El poeta
colombiano Juan Manuel Roca y sus biografías de “nadie”
Por Jorge
Boccanera
TELAM, Abril, 23, 2016
http://www.telam.com.ar/notas/201604/144625-el-poeta-colombiano-juan-manuel-roca-y-sus-biografias-de-nadie.html
Un minucioso registro
de aquellos relegados al linaje infamante de los “nadie” -errantes,
desterrados, excluidos- atraviesan la obra del poeta colombiano Juan Manuel
Roca, uno de los invitados extranjeros al XI Festival Internacional de Poesía * que finaliza mañana en la Feria del Libro.
La poesía de Roca, quien participaba hoy en el Festival con la lectura de sus textos tiene que ver con la nocturnidad, el abismo de los espejo, un erotismo sin desbordes, los ciegos deletreando las cifras del enigma y la historia vista por fuera de los manuales oficiales.
Narrador, crítico y periodista, su producción incluye los libros “Luna de ciegos”, “Señal de cuervos”, “País secreto”, “Tertulia de ausentes” y “Arenga del que sueña” y la antología “Testigo de sombras” –éste último editado en Buenos Aires por la editorial “Patria Grande-, habiendo obtenido el Premio Nacional “Eduardo Cote Lemus”, el Nacional de la Universidad de Antioquia, el Nacional de Periodismo “Simón Bolivar”, el Premio de Poesía “José Lezama Lima” y el Premio a la Trayectoria “Ciudad de Zacatecas”, México.
Télam dialogó con Roca, sobre su galería de “nadies”, las atmósferas fantasmales, su ironía y sus imágenes plásticas.
- Una galería de marginados recorren las páginas de tus libros; ¿esos “nadies” son los excluidos, los impugnados socialmente?
- De alguna manera sí, es el vapuleado. Dentro de esa categoría entran muchos “nadies”, desde el Ulises de “La Odisea” a los N.N., los desaparecidos de mi país, los que llenan las fosas comunes. También el hombre corriente, el fantasma de carne y hueso con el que nos tropezamos en una esquina. Es nuestro “nadie” y nosotros su “nadie”.
- Alguna vez te referiste a la figura del poeta como un “pastor de abismos”, ¿podría explicar un poco ese concepto?
- El poeta es sobre todo un pastor de dudas; pastorea esos abismos, sus fantasmas, para traducirse a sí mismo. En la medida en que lo haga, quizá llegue a habitar en los demás. En ese camino aparece una serie de vacíos, de abismos, que son los que intenta llenar el lenguaje.
- Algunos críticos se refirieron a tu obra como una poesía de “atmósferas”, ¿tiene esto que ver con su gusto por la pintura?
- Creo que sí, hay poemas míos que son muy coloquiales, argumentales, pero hay también un encuentro con la pintura de atmósferas, no tanto con las cosas figurativas. La diferencia entre poesía y prosa está por el lado el ritmo y las atmósferas. Hay pintores del habla como Georg Trakl, que escribe pintando; sus poemas parecen cuadros, sobre todo por las atmósferas.
- La ironía impiadosa juega un papel primordial en toda obra…
- Pienso que la arenga, el puño cerrado, los ideologismos nos ha hecho refractarios a ese lenguaje que se volvió un tanto cansado. Pero hay un cambio sustancial si a eso mismo se le adosa la ironía, el humor, cierta dosis de escepticismo.
- Aparte de los muchos libros de poesía publicaste cuentos y novelas, como se armonizan en vos ambos géneros?
- Poeta y narrador no sobreviven como Jeckill y Hyde, de manera bifronte; creo que hay asuntos más propicios para el contar que para el cantar, y viceversa, aunque se mezclen en la prosa poética; como ocurre en la narrativa de Rulfo o Arguedas. Creo que cualquier arte que no comporte una poética, difícilmente pueda llamarse arte”.
- ¿Qué te llevó a armar uno de tus libros últimos, “Asedios a la palabra”, alrededor de obsesiones de los poetas y sus poéticas?
- Hace un par de años los editores del notable poeta venezolano Juan Calzadilla, me propusieron hacer un prólogo para un libro suyo de poéticas. Me gustaron las dos cosas, tanto su volumen como escribir un texto inicial, a tal punto que quedé “picado”. Quise entonces reunir mi manera de entender lo que pienso acerca de esa prótesis que para mí ha sido la poesía, una muleta que me ha ayudado a caminar por el mundo, tan problemático como febril (¡salud, querido Discépolo!).
A esas reflexiones adosé diálogos con otros poetas e incorporé una serie de poemas míos que se informan a sí mismos de la escritura, algo de lo que se han ocupado desde Aristóteles hasta Paul Valery. Desde Pound hasta Henry David Thoreau, el desobediente que afirmaba que la poesía es la salud del lenguaje.
-¿“Asedios a la palabra” reúne de algún modo tus filias y tus fobias en materia de poesía, de poetas?
- Sí, van camufladas o abiertas muchas filias, aspiraciones por pertenecer a una familia de poetas insumisos y, por supuesto, muchas fobias. De las primeras: un intento de claridad, la creación de atmósferas, el deseo de pensar con el sentimiento y sentir con el pensamiento. De las fobias, el seudo-hermetismo, ese “remover las aguas para parecer profundos”, la solemnidad y los patrioterismos, la esfera puramente sentimental, los guiños cortesanos y la evasión de cierta prosa de crema chantilly disfrazada de lírica. ¿Una filia? El humor. ¿Una fobia? El exceso auto circunferencial.
- ¿Considerás que tu antología “Testigo de sombras” resume tus núcleos temáticos?, ¿cuál es tu último libro publicado?
- Yo diría que sí, que por ser precisamente una antología de cuño personal, incorpora todo o casi todo el equipaje de lo que hace buen tiempo me obsesiona. Al último libro que he publicado – y que prefiero llamar el más reciente para no padecer un pequeño apocalipsis de bolsillo- es “Biografía de nadie”, que acaba aparecer este mes en España acompañado de un prólogo generoso y muy grato para mí, del poeta Luis García Montero.
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*** 22, 23 y 24 de abril, 2016, Buenos Aires, Argentina
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