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.
From: Armando Ibarra Racines *
Date:
Sat, 21 Dec 2013, 10:27:59
Subject:
A propósito del debate...
Estimados
amigos:
Un
correo reciente de Harold Alvarado hacía referencia a dos textos de Héctor Abad
Faciolince que tienen (a pesar de su
antigüedad) mucha actualidad a propósito del debate.
Se los
adjunto.
Cordialmente,
Armando.
* NTC ... enlace : http://ntc-libros-de-poesia.blogspot.com/2013_08_08_archive.html
* NTC ... enlace : http://ntc-libros-de-poesia.blogspot.com/2013_08_08_archive.html
NTC ... agradece al poeta Ibarra por el aporte.
POESIA ELITISTA O AL ALCANCE DE
TODOS. 36 MILLONES DE POETAS
POR Héctor Abad Facilince
María Mercedes Carranza nos quiere hacer reír y lo
consigue. En el editorial de la última Revista Casa Silva (aparecido en
LECTURAS) * expresa en voz alta un deseo: que cada uno de nuestros 36 millones de
compatriotas se vuelva poeta... Y que haya pronto en Colombia una casa de
poesía en todos los municipios, en cada barrio y vereda . Lo que nos faltaba:
la demagogia poética. (* NTC ... nota: texto ¡FUERA
VERDAD TANTA BELLEZA!, completo en la web de la Casa Silva http://www.casadepoesiasilva.com/revista8editorial.htm y en El Tiempo , 12 de marzo de 1995: en http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-272938 )
IZQ.: Carátula de la Revista Casa Silva No. 8, Abril 1995. Detalles y contenido de este número: http://www.casadepoesiasilva.com/revista8.htm .
Imagen: de la biblioteca de NTC ... . Escaneó: NTC ... DER.: María Mercedes Carranza y Héctor Abad F. (2010).
No está mal como plataforma para un posible ministro
de cultura. Gracias al cielo que este arranque no le dio a Carranza cuando era
constituyente pues, de lo contrario, el artículo primero de la Constitución
sonaría así: Colombia es un Estado social de derecho organizado en forma de
República de poetas . Y el 36: El Estado promoverá y financiará casas de poesía
Silva en cada pueblo, en cada barrio, en cada vereda (y de ser posible en cada
cuadra) .
Si no la interpreto mal, esta irrefrenable sed de
poesía tiene que ver con la firme creencia en que la escritura de versos es una
especie de terapia social. Para ella la poesía no solo es una dimensión
esencial del alma , sino que además proporciona a nuestra golpeada sociedad
horizontes de justicia, de amor y de vida, que se convierten en una alternativa
de la cuota cotidiana de sangre y de la acelerada degradación moral . Como
quien dice que la poesía es una especie de elíxir de bondad y los poetas, unos
bondadosos redentores de la sociedad. Por un lado están la violencia, la sangre
y la inmoralidad. Por el otro, los poetas.
Hago notar, por lo pronto, que el ejercicio de la
poesía no exime del insulto ni del mal gusto. Carranza, veterana poetisa, me
acusa en su editorial de portarme igual que el perro: orinando alrededor de su
territorio . Y el largo ejercicio con los yambos tampoco le ha dado la virtud
de la veracidad pues me atribuye frases que jamás he dicho: que para salvar a
nuestra sociedad hay que acabar con los poetas silvestres. Mentira. Qué voy a
hablar yo de la sociedad , si ese es precisamente el motivo de la discordia:
Carranza cree que la poesía proporciona horizontes de justicia social y
previene la degradación moral de la sociedad. Yo no.
La gente no es buena poeta, ni buena a secas, por el
hecho de escribir versos o por el hecho de tener alma de poeta (que no sé qué
será). La misma Carranza lo admite implícitamente al arremeter contra una
poetisa, colega suya, Piedad Bonnet, quien ha escrito dos libros bellísimos de
poesía. Y sin embargo Carranza, en el tono más destemplado y autoritario, la
regaña. Se ve que para la directora de la Casa Silva, los poetas son buenos y
salvarán al país de su degradación moral siempre y cuando estén de acuerdo con
ella (...) Demagogia poética? En la historia de la literatura abundan los
poetas y escritores que son a la vez excelentes artistas y pésimas personas:
Céline fue antisemita y pro nazi y eso no le quita que haya escrito grandes
libros; algo parecido puede decirse de Pound y sus inclinaciones fascistas
(...) Barba Jacob, buen poeta sin duda, era tramposo y le vendía su pluma al
mejor postor entre los tiranos mexicanos o los dictadorcillos centroamericanos.
Francois Villon fue bandido, ladrón y hasta llegó a matar un cura, lo cual no
le quita el título de gran poeta de Francia ni la verdad de haber revolucionado
la poesía de Occidente. La RAPP, una asociación soviética de poetas, ayudó a
mandar a Siberia o al exilio a no pocos escritores disidentes.
En fin, ejemplos habría muchos más, pero voy a
terminar con uno de los más recientes. Hace pocos años un asesino austríaco
escribió en la cárcel un libro al parecer excelente. Sorprendió tanto que muchos
poetas e intelectuales de ese país pensaron que alguien que escribía tan bien
no podía ser mal tipo. Le consiguieron un indulto y lo soltaron. El gran
artista, recién salido, mató a otras dos personas. La idea de que la gente es
buena por el hecho de escribir versos, ya se ve, no es una bobada original de
la Casa Silva.
El otro asunto es si todos los que quieran escribir
versos lo pueden hacer. Hombre sí, claro, no faltaba más. Y todos los que
quieran hacer sumas y restas y resolver acusaciones diferenciales, que lo
hagan. Otra cosa es que por el hecho de intentarlas los gradúen de matemáticos.
Que es lo que hacen aquí varias instituciones y publicaciones: gradúan de
poetas a los que intentan versos. Como tal mujer o tal pobre hombre viven
debajo del puente y escriben en español renglones cortos, hay que publicarles
sus escritos y organizarles un recital. No digo que no. Digo que si esto se
hace por pesar, dadas las circunstancias y porque es lo políticamente correcto,
no estoy de acuerdo. Eso es paternalismo demagógico y el primer engañado es el
señor del puente al que le hacen creer por un instante que es lo que no es.
Ahora, si los renglones cortos son excelente poesía, no solo les deberían armar
un recital sino sacarlos del puente y llevárselos a vivir a un cuarto de la
Casa Silva.
Ahora bien, si María Mercedes Carranza y otros poetas
benefactores han encontrado que la poesía puede ser un medio eficaz de
reinserción social, magnífico. También los cardiólogos se dieron cuenta hace
tiempo de que un ejercicio como el de la acuarela puede ser excelente para los
afectados por infarto. Mientras se les cicatriza el miocardio los ponen a
pintar. Pero en los museos, en la galerías y en las academias de bellas artes
no entran los cuadros de los infartados, por pesar o dadas las circunstancias .
Entran si se halla un talento desconocido, novedoso, interesante.
Show cultural Sin duda este uso de la versificación
como terapia social es importante, pero los artículos de Carranza que resaltan
esta cuestión se verían mejor en una publicación especializada en sociología o
en terapia ocupacional. Poco tiene que ver con el arte poético. Insisto, para
terminar, en la tesis de mi artículo Poetastros de la poetambre que tanto la
ofendió. En Colombia vivimos una gran explosión demográfica de poetas
silvestres, o mejor, de autopoetas. Es decir, de personas que, como por
generación espontánea, se van proclamando poetas. Lo de silvestres no alude a
Silva, como parece creer, ofuscada, la directora de su casa, sino a la selva, a
lo salvaje, a lo que crece sin cultivo. Esta falta de cultivo en el ejercicio
de la poesía, al menos como programa, me parece demagógico.
Además, creo que tiene un riesgo (un riesgo estético,
no social) ya que esta poesía, aparentemente fresca y espontánea, no hace más
que reproducir clichés de lo que se considera poético. El armamento artístico
de los poetas silvestres suele ser un inventario repetitivo de lugares comunes
(en el léxico, en las ideas, en la combinación de elementos, en la misma
emoción). Por eso insisto, como sostuve allí, en que lo que hacen los buenos
poetas es oponerse con todas sus fuerzas al mal poeta que todos llevamos
dentro. Todo el mundo manosea las palabras; cuando un buen poeta las usa, estas
parecen nuevas, recuperan toda su carga de significado.
La demagogia poética, por el contrario, con su
masificación de la poesía, lo que hace es halagar, adular al mal poeta que
llevamos dentro. Sus espectáculos repiten un sonsonete ingenuo: Yo soy poeta,
tú eres poeta, él es poeta, nosotros somos poetas, todos somos poetas, este
gran evento es poesía, todo es poesía . Los que sentimos desconfianza por esa
trivialización del arte verbal parece que, por el hecho de sostener esto,
estuviéramos a favor de la violencia, de la degradación social y de los
sicarios.
Eso es ridículo y en vez de recibir insultos nos
gustaría leer argumentos. Porque lo que sigue en pie, después de la rabia de
Carranza, es la misma sospecha, la misma duda: sí será cierto que esa
extraordinaria promoción de poetas, de poemas, de libros, folletos, revistas y
actividades poéticas, sí será cierto que encierran poesía? O no será más bien
un nuevo espectáculo montado por nuestra sociedad de masas que todo quiere
convertirlo en un show multitudinario, financiado por la publicidad de la
empresa privada, en parte, y en parte subsidiado por la burocracia de Estado?
.
POETASTROS DE LA POETAMBRE
Por Héctor Abad
Faciolince
(Desconocemos en donde se publicó y la fecha)
No es que de poeta y de loco todos tengamos un poco.
Lo que pasa, de verdad, verdad, es que todo el mundo padece una locura de
fondo: la de creerse poeta. Como la materia prima de la poesía es la palabra y
mal que bien todo el mundo sabe hablar, no conozco persona alguna a la que en
algún momento de su vida no la haya dado por acuñar una frase bonita.
Y eso no está mal del todo. El problema es que lo que
casi todo el mundo considera frases bonitas, son frases horribles, frases
aprendidas desde la más tierna infancia (ésta es un ejemplo de ellas) que
reproducen esa parte melosa y cursi de toda cultura. Parte melosa y cursi que
la mayoría confunde con lo poético.
Todo borracho ha dicho o llegará a decir “hombre, en
el fondo, yo también me siento un poco poeta” y tendrá razón el borracho, en el
fondo y la superficie. Porque, como dijo un crítico italiano, en el alma de
todos los hombres se anida un poeta. En efecto, un poeta malo. Y lo que hacen
los buenos poetas es oponerse con todas sus fuerzas al mal poeta que todos
llevamos dentro. Y no solo se oponen con todas sus fuerzas a ese mal poeta
(porque de buenas intenciones está lleno el infierno del Parnaso), sino que
logran doblegarlo.
Por eso al leer los periódicos, los suplementos, las
revistas, tengo una sensación de malestar al ver esa cantidad de actividades
poéticas: encuentros de poetas, festivales de poetas, olimpiadas de poetas,
bazares de poetas y por supuesto bosques de fotos de poetas, todos con la
mirada lánguida y media cara apoyada en la mano. Fuera de o montones de
homenajes a poetas, lecturas de poesía, revistas de poesía, revistas de poesía,
congresos de poesía, concursos de lo mismo, becas de lo mismísimo. Y de todas
partes poetas en ciernes que le mandan a uno sus versos manuscritos,
dactiloscritos, editados: Poetas ricos, poetas pobres, poetas bosnios, poetas
cubanos, poetas antioqueños, poetas bogotanos, poetas ingenieros, poetas
jóvenes, viejos, niños, poetas reencarnados, poetas muertos.
¿Será la nuestra una época tan maravillosa que tantas
personas sean capaces de oponerse con éxito al mal poeta que todos llevamos
dentro? Lo dudo mucho y propongo una prueba de fuego, un papel de tornasol, u
peaje para colar poetas de verdad en esta marea de poetas silvestres.
Cuando los versos tenían rima –este es un verso de
Darío Jaramillo- era más difícil escribir poesía. No era necesariamente mejor,
pero si era más difícil, porque se requería demostrar, al menos, el manejo de
un arte, de una destreza. Con la poesía actual pasa lo mismo que con la pintura
abstracta: la frontera entre farsa y autenticidad es muy estrecha y uno resulta
fácilmente engañado. Entonces así como cualquier pintor que no sea un farsante
tendría que ser capaz de acercarse con cierta competencia a los dibujos de
Ingres o de Picasso, y sin este pasaporte se le debería prohibir cualquier
exposición, así mismo con los poetas habría que exigirles una patente del arte.
Y esta consistiría en una ley que prohibiera a todo
poeta publicar un libro si antes no ha sido capaz de escribir 12 sonetos
petrarquistas o quevedescos.
Perfectos: con sus endecasílabos, cuartetos, tercetos,
sus rimas consonantes o asonantes de ritmo yámbico o trocaico. De lo contrario,
nada: poeta privado, poeta borracho, poeta onanista, pero no publicado.
Dudo que el próximo ministro de cultura acepte esta
propuesta. Enseguida aparecería una parcarta con el verso de Huerta: ¡ libertad
para los presos poéticos ¡ y podría haber una marcha de poetas y poetisas por
el derecho al verso libre y a la libertad del verso.
Ese es el problema de este país adusto: no se puede
uno reir porque los demás creen que uno está hablando en serio.
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