miércoles, 7 de septiembre de 2011

Presentación del poemario "Refracciones itinerantes" de Azril Bacal. Por Carlos Vidales

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Refracciones itinerantes

Carlos Vidales*

Presentación del poemario de Azril Bacal, Refracciones itinerantes, en el Instituto Cervantes de Estocolmo, septiembre 6 de 2011.

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Cuando la memoria evoca experiencias existenciales y vivencias personales, no las reproduce nunca exactamente como ocurrieron en la realidad. El juego de los recuerdos y de los olvidos las altera, las transforma, las presenta mezcladas con múltiples niveles y desde diversas perspectivas, las contrasta con otras vivencias de tiempos diferentes y, en fin, las recrea y las recompone como en un tejido viviente y multicolor de ideas y sentimientos. La memoria no es un espejo que refleja pasivamente el complejo retablo de lo vivido, sino un plasma cristalino que refracta las luces y los colores, las sombras y los vacíos. La memoria es un juego de infinitas refracciones en el tejido viviente de nuestra identidad.

Y cuando, como es el caso de Azril Bacal, esas refracciones se nutren en la fuente de una vida viajera, peregrina, trashumante, en los conocimientos adquiridos de muchas disciplinas e inquietudes y en una vasta cultura acumulada desde la temprana infancia, esas refracciones son necesariamente itinerantes, viajeras, peregrinas. Tal es el sentido que encierra el título del libro que hoy tengo el honor de presentar ante ustedes.

Conocí a Azril Bacal en Lima, a comienzos de 1969. Él era entonces profesor e investigador universitario y vivía en la vecindad del gran antropólogo y novelista José María Arguedas, de quien era amigo y colega. Arguedas me había ofrecido su hospitalidad generosa y pronto se estableció entre nosotros una amistad límpida que nunca se ha empañado. Después de la muerte de Arguedas, ocurrida en noviembre de ese mismo año, Azril puso a mi disposición una habitación en su casa, donde viví durante algunos meses, antes de regresar a Santiago de Chile.

Aunque por esa época yo no conocía la creación poética de Azril Bacal, sí supe desde el primer momento de su afición a la buena poesía. Con frecuencia comentábamos la obra de Javier Heraud, de César Vallejo y de ese gran poeta que él me presentó y que también llegó a ser nuestro amigo común: Javier Sologuren.

Mi partida hacia Chile no interrumpió nuestra amistad pero si abrió una gran distancia física. Mientras Azril continuaba con su trabajo universitario en Lima, yo me dediqué íntegramente a mis labores al servicio de la Unidad Popular y del gobierno de Salvador Allende. Los años que siguieron estuvieron marcados por acontecimientos muy dramáticos en toda América Latina y nuestra separación se prolongó hasta que, supongo, tanto Azril como yo llegamos a sentirla como definitiva.

Muchos años después, sin embargo, volvimos a encontrarnos aquí, en Suecia. Y desde entonces hemos continuado esa amistad que se fortalece con un permanente intercambio de ideas y experiencias, de recuerdos y olvidos, de nuevas peregrinaciones y odiseas. Nuestras refracciones itinerantes continúan, pues, en plena actividad.

El libro de Azril Bacal contiene cuarenta y siete poemas agrupados en siete secciones que abarcan una amplia diversidad de facetas y de formas expresivas. Los temas dominantes son el amor, el implacable discurrir del tiempo, la soledad que busca compañía en la introspección, la sutil angustia de las ausencias, el fuego de la pasión. Como dice el gran poeta chileno Juan Cameron,

“Se trata de una poesía marcada por la nostalgia, la experiencia y la ternura. Bacal no se avergüenza de sentir y de expresar esta vibración humana. Y en su escritura –veo hoy día– hay un cambio notorio, mas no en cuanto se expresa sino en el cómo lo hace. Ha limpiado los puntos suspensivos, la mención innecesaria y la concesión lingüística; y eso es muy bueno. De tal manera su discurso fluye sincero y cálido tal como su mirada; como su persona para hablar más claro. Y en su mochila carga a un tiempo toda esa saudade y también toda la esperanza de este canto de la tierra, que bien podría ser la poesía misma, en esa magnífica imagen: al nuevo día de los días de mis días.”

En lo formal, se advierte una decidida voluntad de originalidad, una valiente decisión de ensayar diversas modalidades expresivas pero, sobre todo, una búsqueda incesante de la sencillez, que es la más difícil de todas las formas poéticas. El poeta que busca la sencillez trabaja siempre al borde el abismo de la simpleza. Exponer conceptos e imágenes complejas con palabras sencillas encierra siempre el peligro de que la sencillez oscurezca el sentido profundo y multifacético del poema. Bacal no tiene miedo de enfrentar estos riesgos y, a fuerza de sinceridad y valentía, dice lo que siente y se hace entender. Adopta a veces la más elemental onomatopeya para hacernos vivir con él la ineluctable transitoriedad de las cosas, como en su poema “metrónomo”, del que cito aquí las primeras líneas:

Takitiki

tikitaki

takipasa

eltiempotiki

y en el que, además, utiliza el recurso de fusionar palabras, como lo hace en otros poemas suyos. Tiene uno la tentación de pensar que está experimentando, como César Vallejo en su famosa obra Trilce. Yo me inclino más a ver en este ejercicio la pervivencia de una tradición poética de siglos, la de los poetas judíos medievales.

Azril Bacal tiene raíces judías pero, sobre todo, es un culto conocedor de la cultura judía. Como él mismo explica en las numerosas y extensas notas del libro –notas que hay que leer con atención porque contribuyen a conocer a fondo al poeta y comprender mejor sus poemas–, recibió desde temprana edad una esmerada educación de sus padres, ambos judíos, quienes desde un modesto origen habían adquirido conocimientos por sus propios esfuerzos. Ellos le enseñaron a valorar las grandes obras de la cultura universal. La mayoría de sus familiares, incluídos sus hijos e hijas, han realizado o realizan actividades culturales, académicas y literarias. “Mi amplia parentela, anclada en la historia y en la geografía mundial, me brinda múltiples ventanas para aproximarme a la diversidad humana, reafirmando la tesis de Goethe, acerca de que nada de lo Humano nos es ajeno”.

Judío humanista, universalista, adversario decidido de los fanatismos étnicos, Bacal afirma el principio de la universalidad del ser humano y lo hace desde los mejores valores de una cultura admirable por sus grandes aportes a la inteligencia humana. Por eso es importante, me parece que nos acerquemos un poco a las raíces judías de su poesía.

El primer poema del libro, titulado “atisbos” muestra ya, por la forma y por el contenido, evidentes raíces sefardíes:

atisbos

Por varios andares transito,

múltiples espacios y personas

se agolpan y entrecruzan

sinos y desenlaces,

en el interior

de mi

ser

Por la forma, porque se trata de un caligrama, es decir, un poema cuyos versos se disponen formando imágenes. En este caso, la imagen es un recipiente, una copa que contiene los múltiples andares, espacios, sinos y personas que se agolpan y entrecruzan y ascienden desde el fondo íntimo del ser.

Por el contenido, porque el tema de las vivencias y sentires que se agolpan y arremolinan en el interior del poeta es recurrente en la poesía sefardí, como puede verse en este bello poema de Enver Pérez, que reproduzco en su idioma original:

Allusinasiones

Buscando la palabra olvidada

adientro del laberinto del meoyo

las kolores se trokan kada punto

mesklandosen kon gotas del arroyo.

Las puertas del abizmo se serraron

solombras ‘skuresidas sin apoyo.

Induna se arekojen mis pensamientos

kom un maso de rozas en rekolio

Avner, sin ke te consientas, otra vez

salites, ya afuera del embrolio.

.

Se dirá que los caligramas no son sefardíes y que fueron inventados por el francés Guillaume Apolinaire (1880-1918), pero esto no es del todo cierto. El primer caligrama conocido data del siglo VIII antes de Cristo y muchas culturas diferentes han cultivado esta forma poética desde la antigüedad. Pero fueron los judíos de la Europa medieval –particularmente los sefardíes– quienes, de manera reiterada y constante se ejercitaron en esta modalidad expresiva y de esa tradición proceden los caligramas en lengua castellana desde el siglo XIV.

Otras características de muy fuertes raíces sefardíes en este poemario, son la repetición del último verso de cada estrofa y la técnica de las “preguntas afirmativas”, es decir, preguntas que en sí mismas afirman una respuesta. No se trata, por supuesto, de recursos literarios exclusivamente sefardíes: se trata de recursos que los judíos de la Europa medieval usaron y desarrollaron con más insistencia y persistencia que otros grupos culturales.

Algunas palabras merece, igualmente, la forma específica que asume el intimismo en la poesía de Azril Bacal. Sea cuando recuerda una pasión carnal, sea cuando denuncia un infundio o una injusticia que otros le han inferido, él relata los hechos de manera oblicua pero precisa. Es posible identificar exactamente las circuntancias del desaguisado, que, además, es claramente relatado en las extensas notas del libro. En el poema “infundio”, es una “luciérnaga iridiscente” la que ilumina y da esperanzas al poeta, lo consuela, lo alienta y lo protege de las personas que lo han calumniado y que se agitan, agresivas y torvas, en la cloaca inmunda del “patio de atrás”. Es la misma técnica del catalán-judío elomoh Ben Reuben Bonafed (siglos XIV–XV), último de los grandes poetas del sefarad, quien escribió algunos poemas intimistas en los que narra su conflicto personal con sus calumniadores, en particular contra el rabino siciliano Yosef Yeua, a quien culpa de sus desgracias. La “luciérnaga iridiscente” que da consuelo y protección es, en este caso, el arcángel Gabriel. En ambos poemas, el de Bacal y el de Bonafed, el personaje central no es el enemigo, el calumniador, sino la figura que protege y consuela. En esa formulación poética hay toda una concepción benévola del mundo y de la criatura humana.

Aquí me parece pertinente aclarar que mis comentarios no se orientan a establecer una identidad sefardí del poeta Bacal, sino a reconocer los rasgos de su poesía que proceden de la tradición literaria sefardí. De esa fuente de sencillez y dulzura hemos bebido muchos, judíos y no-judíos, a lo largo de cinco siglos. Esclarecedor es el testimonio del poeta argentino Juan Gelman, quien escribió poemas en lengua sefardí entre 1983 y 1985. Cuando alguien le preguntó por qué escribía en sefardí, siendo ashkenazí, respondió:

Soy de origen judío, pero no sefardí, y supongo que eso tuvo algo que ver con el asunto. Pienso, sin embargo, que estos poemas sobre todo son la culminación o más bien el desemboque de Citas y Comentarios, dos libros que compuse en pleno exilio, en 1978 y 1979, y cuyos textos dialogan con el castellano del siglo XVI. Como si buscar el sustrato de ese castellano, sustrato a su vez del nuestro,

hubiera sido mi obsesión. Como si la soledad extrema del exilio me empujara a buscar raíces en la lengua, las más profundas y exiliadas de la lengua. Yo tampoco me lo explico”.

Y agregó estas palabras:

Sé que la sintaxis sefardí me devolvió un candor perdido y sus diminutivos, una ternura de otros tiempos que está viva y, por eso, llena de consuelo…”

Más allá de cualquier identidad étnica, pues, resulta inevitable que los exiliados de habla castellana, dispersos por el mundo, encontremos siempre inspiración en la variante lingüística que ha logrado mantener su identidad y su frescura a través de cinco siglos de injusto destierro.

Dicho lo anterior, quiero afirmar que los poemas de este libro que más me gustan son los más breves, entre los cuales se cuentan, naturalmente, los que forman parte de la sección titulada “Quasihaikus”. No porque sean necesariamente los más perfectamente logrados, sino porque muestran el indomable esfuerzo del poeta de buscar la sencillez y la transparencia de su expresión poética.

Tengo la convicción de que la sencillez expresiva es el vellocino de oro que yace oculto en los territorios más ignotos de nuestra imaginación. Navegar todos los océanos y recorrer todos los continentes, laberintos y rincones de nuestra geografía íntima, es la odisea heroica que cada uno de nosotros debería recorrer, desafiando tormentas, monstruos y sirenas, hasta encontrar este secreto tesoro.

Estocolmo, septiembre 5 de 2011

* http://losimportunos.wordpress.com/
http://luisvidales.blogspot.com/
http://hem.bredband.net/rivvid/

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Nuestro registro del evento en:

Eventos a partir de Septiembre 5, 2011. NTC ... AGENDA # 131

http://ntc-agenda.blogspot.com/2011_09_05_archive.html

*** 6 de septiembre, 2011, Estocolmo, 6:30 PM (hora local)

--- “Refracciones itinerantes” ( 1 ) del poeta Azril Bacal Roij (en la foto).Presentación del poeta y el libro por el Profesor Carlos Vidales*.Lectura de algunos poemas y de algunas notas sobre la inspiración poética del autor Azril Bacal. Con este poemario, su autor cierra un ciclo de su vida, desencadenado por los sucesos que le desplazaron a este rincón nórdico del mundo. La poesía de Bacal, marcada por la nostalgia, la experiencia y la ternura, fluye sincera y cálida. Tertulia con vino y quesos. Lugar: Biblioteca ( Bryggargatan 12ª . 111 21 Stockholm ) del Instituto Cervantes de Estocolmo. (* Historiador, escritor y periodista. Antiguo profesor de los cursos de Historia, Sociedad y Cultura de España y América Latina en el Departamento de Español, Portugués y Estudios Latinoamericanos (ISPLA) de la Universidad de Estocolmo). Click sobre cada imagen para ir a cada fuente. ( 1 ) allí el libro completo digital.

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