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Jotamario Arbeláez
Premio Internacional de Poesía
Ramón López Velarde 2015
En reconocimiento a su obra
Nació en Cali en 1940. Miembro fundador del Nadaísmo
en 1958. Bachiller honoris causa del Santa Librada College. Doctor honoris
causa de la Universidad Santiago de Cali. Medalla del Congreso de Colombia en
el grado de Comendador. Autor de Mi reino
por este mundo, Premio Nacional de Poesia La Oveja Negra y Golpe de Dados
1980; La casa de memoria, Premio
Nacional de Poesía Colcultura 1995; El
cuerpo de ella, Premio Nacional de Poesía Instituto de Cultura 1999; Premio
Internacional de Poesía Víctor Valera Mora de la Fundación Rómulo Gallegos
2008. Acaba de anunciarse desde México que se hizo acreedor al Premio Internacional
de Poesía Ramón López Velarde 2015, que concede la Universidad de Zacatecas, en
reconocimiento a su obra. Vive en Bogotá.
Intermedio
Misión cumplida
Jotamario Arbeláez
Con una extraña mezcla de orgullo y humildad me permito informar a quienes
me leen y me quieren para que me lean y me quieran más, y de paso a quienes ni
lo uno ni lo otro a ver si recapacitan, que luego de 55 años de escribir y
publicar mis poemas ―gracias al profeta Gonzalo Arango que me concedió la
alternativa cuando recién salía del Santa Librada―, que acabo de merecer el
Premio Internacional de Poesía Ramón López Velarde 2015, otorgado por la
Universidad de Zacatecas, México, como reconocimiento a mi obra.
La presea, que consiste en
medalla de plata y un cheque que no digo de cuanto para que no se alegre la
DIAN ni sufran los enemigos, me será entregada en solemne ceremonia durante las
jornadas lopezvelardianas en Zacatecas en diciembre 5. Ya mandé que
plancharan mi liqui-liqui.
Este premio se concede
anualmente en dos modalidades. Una, desde 1982, a los escritores mexicanos que
concursen con obra inédita. Y otra, desde 2007, al escritor iberoamericano que,
a criterio de la organización, “sobresalga por sus logros al representar los
sentimientos por medio de la palabra”. Lo han recibido en los últimos años
poetas como Ernesto Cardenal, Juan Manuel Roca, Jaime Augusto Shelley,
Sergio Mondragón, Coral Bracho, Óscar Oliva, Jorge Boccanera. La noticia
me la puso en el oído el poeta Marco Antonio Campos, y me fue confirmada por el
coordinador ejecutivo del premio, poeta José de Jesús Sampedro. A ellos, al
comité elector, y al rector Armando Silva Cháirez, mi emocionada gratitud.
Es mi quinto premio de
poesía. Los que tenía calculados y los maestros espirituales me tenían
prometidos. Si aspiro a ganar otros, ya será por esfuerzo propio y sin nada de
ayudas de San Nicolás, mi santo patrono.
En 1970, huyéndole a un
amor y a los Juegos Panamericanos del 71, salí de Cali con una caja llena de
líricos borradores pergeñados en 10 años a tomarme la capital por la poesía, en
compañía de Elmo Valencia. Pasé una década oficiando a las deidades
lisérgicas desde el hippismo, hasta que me di cuenta que había aparecido un
animador por la TV con mi mismo nombre y el apellido de mi amigo y amenazaba
borrarme. En vez de desanimarme acudí a mi caja de borradores y preparé el
libro Mi reino por este mundo, con el cual gané el Premio Nacional
de Poesía de la editorial Oveja Negra ―por entonces de García Márquez―, y la
revista Golpe de Dados, de Mario Rivero. El cheque me lo entregó el
expresidente López Michelsen, con el alentador elogio de “se premia una
promesa”, y ese día se lanzó a la reelección pero se lo merendó Belisario.
Quien gracias a ese premio me mandó por Europa en una gira de embajador
cultural a partir de Macedonia hasta España predicando la paz y la poesía.
También merced a esa
presea me integró en Propaganda Sancho don Álvaro Arango, para que me siguiera
ganado mensualmente hasta pensionarme los mismos miles que había recibido de
premio. Pasados 15 años acudí de nuevo a la caja de los mágicos borradores y
elaboré el libro La casa de memoria, que ganó el Premio Nacional de
Poesía Colcultura 1995.
En 1999 quise despedir dignamente
el milenio. Con El cuerpo de ella, un poema de 1960 dedicado a
Dina Merlini que encontré en la misma caja y que me perdonaron los atracadores
que me hicieron “el paseo millonario”, concursé y gané el Premio Nacional de
Poesía del Distrito. Al año siguiente lo presenté en edición bilingüe en París,
en la Unesco, en el Salón de los Pasos Perdidos. Al recibir este tercer premio
me proclamé por la prensa lleno de ínfulas tricampeón como Ramón Hoyos. A lo
que respondió Humberto De la Calle que Hoyos había sido pentacampeón de
ciclismo. Que para alcanzarlo me faltaban dos galardones. Querido Humberto,
aquí te los endoso.
En 1996 me publicaron en
México, en ediciones Alforja, Paños menores. Con ese libro gané el
Premio Internacional de Poesía “Chino” Valera Mora de la Fundación Rómulo
Gallegos que se convirtió en la biblioteca apartamento donde actualmente vivo.
Y ahora recibo el Premio Internacional Ramón López Velarde 2015, que cubre mi
obra. Creo que el hijo del sastre del barrio Obrero, al borde de los 75, le ha
cumplido a Cali, a Colombia, a los amigos, a los amores y a la poesía. Mucha
gracia!
Nota de NTC... : Este texto se publicó en EL PAÍS, Cali, impreso, Octubre 6, 2015
http://www.elpais.com.co/elpais/opinion/columna/jotamario-arbelaez/mision-cumplida
Nota de NTC... : Este texto se publicó en EL PAÍS, Cali, impreso, Octubre 6, 2015
http://www.elpais.com.co/elpais/opinion/columna/jotamario-arbelaez/mision-cumplida
Los poemas periódicos
Una señora muy aseñorada, llena de
remiendos y sin ninguna puntada,
me
preguntó en el lanzamiento de un libro de poesías que por qué había dejado de escribir
esos mis tan buenos poemas de cuando era joven y nadie respondía por mí
–y
aquí se le quebró la voz–,
para
dedicarme semanalmente a expresar por medio de la prensa escrita estas, cuando
no lánguidas, tórridas prosas acerca de la prosopopeya del acontecer.
Ay, señora, le lloré sobre la rodilla
–pues
el hombro estaba ocupado por una mantilla adquirida en Sevilla–,
porque
por lo que usted llama mis buenos poemas nadie da un céntimo,
y
en cambio con todo lo que expreso en prosa cambia la cosa.
Sin
necesidad de agredir a las que ahora llaman divas prepago,
en
las revistas del corazón, del sexo y demás vísceras me consienten con
razonables tarifas
por
todo lo que expreso acerca de mis relaciones peligrosas con semovientes
empolvadas,
–y
de allí me dan pie para tratar cualquier tema con una reconfortante ironía–
con
tal de que el elemento expresivo no sea el poema.
Así, en los últimos años, no aparece
una poesía con mi firma –ni con la de nadie–
en
ningún periódico o revista –que ya no publican poemas–,
y
en cambio sí me dan todo el despliegue con notas que parecieran no requerir de
la majestad y el cuidado de la manifestación lírica.
Pero
mamola, como solía decir Gaitán antes de que lo inmolaran.
Todo
lo que escribe un poeta son poemas,
así
sea manifiestos de aduana o cartas al señor juez.
Amén de quienes me tratan mal mientras
mejor me expreso,
de
quienes no consienten que me apoye en metros tan dispares que saltan a los
territorios prosaicos, sin contar con que están medidos con mi sana respiración
de no fumador,
algunos
lectores superlativos me lo han manifestado y me voy a poner en esas. Debo
seguir expresando mi poesía sin temer de la prosa el inquilinato.
Así
la llamen prosa partida –pero miren el picar de las particiones– los que no han
saboreado aún el café au lait de la ultramoderna poesía
popular.
Que
no será esa pobre prosa que está condenada a ser mañana la del periódico de
ayer.
Los poetas deben dejar de croar poesías
para dedicarse a escribir lo que les corresponde, dado su manejo del concepto
azaroso.
Poner
al poema a exigir la paz, es no dejar en paz el poema, para que el mismo poema
se encargue de exasperar al viento que exaspere al violento.
Los
antagonistas están en contra de la guerra, pero quieren que sea el otro quien
deponga las armas.
No
se le pidió al poeta que tomara partido. Pero vaya si Homero y Afrodita no
estuvieron de parte de los troyanos. Y si los más serios cronistas de la
segunda guerra mundial no se manifestaron en contra del holocausto.
Nos
están matando a todos así el muerto no seamos ni tú ni yo. Y para señalar todas
estas muertes tenemos que alzar la mano llena de versos punzantes y dejarla
caer sobre el victimario.
Y
no sólo hay que tratar de la guerra sino pintar la crónica del erotismo que a
diario nos presenta venturas y tragedias qué recordar, poniendo de presente ese
elemento que mueve la vida bajo el sol y las altas estrellas cual es la rosa
entreabierta.
Ante la que me inclino y aspiro con la veneración que merece.
Entiendo que mucha gente no comparta
que este tipo de temas se envuelvan en poesía. Pido perdón a quienes aún
respetan los formatos tradicionales.
Pero
a ellos les prometo que con este lenguaje –en el que lo importante es el tono
más la chispa de virulencia–, es posible ganar, en algún momento, un importante
premio de poesía. ¡La madre que sí!
Marzo 4-08
Milagro en casa
Contaré
—a guisa de anécdota— algo que tiene la categoría de un prodigio,
a
sabiendas de que no es de buen tono referirse a las finanzas personales, que
han de lavarse en casa,
ni
a las catástrofes domésticas que no han sido reportadas en Bienestar Familiar.
Debo
aceptar que en los últimos 25 años he vivido como un reyezuelo, gastando más de
lo que gano con la sensible pensión de jubilación asumida despuntando el 2001,
apoyado
por los amplios créditos de las tarjetas que sin solicitarlas me han expedido
los bancos, y que me han permitido sobregirarme ampliamente,
pues
cuando me siento acosado resulta la llamada de otro banco comprando la deuda a
la mitad de los intereses.
Y
así he venido flotando como la mayoría de los fanfarrones.
Hasta
que en estos días mi esposa me llamó al orden, me desplegó las facturas sobre
la mesa del comedor y me dijo significando que habíamos tocado fondo.
¡Colapsamos!
Que
debía conseguirme al rompe doscientos veinte millones al interés más blando
para tapar agujeros.
Dejé
hablando sola a mi torre gemela y me senté al computador a inspeccionar el
monto de mis poemas y prosas y este banco de ideas me dio para participar en
varios concursos nacionales e internacionales, así ya me los hubiere ganado.
Pero
como los veredictos de los honorables jurados no son inmediatos ni tienen
por qué ser infalibles, así pusiera a mi recién desaparecido amigo Óscar
Collazos como jurado en la sombra, había que acudir a un plan B,
como
sería la venta de la pinacoteca, de la biblioteca y/o de los archivos del
nadaísmo, a cual más precioso para mi vidorria.
Si
el Omnipotente no había hecho caso de mi Plegaria donde le solicitaba el
milagro de mantenerlo con vida, a lo mejor había preferido llevárselo para
convertirlo en el milagroso, a ver si terminaba post mortem de convencerlo.
En
esas estaba cuando recibí la llamada de una entidad crediticia que me ofrecía
la suma que necesitara a pírricos intereses.
El
problema era pasar la rigurosa revisión médica, que ya a estos bien
padecidos y gozados 74 podía ser algo peliaguda.
Me
ordenaron todo tipo de exámenes y con los resultados me encaminé al
galeno, quien al revisarlos se aterró de mi complexión salutífera, me
preguntó que hacía para mantener ese estado físico
y
francamente me dio pena confesárselo, pues no tiene qué ver con la continencia,
los ejercicios ni los balances dietéticos.
A
la hora de aplicarme la tarifa del seguro de vida me volvió a preguntar el
nombre y al revelarle el seudónimo
levantó
la mirada con los ojos desorbitados y me dijo que si había alguien que me
admirara más en la vida que él, era su papá, con quien siempre compartía mis
columnas.
Que
en reconocimiento por la Plegaria que había escrito sobre el condenado de Óscar
Collazos, por quien sentían casi la veneración hacia un santo, recomendaría
aplicarme la menor tasa.
Al otro día recibí el jugoso
cheque, cancelé en todos los bancos mis moratorias,
y bailando en una sola pata
acepte una invitación del escritor y viajero e hinduista Germán Puyana a tomar
un whisky en su casa,
repleta de esculturas y
pinturas y objetos índicos en memoria de su esposa, a la manera del Taj Mahal.
Le conté de la suerte de mi
pluma gracias al finado Collazos y, confiándonos secretos de nuestras vidas en
ocasiones disolutas
empinamos el codo, por lo menos
yo, porque mi anfitrión se comportó circunspecto.
Hasta que las girantes
constelaciones comenzaron a hacer sonar sus sirenas en mi cabeza y llamé a mi
señora para que pasara por mí.
Una vez en casa, luego de
retirarme las zapatillas me acomodó en el tálamo, me puso almohadas en el suelo
por si las moscas y se fue a la cocina en busca de algún bocadillo.
Fue cuando debí levantarme en
un rapto de sonambulismo y me senté sobre la silla giratoria del escritorio de
quien fuera mi suegro
y ante algún movimiento brusco
y torpe nos fuimos de espaldares la silla y yo, en un estruendo de padre y
señor mío que hizo gritar a Salomé mi hija desde su cuarto: ¡Mami, se mató mi
papá!
Cuando llegaron me encontraron
sentado sobre la silla pero acostado patas arriba y en la cabeza me había dado
un golpe que me hubiera dejado descerebrado de no haber sido porque pegó contra
una pila de libros que tengo en turno en el suelo
y el que estaba encima y
recibió el porrazo del occipital fue la novela Tierra quemada de Óscar
Collazos.
Estoy viviendo un milagro
reiterativo, pensé. Aplicable al gnóstico de mi amigo, pues no va a ser a la
edición Mondadori.
“Te va a tocar leerlo”, dijo
socarrona mi esposa. Y añadió: “Y espera los premios”.
VIDEO: https://youtu.be/B8OxMoWLXCQ
Los estoy esperando, porque
“Óscar es muy grande”, como dije en su
homenaje en la tertulia del doctor Vera.
A lo que su bella esposa Jimena complementó: “¡Y muy generoso!” Así sea.
A lo que su bella esposa Jimena complementó: “¡Y muy generoso!” Así sea.
Julio 8-15
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NTC …
ENLACE:
ÓSCAR
COLLAZOS lee su Poema "Bahía Solano" (1974). Tertulia Médica 137
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FESTIVAL del la IMAGEN y la PALABRA, UCEVA
Versión VII.
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En el marco de
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FESTIVAL del la IMAGEN y la PALABRA, UCEVA
Versión VII.
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En el marco de
*** 5 al 9 de octubre, 2015, Tuluá, UCEVA, ...
--- FESTIVAL del la IMAGEN y la PALABRA, UCEVA, Versión VII. Detalles: Click derecho sobre las imágenes para ampliarlas en una nueva ventana. Luego click sobre la imagen para mayor ampliación. Y en: http://ntc-eventos.blogspot. com.co/2015_09_01_archive.html
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