me acaba de colar Denis, un personaje que hace poco se levantó de un cambuche de menesteroso, donde se mantuvo por su propia voluntad apoyado en una botella, y quien ahora resulta un sultán del poema. Un caso similar no lo veía desde las leyendas de La cenicienta y El patito feo.
Hace unos 18 años entré a tomar un café en la Alianza Francesa y allí me lo encontré más borracho que Francois Villon y casi con la soga al cuello. Era una pichurria poética, más presencia podía tener el fantasma de Canterville. Me extendió una carpeta con sus escritos y dudé de que pudieran ser suyos. Después aparecería La criatura invisible en los crepúsculos de William Turner. ¡Zambomba! Ese libro debió haber creado una conmoción inmediata. No fue así, pero se fue convirtiendo en un objeto de culto, mientras el autor, por intenso, como dicen ahora, seguía generando el rechazo.
La poesía de Denis no tiene antecedente en nuestra lírica, tan tendente a la española y cuando más a la franca. Se evidencia que proviene de la poesía prerrafaelista británica de mediados del XIX, tan hermanada con la pintura. Si así fuere, el fantasma de Dante Gabriel Rosetti debe de estar de plácemes, al darse cuenta de que en un país sin las condiciones higiénicas ni el ritmo reposado que su expresión demanda, surge un discípulo de su misma talla, por lo menos inspirativa. Se puede tratar de una reencarnación trastrocada del romántico místico y filipichín londinense, pues, si bien heredó el corte de sus versos, difícilmente se acomodaría a las medidas de sus principescos atuendos.
Dos monstruos poéticos nos ha brindado la Costa Caribe en los últimos lustros: Raúl Gómez Jattin, todo un ciclón acariciante, y Denis, que es más bien un céfiro arrasador. Este menudo poeta asumió durante casi veinte años la pose maldita del poeta en desgracia, desposeído hasta del mínimo mendrugo de sueño. Casi todos los colegas poetas le sacaban el jopo, no tanto para no pagarle el peaje por su existencia en las calles, sino para despojarse de tan aburridor colegaje. Menciono como excepciones hermosas a William Ospina, a Nicolás Suescún y al inmenso pintor Darío Ortiz, también cercano al prerrafaelismo.
Entro a la poesía de Denis con un pánico respetuoso. Me aterro de que alguien con la esmirriada figura de mi amigo pueda rezumar semejante alud de belleza. Pero pienso que si fuera alto, buen mozo, bien parado y metrosexual, escribiría como Danilo Santos. Todo el que lea completo el último libro de Denis va a verlo como un Adonis, así lo veo. Con el otro sucede todo lo contrario. Gracias, Denis, por allegarme el poema perfecto, por el cual mi padre me dijo que se justificaría mi existencia.
Unos nacen para encontrar en la vida una olla llena de oro, otros una verdad incontrovertible, otros unas piernas inalienables. Mi papá me inculcó, si no hacer, por lo menos encontrar el poema perfecto, así no llevara un peso para la casa. Una vez que lo hallara, bien podría cerrar los ojos. Él lo había buscado a través de la sastrería, que era el complemento de la obra de Dios, porque el hombre no tenía presentación empeloto. Se sentía feliz al hacer un hombre con pantalones a la medida. En esa búsqueda inculcada me he empeñado por medio siglo, y hasta ahora había plantado mi encuentro en Lubicz Milosz, quien me ha sacado las lágrimas que no pudieron tantas veleidosas amantes ni empañado tantas gafas de marca. Y ha sido la poesía, esa elección del fracaso, como la llamaba Sartre, la que me ha mimado las cuentas bancarias, me ha hecho pacifista así cargue una navaja con la efigie de Gandhi, me puso a marchar con los más borrascosos poetas que integraron mi movimiento y la que me ha propiciado un ciempiés de piernas de las cuales solo me queda una por coronar. Ella sabe.
Tal como el maestro Fernando González exclamó, cuando leyó el poema de Amílcar Osorio, Plegaria nuclear de un cocacolo, que al fin había llegado la poesía a Colombia, a su intimidad, igual puedo en este momento exclamar al abrir el tomo editado por Norma de Geometría del agua, de Fernando Denis, a quien hasta el momento tantos empingorotados intelectuales habían considerado poco menos que un arrastrado.
Me he pasado la vida leyendo a los grandes poetas del mundo. Entre ellos se me acaba de colar Denis, un personaje que hace poco se levantó de un cambuche de menesteroso, donde se mantuvo por su propia voluntad apoyado en una botella, y quien ahora resulta un sultán del poema. Un caso similar no lo veía desde las leyendas de La cenicienta y El patito feo.
Hace unos 18 años entré a tomar un café en la Alianza Francesa y allí me lo encontré más borracho que Francois Villon y casi con la soga al cuello. Era una pichurria poética, más presencia podía tener el fantasma de Canterville. Me extendió una carpeta con sus escritos y dudé de que pudieran ser suyos. Después aparecería La criatura invisible en los crepúsculos de William Turner. ¡Zambomba! Ese libro debió haber creado una conmoción inmediata. No fue así, pero se fue convirtiendo en un objeto de culto, mientras el autor, por intenso, como dicen ahora, seguía generando el rechazo.
La poesía de Denis no tiene antecedente en nuestra lírica, tan tendente a la española y cuando más a la franca. Se evidencia que proviene de la poesía prerrafaelista británica de mediados del XIX, tan hermanada con la pintura. Si así fuere, el fantasma de Dante Gabriel Rosetti debe de estar de plácemes, al darse cuenta de que en un país sin las condiciones higiénicas ni el ritmo reposado que su expresión demanda, surge un discípulo de su misma talla, por lo menos inspirativa. Se puede tratar de una reencarnación trastrocada del romántico místico y filipichín londinense, pues, si bien heredó el corte de sus versos, difícilmente se acomodaría a las medidas de sus principescos atuendos.
Dos monstruos poéticos nos ha brindado la Costa Caribe en los últimos lustros: Raúl Gómez Jattin, todo un ciclón acariciante, y Denis, que es más bien un céfiro arrasador. Este menudo poeta asumió durante casi veinte años la pose maldita del poeta en desgracia, desposeído hasta del mínimo mendrugo de sueño. Casi todos los colegas poetas le sacaban el jopo, no tanto para no pagarle el peaje por su existencia en las calles, sino para despojarse de tan aburridor colegaje. Menciono como excepciones hermosas a William Ospina, a Nicolás Suescún y al inmenso pintor Darío Ortiz, también cercano al prerrafaelismo.
Entro a la poesía de Denis con un pánico respetuoso. Me aterro de que alguien con la esmirriada figura de mi amigo pueda rezumar semejante alud de belleza. Pero pienso que si fuera alto, buen mozo, bien parado y metrosexual, escribiría como Danilo Santos. Todo el que lea completo el último libro de Denis va a verlo como un Adonis, así lo veo. Con el otro sucede todo lo contrario. Gracias, Denis, por allegarme el poema perfecto, por el cual mi padre me dijo que se justificaría mi existencia.
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El poeta Fernando Denis
Por: Lisandro Duque Naranjo
“QUIENES ME LLAMAN ‘POETA MALdito’ no han leído a los poetas malditos”, dice molesto y sobrado de razón el...
EL ESPECTADOR, Dic. 6, 2009. http://www.elespectador.com/columna175914-el-poeta-fernando-denis
Por: Lisandro Duque Naranjo
“QUIENES ME LLAMAN ‘POETA MALdito’ no han leído a los poetas malditos”, dice molesto y sobrado de razón el...
EL ESPECTADOR, Dic. 6, 2009. http://www.elespectador.com/columna175914-el-poeta-fernando-denis
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En realidad la poesía maldita la puede escribir un ciudadano muy juicioso, de igual manera a como un poeta —caso de Denis— que haya vivido una bohemia extrema, por fortuna ya superada, no necesariamente está condenado a surtir su obra con vapores alcohólicos, ambientes espesos de comisaría y dormidas callejeras. La poesía de este afrocolombiano, en efecto, no tiene nada que ver con esas trampas que le tendió la vida a los 18 años, exactamente en 1986, cuando llegó a Bogotá con el proyecto de tomársela poéticamente, y sin ningún deseo, ni capacidad, de desempeñarse en tareas materiales.
En realidad la poesía maldita la puede escribir un ciudadano muy juicioso, de igual manera a como un poeta —caso de Denis— que haya vivido una bohemia extrema, por fortuna ya superada, no necesariamente está condenado a surtir su obra con vapores alcohólicos, ambientes espesos de comisaría y dormidas callejeras. La poesía de este afrocolombiano, en efecto, no tiene nada que ver con esas trampas que le tendió la vida a los 18 años, exactamente en 1986, cuando llegó a Bogotá con el proyecto de tomársela poéticamente, y sin ningún deseo, ni capacidad, de desempeñarse en tareas materiales.
Si los poemas de Denis no expresan el teso arrabal urbano no es porque lo eludan de manera vergonzante, sino porque el joven que lo vivió a tope ya se había construido un blindaje desde su adolescencia libresca bajo los techos hirvientes de su natal Ciénaga. La gracia de las bibliotecas de pueblo, sean domésticas o públicas, radica en que en sus estanterías son permanentes best-sellers de los autores clásicos.
Una prueba al azar de poesía no inspirada en antros: “No cabe en tu abrazo la vida entera, / pero todo el Mississippi y el Magdalena / desembocan en tus ojos. Por eso amo tus orillas”. En 1997 Denis había publicado La criatura invisible en los crepúsculos de William Turner, y por estar tan llevado del trago, muchos pusieron en duda su autoría. No fue preciso, sin embargo, esperar a que se apareciera con La geometría del agua (Editorial Norma), libro que lanzó el pasado 2 de diciembre, para que se le levantaran las sospechas, porque ya en los ratos en que no se iba de rones nos convencía a sus amigos de que estábamos frente a un hombre de saberes literarios, pictóricos y fílmicos excepcionales.
Como la poesía para mí es gozo, y analizarla me es esquivo, me limitaré a provocar a los lectores con este verso de Denis contenido en su Geometría del agua: “… ¿Cómo es posible que todos pasan junto a ti como si no te vieran / y yo me detengo a mirarte para siempre? /¿Qué cosa ocurre en los demás que a mí me falta para olvidarte?”.
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Sería un desperdicio, luego de colmar de elogios a este poeta, pasar de largo por su ego, que quienes lo admiramos somos felices alcahueteándoselo.
Sería un desperdicio, luego de colmar de elogios a este poeta, pasar de largo por su ego, que quienes lo admiramos somos felices alcahueteándoselo.
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Le pregunté hace poco cuál era su verdadero nombre y de dónde sacó ese seudónimo —Fernando Denis, que a quien lo escucha sin haberlo conocido le hace pensar que es extranjero—, y me dijo: Me llamo José Luis González Sanjuán. Me puse Fernando Denis porque hay muchos José Luises. Pero Fernandos también hay bastantes, le repliqué, a lo que me contestó: sí, pero muy pocos Denis.
Le pregunté hace poco cuál era su verdadero nombre y de dónde sacó ese seudónimo —Fernando Denis, que a quien lo escucha sin haberlo conocido le hace pensar que es extranjero—, y me dijo: Me llamo José Luis González Sanjuán. Me puse Fernando Denis porque hay muchos José Luises. Pero Fernandos también hay bastantes, le repliqué, a lo que me contestó: sí, pero muy pocos Denis.
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El poeta Jotamario y Claudia, su mujer, luego del recital de Denis, le hicieron en su casa un agasajo, al que me invitaron junto a otros amigos. Así abrió plaza el homenajeado: “Los presento entre ustedes: a mi derecha, mi fisioterapeuta, Jeannette Franco. A mi izquierda, mi médico y acupunturista, Omar Escobar. Al frente, mi traductor, Nicolás Suescún, al fondo, mi biógrafo, Jorge Pinzón. Sentados: Darío Ortiz , mi pintor, y Lisandro Duque, mi cineasta”.
El poeta Jotamario y Claudia, su mujer, luego del recital de Denis, le hicieron en su casa un agasajo, al que me invitaron junto a otros amigos. Así abrió plaza el homenajeado: “Los presento entre ustedes: a mi derecha, mi fisioterapeuta, Jeannette Franco. A mi izquierda, mi médico y acupunturista, Omar Escobar. Al frente, mi traductor, Nicolás Suescún, al fondo, mi biógrafo, Jorge Pinzón. Sentados: Darío Ortiz , mi pintor, y Lisandro Duque, mi cineasta”.
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Como Jotamario le dijo que escribiría su columna de El Tiempo dedicada a su gloria, recibió una llamada suya en la que le preguntó cómo la titularía. Al responderle Jota que “Denis”, éste le dijo que por qué más bien no “El Homero del Caribe”.
Como Jotamario le dijo que escribiría su columna de El Tiempo dedicada a su gloria, recibió una llamada suya en la que le preguntó cómo la titularía. Al responderle Jota que “Denis”, éste le dijo que por qué más bien no “El Homero del Caribe”.
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Su proyecto inmediato: hacer un recital, en el cementerio La Recoleta de Buenos Aires, en homenaje a doña Leonor, la madre de Jorge Luis Borges. Lo llevará allá el pintor Darío Ortiz . Lo único que hasta el momento pone en duda el viaje, es que el poeta Denis quiere quedarse seis meses en Buenos Aires, no se sabe todavía por cuenta de quién. Los argentinos se lo merecen.
lisandroduque@hotmail.com
Su proyecto inmediato: hacer un recital, en el cementerio La Recoleta de Buenos Aires, en homenaje a doña Leonor, la madre de Jorge Luis Borges. Lo llevará allá el pintor Darío Ortiz . Lo único que hasta el momento pone en duda el viaje, es que el poeta Denis quiere quedarse seis meses en Buenos Aires, no se sabe todavía por cuenta de quién. Los argentinos se lo merecen.
lisandroduque@hotmail.com
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El milagro de Fernando Denis
Viéndolo bien. Por: Patricia Lara Salive
EL País, Cali, Diciembre 27 de 2009
http://www.elpais.com.co/historico/dic272009/OPN/opi5.html
No quiero cerrar este año con temas de violencia. Voy a hacerlo con el milagro de la poesía, con la magia con que ensarta las palabras este cienaguero, hijo de una madre de 13 años, analfabeta, a quien conoció a los 10 porque lo criaron una abuela, también analfabeta, y un padre con dos años de primaria apenas; Fernando Denis, levantado en una casa llena de primos, con patio y traspatio donde había gallinas, patos, cerdos, pavos, gatos, perros; refugiado desde su infancia en los libros que le mitigaban la soledad; Denis, quien empezó a escribir poesía a los 10 años y fue capaz, mientras en las tardes de su niñez corría por la playa, de detenerse a mirar los crepúsculos de la ciénaga para identificarlos después en la obra de Turner, pintor al que descubrió en un poema de Borges que lo llevó a buscar sus cuadros, de cuya contemplación surgió su bello libro de poesía, La Criatura Invisible en los Crepúsculos de William Turner (1997).
Pues bien, ese Fernando Denis, que de verdad se llama José Luis González, quien en su preadolescencia conoció a Shakespeare, a los clásicos y a los grandes poetas, gracias a la biblioteca que en Ciénaga tenía Rafael Caneva, un intelectual del Banco, Magdalena, que para educarle el oído lo puso a leer poesía en rima; Fernando, quien hace seis años resucitó del infierno del alcohol y dejó de caminar las calles en las noches y de refugiarse durante el día en las bibliotecas y en el café que le regalaban las bibliotecarias, acaba de publicar, con Editorial Norma, La Geometría del Agua, un libro que, como lo escribió William Ospina, uno de sus mejores amigos, es “una de las obras poéticas más notables de nuestro tiempo”.
Y ella comienza con uno de los poemas que Fernando Denis escribió en su temprana juventud: La dama de sal:
La flor del pez se oscurece.
En el reloj del agua duerme la cóncava luz que mueve sus agujas de hielo.
La espada se disuelve, su nombre convertido en una ola ya es también hierro enfadado bajo la luna de agua.
Y mientras el mar teje su museo, su colección de auroras y de noches, la dama de sal se yergue, ingrávida, y permanece inmóvil junto al abismo insondable con su leyenda:
Yo soy el mar. Y el agua va y viene con mis recuerdos.
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Viéndolo bien. Por: Patricia Lara Salive
EL País, Cali, Diciembre 27 de 2009
http://www.elpais.com.co/historico/dic272009/OPN/opi5.html
No quiero cerrar este año con temas de violencia. Voy a hacerlo con el milagro de la poesía, con la magia con que ensarta las palabras este cienaguero, hijo de una madre de 13 años, analfabeta, a quien conoció a los 10 porque lo criaron una abuela, también analfabeta, y un padre con dos años de primaria apenas; Fernando Denis, levantado en una casa llena de primos, con patio y traspatio donde había gallinas, patos, cerdos, pavos, gatos, perros; refugiado desde su infancia en los libros que le mitigaban la soledad; Denis, quien empezó a escribir poesía a los 10 años y fue capaz, mientras en las tardes de su niñez corría por la playa, de detenerse a mirar los crepúsculos de la ciénaga para identificarlos después en la obra de Turner, pintor al que descubrió en un poema de Borges que lo llevó a buscar sus cuadros, de cuya contemplación surgió su bello libro de poesía, La Criatura Invisible en los Crepúsculos de William Turner (1997).
Pues bien, ese Fernando Denis, que de verdad se llama José Luis González, quien en su preadolescencia conoció a Shakespeare, a los clásicos y a los grandes poetas, gracias a la biblioteca que en Ciénaga tenía Rafael Caneva, un intelectual del Banco, Magdalena, que para educarle el oído lo puso a leer poesía en rima; Fernando, quien hace seis años resucitó del infierno del alcohol y dejó de caminar las calles en las noches y de refugiarse durante el día en las bibliotecas y en el café que le regalaban las bibliotecarias, acaba de publicar, con Editorial Norma, La Geometría del Agua, un libro que, como lo escribió William Ospina, uno de sus mejores amigos, es “una de las obras poéticas más notables de nuestro tiempo”.
Y ella comienza con uno de los poemas que Fernando Denis escribió en su temprana juventud: La dama de sal:
La flor del pez se oscurece.
En el reloj del agua duerme la cóncava luz que mueve sus agujas de hielo.
La espada se disuelve, su nombre convertido en una ola ya es también hierro enfadado bajo la luna de agua.
Y mientras el mar teje su museo, su colección de auroras y de noches, la dama de sal se yergue, ingrávida, y permanece inmóvil junto al abismo insondable con su leyenda:
Yo soy el mar. Y el agua va y viene con mis recuerdos.
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TEXTOS DEL AUTOR:
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El mito de un escritor excéntrico
Por: Fernando Denis , elavedenis@hotmail.com
El Espectador .com Opinión 7 Ene 2010 - 10:16 pm
http://www.elespectador.com/impreso/articuloimpreso180963-el-mito-de-un-escritor-excentrico#comment-1731871 Impreso Ene. 8, 2010. Pag. 22 Opinión
Por: Fernando Denis , elavedenis@hotmail.com
El Espectador .com Opinión 7 Ene 2010 - 10:16 pm
http://www.elespectador.com/impreso/articuloimpreso180963-el-mito-de-un-escritor-excentrico#comment-1731871 Impreso Ene. 8, 2010. Pag. 22 Opinión
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J.D. SALINGER NACIÓ EN NUEVA York y hace una semana cumplió noventa y un años. Sigue siendo para todos los lectores de culto el escritor que más ha conmovido a los adolescentes de los Estados Unidos desde la publicación en 1951 de su novela El guardián entre el centeno.
La fama lo abrumó; se mudó al campo, ya adepto al budismo zen y se convirtió en un escritor excéntrico: no se deja ver, no da entrevistas, ni se deja tomar fotografías y cuando alguien se acerca a su casa lo saca corriendo con una escopeta. En una época intentaron prohibir El guardián entre el centeno, debido a que en 1980 al asesino de John Lennon, Mark David Chapman, le encontraron la novela y dijo que todos tenían que leerla; también la tenía John Hinckley Jr. cuando en 1981 atentó contra el presidente y mal actor Ronald Reagan para impresionar a la actriz Jodie Foster, que no daba importancia a las cartas y poemas que éste le enviaba. Y en 1989, Robert John Bardo, asesino de Rebecca Schaeffer, llevaba el libro el día que mató a la actriz. Podría creerse que es un libro escrito para niños problema o para inadaptados como su autor. Al contrario de lo que dice la prensa, parece que el asesino de la estrella de los Beatles no era admirador suyo, ni era hombre violento y además trabajaba para la Asociación Cristiana de Jóvenes. Ya casi cumple treinta años de estar encarcelado y se cree que nunca saldrá libre.
Considerada una de las mejores novelas del siglo XX, es la historia de Holden Caulfield, contada en primera persona desde un hospital adonde lo han llevado a recuperarse: un adolescente que después de ser reprobado de un internado en Pensilvania, decide fugarse y vagabundear por Nueva York. Tiene 16 años, es muy mal estudiante, odia el cine, pero tiene un hermano que hace guiones para Hollywood, se considera el mentiroso más grande del mundo, es virgen y no entiende nada del sexo, aunque lo atraen mucho las chicas; es supremamente sensible y tiene una hermanita de 10 años, Phoebe, uno de los personajes más tiernos de la literatura norteamericana, que hace años está escribiendo un libro que nunca termina sobre una niña detective llamada Hazel Watherfield.
Descubriendo a Forester, la película protagonizada por el primer James Bond, Sean Connery, y dirigida por Gus Van Sant, el mismo de Harvey Milk, está inspirada en Salinger.
Salinger también escribió Nueve cuentos, 1953; Franny y Zooey, 1961; Levantad, carpinteros, la viga maestra, y Seymour: una introducción, 1963; en estos libros conmueve mucho el estilo cadencioso, la descripción del ambiente y las costumbres de los personajes. El cuento “Un día perfecto para el pez banana” es el mágico ejemplo de un narrador impresionante, dueño de una técnica exacta y creador de un clima sobrecogedor desde la primera línea. Es probable que en este cuento estén los mejores diálogos telefónicos que puedan leerse. El guardián entre el centeno, cuyo título es inspirado en un poema de Robert Burns, el gran poeta escocés, es uno de los textos más conmovedores del mundo, una especie de educación sentimental plena de una exacerbada poesía que engrandece el espíritu humano. La historia de la literatura halló a un personaje que todos llevan adentro. El lector vislumbra la inmensa, terrible soledad de Holden Caulfield en su propia soledad y en la soledad del hombre moderno.
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J.D. SALINGER NACIÓ EN NUEVA York y hace una semana cumplió noventa y un años. Sigue siendo para todos los lectores de culto el escritor que más ha conmovido a los adolescentes de los Estados Unidos desde la publicación en 1951 de su novela El guardián entre el centeno.
La fama lo abrumó; se mudó al campo, ya adepto al budismo zen y se convirtió en un escritor excéntrico: no se deja ver, no da entrevistas, ni se deja tomar fotografías y cuando alguien se acerca a su casa lo saca corriendo con una escopeta. En una época intentaron prohibir El guardián entre el centeno, debido a que en 1980 al asesino de John Lennon, Mark David Chapman, le encontraron la novela y dijo que todos tenían que leerla; también la tenía John Hinckley Jr. cuando en 1981 atentó contra el presidente y mal actor Ronald Reagan para impresionar a la actriz Jodie Foster, que no daba importancia a las cartas y poemas que éste le enviaba. Y en 1989, Robert John Bardo, asesino de Rebecca Schaeffer, llevaba el libro el día que mató a la actriz. Podría creerse que es un libro escrito para niños problema o para inadaptados como su autor. Al contrario de lo que dice la prensa, parece que el asesino de la estrella de los Beatles no era admirador suyo, ni era hombre violento y además trabajaba para la Asociación Cristiana de Jóvenes. Ya casi cumple treinta años de estar encarcelado y se cree que nunca saldrá libre.
Considerada una de las mejores novelas del siglo XX, es la historia de Holden Caulfield, contada en primera persona desde un hospital adonde lo han llevado a recuperarse: un adolescente que después de ser reprobado de un internado en Pensilvania, decide fugarse y vagabundear por Nueva York. Tiene 16 años, es muy mal estudiante, odia el cine, pero tiene un hermano que hace guiones para Hollywood, se considera el mentiroso más grande del mundo, es virgen y no entiende nada del sexo, aunque lo atraen mucho las chicas; es supremamente sensible y tiene una hermanita de 10 años, Phoebe, uno de los personajes más tiernos de la literatura norteamericana, que hace años está escribiendo un libro que nunca termina sobre una niña detective llamada Hazel Watherfield.
Descubriendo a Forester, la película protagonizada por el primer James Bond, Sean Connery, y dirigida por Gus Van Sant, el mismo de Harvey Milk, está inspirada en Salinger.
Salinger también escribió Nueve cuentos, 1953; Franny y Zooey, 1961; Levantad, carpinteros, la viga maestra, y Seymour: una introducción, 1963; en estos libros conmueve mucho el estilo cadencioso, la descripción del ambiente y las costumbres de los personajes. El cuento “Un día perfecto para el pez banana” es el mágico ejemplo de un narrador impresionante, dueño de una técnica exacta y creador de un clima sobrecogedor desde la primera línea. Es probable que en este cuento estén los mejores diálogos telefónicos que puedan leerse. El guardián entre el centeno, cuyo título es inspirado en un poema de Robert Burns, el gran poeta escocés, es uno de los textos más conmovedores del mundo, una especie de educación sentimental plena de una exacerbada poesía que engrandece el espíritu humano. La historia de la literatura halló a un personaje que todos llevan adentro. El lector vislumbra la inmensa, terrible soledad de Holden Caulfield en su propia soledad y en la soledad del hombre moderno.
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Actualizó: NTC … / gra . Dic. 19, 2009, 9:53 PM /// Domingo, Enero 10, 2010. 8:48 AM /// Enero 11, 2010. 10:30 AM
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