Poesía y matemáticas
Por: Julio César Londoño
EL ESPECTADOR , 22 (.com) y 23 ABR 2016
La matemática encierra una paradoja que siempre me ha intrigado. Es una materia que está construida sobre unos presupuestos que no pueden ser demostrados, los axiomas y los postulados.
Estos presupuestos son pocos y arbitrarios. Y elementales. “A es igual a A”. “La distancia más corta entre dos puntos es una recta”. Cosas así. Y sobre cimientos tan sencillos se levanta un corpus teórico enorme, complejo y nada arbitrario. Por el contrario, la matemática es tan natural que ciñe perfectamente los volúmenes, las proporciones, los ritmos, las relaciones y los movimientos de las cosas: el trino del pájaro, la espiral de las semillas del girasol, la geometría del cuarzo, el flujo del tráfico en la autopista y hasta los caprichos del azar pueden ser cifrados en lenguaje matemático.
La poesía encierra paradojas semejantes. Su materia prima es el lenguaje verbal, es decir, un sistema desordenado y arbitrario de convenciones. Es tan arbitrario como llamar tomate al tomate o quarks a las partículas que componen el protón; y es desordenado porque los lenguajes son obra de los pueblos, no de las academias. Para completar, la poesía no es un lenguaje lógico ni juicioso. No contento con la arbitrariedad de los nombres, el poeta usa metáforas. No contento con el desorden del mundo y del lenguaje, trastoca la sintaxis y desprecia los signos de puntuación. Y de pronto construye con este arsenal de caprichos una imagen que encierra las razones últimas del alma humana, el plano definitivo del laberinto.
¿Cómo pueden ambas, la poesía y la matemática, decir tantas cosas con 28 letras y diez números? Esto sí es economía, lo demás es filatelia.
No son otras las materias y los misterios que aborda Humberto Jarrín * en Poesía y matemáticas, ¿enemigas en un mismo vecindario o un jardín de senderos? (Universidad Autónoma, Cali, 2016).
Además de las semejanzas anotada, de sus paradojales hazañas, Jarrín enumera las diferencias: “El universo no encierra dos criaturas más diversas que la poesía y la matemática”, asegura. “Una es Arte y la otra Ciencia. La una recurre al ejercicio de la ficción y de la fantasía, y la otra hace el mejor buen uso del pensamiento formal y lógico. La una es loca, la otra es cuerda. Mientras la una sueña y canta por todo, la otra se encarga, muy despierta, de llevar la cuenta correcta de todo. La una —para llevarles la corriente a los poetas románticos—, tiene su residencia en el corazón, la otra en el cerebro. Viven en la misma cuadra, pero son vecinas que no se hablan porque consideran que no tienen nada que decirse”.
Pero a Jarrín le gustan ambas y dedica el libro a exhumar los puentes que las unen, los senderos del jardín, los versos que la matemática les ha inspirado a Roque Dalton, Luis Vidales y Rafael Alberti, los cuentos que la matemática le dictó a Fredric Brown, los aforismos que los números le dictaron a Georg Lichtenberg y, ejemplo emblemático, los relatos de la ciencia ficción, quizá la fusión más nítida entre ciencia y poesía.
Por estas páginas pasan, en un desfile divertido y profundo a la vez, Nietzche, Platón, Newton, Einstein, Mircea Eliade y Roland Barthes, entre otros fulanos. Con ellos, con su personalidad, sus tics y sus descubrimientos, Jarrín inventa unas historias que tienen todo el encanto de la fábula antigua y ninguna de sus ingenuidades.
Poesía y matemáticas enriquece la bibliografía universitaria (erudita pero desangelada), lanza una pelota brincona y colorida en los adustos pasillos de la academia, aborda sin complejos dos materias complejas y, sorpresa mayor, encierra un artefacto mágico: Poesía y matemáticases una máquina de estimulación del pensamiento; un libro total, para pronunciar de una vez palabras fatales.
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NTC ... Enlaces
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* H. Jarrín en NTC ...
NTC … febrero 15, 2013
NTC … 18 de febrero de 2016
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Sobre Poesía (Literatura) y Matemáticas
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