martes, 8 de abril de 2014

Bajo el signo de Leo. Por Gonzalo Mallarino. Sobre León de Greiff

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BAJO EL SIGNO DE LEO 

No se puede hablar de literatura antioqueña sin mencionar a León de Greiff, un transgresor, un adelantado, una de las grandes plumas que ha dado un departamento al que no le faltan autores para mostrar.
Por Gonzalo Mallarino*
ANTIOQUIA, GENTE 1A *. Especial de la revista Semana 
Abril 6, 2014.  Aparte de la Revista, http://ntc-documentos.blogspot.com/2014_04_07_archive.html

Mi papá -mi señor padre, dirían mejor en Antioquia-, que quiso tanto la poesía de León de Greiff, me decía cuando yo empezaba a leer y a escribir mis vainas, que al poeta de los 'Mamotretos', al gran León de Greiff. a Leo Le Gris, a Gaspar de la Noche, por poco le dan el Premio Nobel allá por los años veinte, por los años treinta...
Yo pensaba que a lo mejor mi vie­jo solo lo quería enaltecer, porque lo quería. Y quería que yo también lo qui­siera y lo leyera siempre. Por la vida y por los caminos...
Mi padre no tenía edad de ser amigo de León de Greiff. Mi tío Víctor Mallarino, sí. Él sí lo trató bastante, lo mismo que a Umaña Bernal, o a Jorge Zalamea, o a Rafael Maya, para mencio­nar solo algunos de los compañeros de generación del poeta antioqueño. Víctor tomó mucho trago con él, en el café El Automático, aquí en Bogotá. Y más im­portante que eso -que es importantísi­mo- mi tío, a pedido de Alvaro Castaño, grabó su poesía, es decir, la dijo con su voz, pues era declamador. Esa graba­ción es preciosa, de las grandes cosas del archivo de voces de la emisora HJCK. A nosotros nos la ponían en la casa, cuan­do chiquitos. Y ahora pienso que hasta García Márquez, que también iba por ­la casa nuestra, temblaba de cariño y de respeto ante la poesía y la figura de León de GreilT. Gabo y León de Greiff, qué mundos tan distintos y a un tiempo tan parecidos.
Pero este artículo, en una edición de SEMANA a un merecido homenaje a Antioquia, trata de inquirir por el va­lor de la poesía de León de Greiff, por la importancia que se le reconoce o que se le asigna hoy día, no por estas cosas sen­timentales de las que venía yo hablando.
Pues la importancia de De Greiff es inmensa en el panorama de las letras universales de esos años, de los veinte o de los treinta, sobre todo. De Greiff, a mi entender, no es inferior a nadie, a ninguna de las grandes figuras de la li­teratura latinoamericana, o gringa, o europea, de ese momento. Si Colombia hubiera sido un país importante en el con­cierto del mundo, un país rico, influyente políticamente, ¡claro que le dan el Nobel de Literatura a León de Greiff! Pero éra­mos un país menor -digamos-, no muy prominente. Ahora somos más visibles. A muchos artistas y científicos del Tercer Mundo les habrá pasado eso. Es la trage­dia de vivir en la periferia, no en el centro, no donde se cuecen las habas. Y además, también un poco la desventaja de no es­cribir en inglés, o en francés, o en italiano, en el caso de los narradores o los poetas. Cómo será la cosa, que se habla del boom. de la explosión de la literatura latinoame­ricana, episodio ocurrido 50 años más tar­de y necesario para que el mundo por fin nos parara bolas. Un exotismo más. Ima­gínense en los años veinte o los treinta del siglo pasado, qué chance iba a tener León de Greiff.
A la Generación del 27, en España, a ese 'Segundo Siglo de Oro', con la bobadita de figuras como Lorca, Salinas, Alberti, Guillen, Alcxaindre o Gerardo Diego, les habrá tomado su tiempo imponerse en Europa, en la academia, en la crítica, en el mundo editorial. Seguramente no fue tan fácil, no fue tan mamey, por la misma posición de España dentro de Europa. Pues bien, León de Greiff no es inferior a nin­guno de ellos, como mundo poético, como fuerza original creativa, como 'estro', como intento renovador de la poesía en nuestro idioma. No se deje embolatar el lector con eso que dicen los intelectuales y los pedantes al uso de que a De Greiff lo aletarga su "neoculteranismo", o su "neo- barroquismo". Que lo desdibuja su juego verbal obsesionante, su viaje experimen­tal disparatado e incansable, su apego por un humor inconcebible y loco, su predilección por la ironía, su abuso encantador de las matemáticas y la música, metidas por él entre el poema. No señor, no señora, todo lo anterior lo que son es virtudes, ca­racterísticas únicas, huellas hondísimas y muy personales, del paso por el mundo de un inmenso y singular poeta.
En el espacio latinoamericano su­cede lo mismo. Cuando grandes poetas como Santos Chocano, Amado Ñervo, Herrera y Reissing, Díaz Mirón o Lcopoldo Lugones, apenas empezaban a sacu­dirse del Modernismo, León de Greiff -menor que ellos, se admite-, ya empezaba a alzar vuelo, a irse de allí porque el alimento ya escaseaba, ya empezaba a ponerse magro.
Y yo creo, con todo respeto, que la jornada de De Greiff no desmerece fren­te a la de grandes poetas europeos, fren­te a sus vanguardias, frente a sus 'ismos'. Piénsese en T.S.Eliot y en Pound, en lengua inglesa, ¿qué tal De Greiff bien traducidito. bien comentado, bien leído, en inglés? O el caso de Bretón, Eluard y Aragón, con el surrealismo, el susto que les hubiera metido el antioqueño... . Y a otros, muy personales, muy herméticos, un Ungaretti, un Montale, un Quasimodo... A Ungaretti le hubiera encantado De Greiff, no sé si lo leyó, apuesto que no... O a Pessoa, más de uno de los poetas que fue Pessoa se hubieran maravillado con el mundo de nuestro vate.
Y en Colombia, en nuestra litera­tura, el caso es más notorio, naturalmen­te. La ruptura -más que la influencia, pues no diría uno que De Greiff hubiera tenido epígonos-, del poeta antioqueño fue monumental. Yo quiero mucho a Sil­va y a Valencia, pero sin De Greiff los colombianos nos hubiéramos empezado a adormilar, de pronto a aburrir, porque se venía de todas partes del orbe la mo­dernidad, el riesgo, el salto al vacío de la aventura y el miedo y lo inconsciente en el arte. Ya León de Greiff empezaba a traer todo eso. Nada de "barroquismos ni de jueguitos verbales. De Greiff fue un artista tremendamente moderno, a su manera, en su época. León de Greiff se parece mucho, nos evoca mucho, a mag­níficos pintores y músicos que tendría el siglo XX a medida que echaba a andar.

La ruptura de León de Greiff hace ver a los nadaístas, 30 años después, como niñitos traviesos. Este hombre tuvo que quitarse de encima a Rubén Darío, nada más ni nada menos. Como él, en la historia de las letras de Antio­quia, solo Carrasquilla y Fernando Va- llejo. Los tres, acaso, en trance de con­vertirse en autores universales.
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MENSAJES y COMENTARIOS.
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De: ARMANDO ROMERO
Fecha: 9 de abril de 2014, 13:22
Asunto: Gracias. Mi poema sobre Pound y Brodsky. León de Greiff por Gonzalo Mallarino.
Para: NTC … ntcgra@gmail.com
Amigos de NTC …
Que montón de gracias les debo por haber acogido y “enetecado” mi poema sobre Pound y Brodsky.  ( http://ntcblog.blogspot.com/2014_04_05_archive.html )
Veo que NTC … hace visible el artículo de Gonzalo Mallarino sobre León De Greiff. Lo leí con gran interés, y aunque sus comentarios se salen de foco por su ardor afectivo, veo algunas cosas que merecen atención.
La primera pregunta en general sería preguntarse por qué, fuera de Álvaro Mutis, no encontramos mayores trazos de la obra de De Greiff en la actual poesía colombiana. Hay muchos elogios, pero las generaciones posteriores al nadaísmo parecen no haberlo leído con atención.
Entre los nadaístas su obra hizo gran impacto, y de verdad se puede ver su rastro en algunos de ellos. Todos los valores que enumera Mallarino, su juego verbal obsesionante, su viaje experimen­tal disparatado e incansable, su apego por un humor inconcebible y loco, su predilección por la ironía, su abuso encantador de las matemáticas y la música” están casi ausentes de la poesía colombiana actual, que sigue más el tono conservador de Aurelio Arturo.
Ahora bien, creo que Mallarino, al decir que “cuando grandes poetas como Santos Chocano, Amado Nervo, Herrera y Reissig, Díaz Mirón o Lcopoldo Lugones, apenas empezaban a sacu­dirse del Modernismo, León de Greiff -menor que ellos, se admite-, ya empezaba a alzar vuelo”, está mezclando peligrosamente poetas epígonos del modernismo como Santos Chocano, Amado Nervo o Díaz Mirón, con poetas que abren nuevos caminos, caso de Herrera y Reissig y Lugones. Sin éstos últimos la obra de Vallejo o la de Borges no entraría en la tradición de la poesía latinoamericana. Contemporáneos de De Greiff son Huidobro y el creacionismo, Vallejo y su libro Trilce, y estos poetas sí estarían a la par de los que Mallarino cita, como es el caso de Pound o Eliot y los surrealistas. León de Greiff es un gran poeta pero todavía está adosado en parte al modernismo, y no representa un paso dentro de la vanguardia latinoamericana. Pensemos en Oliverio Girondo, en Tablada y en los estridentistas mexicanos, para no ir muy lejos.
Celebro en Mallarino su amor por el poeta, pero creo que hay que dejarlo donde está,  cantando feliz.
Amigo, Armando Romero
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*** La fabulística fantastiquera de Leo Legris. El Fondo de Cultura Económica lanzó una antología del poeta León de Greiff . Hosco y solitario, fue un poeta que sólo supo imitarse a sí mismo en obras como ‘Tergiversaciones’ y ‘Variaciones alrededor de nada’. Creó un lenguaje propio, lleno de personajes ficticios que reflejaban su personalidad.  Por: Juan David Torres Duarte , jtorres@elespectador.com
La fabulística fantastiquera de Leo Legris

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